Alejandra del Moral y el cuento del PRI bueno
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Alejandra del Moral y el cuento del PRI bueno

Que no le digan

Mario A. Medina

El pasado fin de semana pude ver la entrevista que Sabina Berman le hizo a la candidata de la alianza “Va por México” en el Estado de México, Alejandra del Moral en el programa “Largo Aliento” que se trasmite por el canal 14 y se reproduce por YouTube.

Cuando iniciaba la charla, traté de verlo como lo pudiera reflexionar cualquier ciudadano mexiquense de clase media, de clase baja. Al final, la joven Alejandra me “convenció”. La conclusión de ese o esa ciudadana fue: “esta es distinta” a la vieja guardia priísta que ha gobernado la entidad por 94 años. 

Después de apagar la televisión, no el ciudadano, no la ciudadana, sino yo empecé, como se dice, a “cranear”; a reflexionar los dichos de Del Moral: “Soy muy priísta, todo mundo la sabe, pero soy más mexiquense que priísta. Este ha sido mismo discurso en todas sus charlas con periodistas en los últimos días. “Buena parte de estas entrevistas han sido afines y a modo” como consideró Bernardo Barranco en La jornada.  

Desde luego que Alejandra del Moral está cumpliendo al pie de la letra el script que le aconsejaron en su “cuarto de guerra”. “Tienes que alejarte del viejo PRI”. Su línea discursiva en todas las entrevistas ha sido la misma cuando se le pregunta de su relación con el PRI de Arturo Montiel, de Peña Nieto, de Emilio Chuayfett, César Camacho, Eruviel Ávila  y de muchos otros antes. 

Cuando Berman le pregunta qué significaría tener en su gabinete -si llegara a ser gobernadora-, a priístas del pasado, porque “los peores diablos” del tricolor se caracterizan por “una manera de hacer las cosas”, con arreglos, con corrupción, la candidata priísta, panista, perredista y nuevaliancista,  trata de convencer a la dramaturga, pero  particularmente a quien del otro lado de la pantalla la ve y la escucha: “Es un PRI que a mí no me tocó conocer. Es un PRI de la historia, no en el que yo milito”, busca convencer.

El mensaje que pretende es que los mexiquenses vean que el PRI de la entidad que busca gobernar es distinto, que ya no es el PRI que se robaba las elecciones, que pagaba por voto; que repartía despensas, el de la casillas “zapato”, y luego busca persuadir: “Soy parte de un PRI que aprende a ganar y a perder en  las elecciones; no soy del PRI que ganaba ´carro completo´”.

Alejandra del Moral, aunque no quiera, carga con la historia priísta de corrupción de personajes, y no sólo de gobernadores, de haberse enriquecido “de manera inexplicable” como antes se decía, sino de manera más que explicable, acusados -pero siempre perdonados-, de robarse dinero del erario y de hacer negocios desde su posición como funcionarios.     

Y para este botón de muestra, el de los priístas corruptos, Alejandra del Moral tiene una respuesta “razonada”, escrita en su “Cuarto de Guerra” para que respondiera a cuestionamientos que sabían le iban a hacer los periodistas “incómodos”.

Se deslinda de los ex gobernadores: “La corrupción fue la de otros. No voy a pagar un plato que yo no rompí”, “una factura que no es mía”; no obstante busca no ser tan ruda con ellos: (Aunque) “No me consta que sean millonarios por un saqueo al estado de México”, busca suavizar. 

En una y en otra entrevista busca convencer que ella no tiene nada que ver con ese PRI corrupto del pasado, porque ella – así se quiere vender, es parte de un “PRI diferente”. Pero el tema de la corrupción la sigue, por más que ella jure y perjure que no lo es; no por herencia política, sino por herencia familiar.

A su padre, José Ismael del Moral Castro, quien hace aproximadamente un mes murió. Según el diario Reforma, el municipio de Cuautitlán Izcalli le “solapó irregularidades” al permitirle hacer una ampliación del Hospital Jardín (de su propiedad) en un predio con uso de suelo habitacional, “sin permisos de construcción y violando sellos de suspensión colocados por la Alcaldía en al menos tres ocasiones”.

