Blim: un fracaso a seis años de su lanzamiento
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Blim: un fracaso a seis años de su lanzamiento

Guillermo Echauri

Al contemplar el escenario contemporáneo de los medios de comunicación, resulta evidente que la relevancia de las plataformas de streaming es cada vez más grande; el crecimiento sostenido de Netflix, la participación de gigantes como Disney o la proliferación de múltiples servicios de transmisión de contenidos durante la pandemia, parecen confirmar tal punto de vista. Estos y otros factores han incidido para que la competencia en el mercado de medios y contenidos audiovisuales, trasladada al entorno digital, se haya tornado especialmente agresiva en lo que respecta a la contienda entre distintas plataformas de streaming.

Con el afán de competir en este sector y de suponer una alternativa local para Netflix, Televisa lanzó en 2016 su propio servicio: Blim, que luego adquirió el nombre de Blim TV. Han pasado seis años desde aquella iniciativa y el análisis sobre la trayectoria de Blim en este tiempo conduce a considerar a la plataforma como un fracaso para Televisa. Desde su lanzamiento en febrero de 2016, fue objeto de diversas críticas, como aquellas respecto a su catálogo, compuesto en su mayoría por producciones de Televisa difundidas previamente por televisión abierta; dichas críticas estuvieron acompañadas de burlas, como cuando las redes sociales se llenaron de memes que de forma irónica comparaban los contenidos de Blim con los de Netflix.

Así, la historia de Blim ha estado llena de reveses, desatinos y errores que han limitado el éxito de este servicio de streaming. Desde la referida falta de originalidad de los contenidos de su catálogo hasta la intensa competencia que ha debido enfrentar, varios elementos han orillado a Blim a la posición marginal que mantiene en el más que competido ecosistema de medios contemporáneo.

Si bien Televisa ha ocupado durante décadas un sitio preponderante en el imaginario cultural de México, Latinoamérica y otras latitudes, la predominancia de la televisora mexicana en los gustos de las audiencias ha disminuido. Aspectos como las preferencias de consumo de generaciones jóvenes, el crecimiento exponencial en la cantidad de medios y contenidos disponibles en internet, o la pérdida de prestigio de la televisora mexicana por las críticas respecto a muchas de sus actividades, ayudan a entender los motivos por los que Blim, como producto de Televisa, ha fracasado.

En primer lugar, con un catálogo repleto de títulos de antaño, telenovelas saturadas de estereotipos negativos o programas de comedia que en muchas ocasiones recurren a la vulgaridad más simple, no es de extrañar que Blim haya fallado en su intento por obtener suscriptores a la par de plataformas como Netflix o Disney+. Si bien es posible también encontrar contenidos con las características mencionadas en dichas plataformas, a diferencia de Blim, estos servicios estrenan de manera continua series o películas, muchas de sus producciones son aclamadas por la crítica y, gracias al gran presupuesto con el que cuentan, pueden contar con un catálogo de mucha mayor calidad que Blim.

Sin dejar de tener en consideración la enorme distancia entre ambas plataformas, es posible establecer ciertas similitudes entre Blim y Disney+. Las dos pertenecen a compañías de medios con décadas de existencia y un gran poder económico y cultural, sus catálogos están compuestos en su mayoría por producciones lanzadas años atrás en cine o televisión tradicional, y sus contenidos han sido señalados en muchas de ocasiones de perpetuar visiones dañinas sobre estereotipos sociales, roles de género o asuntos raciales.

No obstante, Disney ha conseguido que su plataforma de streaming resulte atractiva para públicos de distintas generaciones, pues además de incluir en el catálogo sus clásicos más conocidos, ha estrenado contenidos, principalmente series, que apelan al gusto de consumidores jóvenes. Es decir, Disney+ se ha establecido como una plataforma en la que se mezclan los éxitos de toda la vida de Disney con producciones nuevas y atractivas que generan suscriptores e ingresos para la empresa estadounidense. En cambio, Blim de Televisa parece más un repositorio en el que la televisora deposita sus viejos títulos, sin preocuparse por producir nuevos contenidos que generen interés y expectativa en públicos distintos a los que históricamente han consumido las telenovelas y programas de Televisa.

De manera adicional, es preciso recordar que Televisa ha tenido problemas para entender su nuevo sitio dentro del entorno mediático. Aunque es claro que mantiene una posición de poder, su privilegiado rol como intermediaria entre las audiencias y la información o el entretenimiento se ha visto perjudicado por la multiplicación de las opciones disponibles a través de internet. En este sentido, para competir al menos localmente con innovadoras plataformas multinacionales como Netflix, es claro que a Televisa no le bastará con trasladar su inventario de producciones a un espacio digital, ni siquiera sería suficiente con el lanzamiento de títulos atractivos en Blim.

Los cambios que Televisa requeriría hacer para incrementar las posibilidades de éxito de Blim son más profundos. A diferencia de las empresas que han surgido en la era digital o de las que han sabido adaptarse a los cambios, Televisa continúa operando como un coloso del negocio de la televisión y no como una compañía capaz de sortear las dificultades propias del entorno digital. Sin haber podido entender factores como la innovación tecnológica, las variadas e incesantemente actualizadas tendencias de consumo mediático o la constante adaptación que la industria del streaming requiere, Televisa no ha logrado que Blim sea capaz de suponer ni siquiera una mínima competencia en mercados como el mexicano a los gigantesdel streaming. Si a todo eso se le suman los constantes señalamientos hacia Televisa por sus prácticas monopólicas o sus vínculos políticos, el resultado es que Blim sea visto como un producto desdeñable ofrecido por una empresa incapaz de recuperar el prestigio que solía tener.

Durante 2021 ocurrieron dos acontecimientos que podrían interpretarse como la aceptación por parte de Televisa del fracaso de su plataforma. En lo que fue considerado como un intento desesperado de preservar su existencia, Blim anunció la incorporación de un plan gratuito en los 18 países latinoamericanos en los que está disponible que permite acceder a casi todo su contenido sin tener que contar con una suscripción de pago. Por otro lado, en septiembre se concretó en México el acuerdo de fusión entre Televisa y Univisión, cuyo principal objetivo sea tal vez el de crear un servicio de streaming en español, financiado en buena medida por las suscripciones del público hispano en Estados Unidos, que finalmente pueda hacer frente a Netflix, Disney+, Amazon Prime Video o HBO Max.

Ante tal escenario, resulta factible considerar que hay muchas posibilidades de que Blim desaparezca en un par de años, es probable que su lugar sea ocupado por una nueva plataforma de TelevisaUnivisión. De cualquier forma, en los seis años que han transcurrido desde su lanzamiento, Blim no ha estado ni cerca de establecerse como una alternativa interesante o novedosa en el competidísimo negocio del streaming. Hasta ahora, Televisa ha fracasado en su incursión en este nuevo sector de la industria de los medios; parece poco probable que su alianza con Univisión le permita ofrecer algún servicio de streaming que suponga una especie de revolución, al menos en el mercado de habla hispana.

5 de enero de 2022