El tabloide destacó el 22 abril de 2015 que los habitantes de la unidad militar que está junto al nosocomio, han acusado a los Del Moral der ser protegidos del gobierno estatal, y a pesar de haberlos denunciado desde ya hace varios años por las “irregularidades” que cometen, simplemente no han sido sancionados.

Cuando se le habla de la corrupción priísta en estado, ella busca contra restar la acusación: “esa corrupción a mí no me tocó conocerla”, y asegura que eso de la corrupción no se le da a ella porque es una priísta “distinta”. Sin embargo tiene varias manchas que la desmienten.  

Por ejemplo, el Frente Mexiquense para una Vivienda Digna, A. C. denunció que Alejandra del Moral cometió un fraude por 115 millones de pesos cuando fungía como alcaldesa de Cuautitlán Izcalli durante el periodo (2009- 2012) por la “simulación” en la compra de mil 49 casas. “La denuncia no prosperó porque el entonces presidente Enrique Peña Nieto la protegió”.

La demanda está radicada en la Procuraduría General de la República (PGR), ahora Fiscalía (FGR) con la averiguación previa PGRAP/ PGR/32/2011 en la unidad de investigación de delitos cometidos por servidores públicos contra la administración de justicia en la mesa 15 por delitos federales.  Hasta ahora la acción penal no se ha ejecutado. (Información del portal “La Gazzetta” y del diario Basta).

Cada que le tocan el tema de la corrupción “se hace que la Virgen le habla”: “Yo te lo juro que yo fui”. Pero sin dar muchos datos, no hay que olvidar que ella formó parte del gobierno más corrupto de la historia del país, el de Enrique Peña Nieto.

La candidata del PAN-PRI-PRD, por más que busque deslindarse, por más convincente que parezca frente a ciertos sectores sociales, que los priístas del pasado, los de la vieja generación, no tiene nada que ver con los de la suya, con su equipo -que busca llamar la atención-, “tiene en promedio 35 años”; entonces no es de la “vieja guardia”. Su problema es cuando se revisan todas las radiografías del viejo y  del “nuevo PRI” del Estado de México, y resulta que no se le puede creer.    

Y aunque una y otra vez insiste en deslindarse de los viejos priístas, cuando se le recuerda el pasado de los mafiosos del Grupo Atlacomulco, se levanta cual resorte para jurar que es solo una “leyenda”, una “historia”,  aunque vuelve afirmar que “ese PRI” no es el de ella, pero sí el que “hoy le toca recibir las mentadas de madre…”.

Aunque la candidata de la Alianza “Va por México” vaya a todas las entrevistas a modo o cuestionadoras, y repita al pie de la letra la narrativa que le construyeron: “¡Yo te lo juro que yo fui!”; “¡yo ni los conocí”!; “¡por qué voy a pagar los platos que no rompí”! y aunque ponga cara amable y afirme que ella es una “mujer libre e independiente”, que no responde a ningún grupo de interés, así sea el mismo Grupo Atlacomulco, su cuento del PRI bueno, nadie, nadie se lo cree, ni el “ciudadano” común que me imaginé ser.

Que no le cuenten…

¡Cuidado!, ¡Cuidado!, ¡Cuidado! No le pierdan la vista a Aurelio Nuño, a José Narro Robles, Luis Videgaray, Luis Enrique Miranda Nava, a Rafael Pacchiano, y muchos, muchos más; eran los operadores de Enrique Peña Nieto de la campaña sucia contra Delfina Gómez en la elección pasada en el estado de México o ¿será, como dice doña Alejandra, que el PRI hoy “juega limpio”? Hace seis años el PAN interpuso ante la Fepade una denuncia contra el entonces candidato Alfredo del Mazo por el reparto de la Tarjeta Rosa, por  prometer y empadronar a ciudadanos a programas sociales con el objetivo de captar voto. “Lo que bien se aprende no se olvida”. Hoy son aliados.

Foto: Captura de pantalla /Canal Once

15 de abril de 2023