Concesiones de medios a Iglesias y el debilitamiento del Estado laico
Comunicación Política

Concesiones de medios a Iglesias y el debilitamiento del Estado laico

Bernardo Barranco

La supuesta concesión de medios electrónicos a iglesias evangélicas que giran en torno a Confraternice, por parte del gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha causado preocupación. La inquietud orbita en torno a la concepción que tiene el Ejecutivo sobre la laicidad del Estado. Y en segundo lugar, el anuncio, generó polémicas y reacciones pues la Cuarta Transformación estaría privilegiando a un conjunto de Iglesias en detrimento de las cerca de nueve mil asociaciones religiosas registradas por la Secretaría de Goberna­ción. Otorgar dichas concesiones, implicaría una reingeniería delicada tanto en la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público como en la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, incluso de la propia Constitución mexicana.

Vayamos por pasos y recordemos el controvertido proceso. El 21 de febrero pasado, el pastor Arturo Farela y 20 acompañantes evangélicos solicitaron al Presidente concesiones de medios de comuni­cación. El 13 de marzo, Farela y Confraternice se volvieron a reunir con AMLO, quien instruyó a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, estudiar jurídicamente el posible otorgamiento de cadenas de radio y televisión a las Iglesias. Farela, declaró: “Que se dé a todas las iglesias y asociacio­nes religiosas concesiones o permisiones de radio y de televisión, así como otro tipo de organizaciones disfrutan de estos derechos. Ya es el tiempo de que se reforme la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público para que todas las iglesias podamos tener concesiones y permisiones de todos los medios de comunicación”.

Por su parte, el presidente López Obrador en entrevista mañanera declaró su simpatía por el proyecto: “Que las iglesias de todas las manifes­taciones tengan posibilidades de tener tiempos y espacios, no lo veo mal”. Más adelante, fundamentó su razonamiento: “un poco lo que sucedió con las redes sociales; cómo de repente, sin censura, ahí se expresa todo, porque en las redes sociales sí creo que un sacerdote puede hablar de un pasaje bíblico y en las redes sociales sí, pienso, creo que lo hacen; los pastores, pueden también hacer lo mismo, hablar de un pasaje bíblico. Entonces por qué en las redes sociales sí y en los otros medios de información, no”.

La respuesta es muy sencilla, la ley lo prohíbe.

La Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, en su Artículo 16 dice: “las asociaciones religio­sas y los ministros de culto no podrán poseer o administrar concesiones para la explotación de estaciones de radio, televisión o cualquier otro tipo de telecomunicación, ni adquirir, poseer o admi­nistrar cualquiera de los medios de comunicación masiva”. También habría que modificar la Ley Fe­deral de Telecomunicaciones y Radiodifusión. Sus artículos 66, 67 y 76 no reconocen personalidad jurídica a las Iglesias como beneficiarias. Otorgar una concesión a Confraternice es compartir fre­cuencias radioeléctricas que son propiedad de la nación y por su importancia estratégica, política, cultural e informativa, va más allá de la voluntad del jefe del Ejecutivo.

¿Quién es Arturo Farela y qué es Confraternice?

El Pastor Arturo Farela, es evangélico y presidente de “Confraternidad Nacional de Iglesias Cristia­nas Evangélicas” (Confraternice). Tiene 65 años y aunque lo ha negado, en Wikipedia lo ligan con la poderosa Iglesia pentecostal Asamblea de Dios. Dicha agrupación en Brasil cuenta con cerca de 15 millones de adherentes y fue unos de los baluartes del triunfo presidencial de Jair Bolsonaro. De plan­teamientos conservadores frente al rol de la mujer, la familia, el aborto y los homosexuales. Farela, en 1992, funda Confraternice como respuesta a las reformas constitucionales religiosas y de cul­to público. Confraternice no es una Iglesia, es un conglomerado de pequeñas Iglesias a las que asiste y representa jurídicamente. Por ello Farela, se ha destacado por el apoyo y la orientación jurídica a algunas iglesias evangélicas de corte pentecostal; su trayectoria no ha estado exenta de polémicas.

Su mayor fortaleza, sin duda, es la amistad con AMLO, a quien ha apoyado electoralmente desde su candidatura a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México en el año 2000. Y por supuesto en sus tres candidaturas presidenciales 2006, 2012 y 2018. Incluso, no le importó franquear las restricciones electorales

que prohíben a los ministros de culto incursionar ni apoyar en procesos electorales a candidato ni partido alguno. Farela violó la ley electoral y con orgullo recuerda que ha sorteado procedimientos sancionadores por haber realizado proselitismo político. Sin embargo, tanto en sus oficinas de la colonia Juárez, a una cuadra de la Secretaría de Gobernación, como en su portal, presume fotos con mandatarios y políticos encumbrados. No cabe duda, Farela es un pastor con vocación de poder.

Acceso de las Iglesias a los medios

El tema de fondo no es el acceso de las iglesias a los medios sino la posesión de estaciones y canales de penetración masiva. La difusión de doctrinas, creencias y proselitismos en los medios de comunicación, es un hecho. Desde hace lustros proliferan. El acceso ya existe y depende de la capacidad económica de cada confesión. Basta sintonizar muy noche la televisión y la radio para encontrar una variedad de programas religiosos. Televisa en las noche vende su barra a la Iglesia Universal del Reino de Dios, asociación brasileña, que en México se llama “Pare de Sufrir”. Dicha Iglesia neopentecostal apoyó decididamente, también, al triunfo de Bolsonaro en Brasil y es una bizarra mezcla de religión y mercado, de empresa eclesial e Iglesia empresarial. Por otra parte, Televisa desde 2008, ha emitido más de mil capítulos de la ramplona serie, “Rosa de Guadalupe” por el Canal de las Estrellas. En cada uno de dichos capítulos, se relata un “milagro” realizado por la Virgen, como fuente de inspiración y esperanza de la fe católica.

Empresas e Iglesias violan la ley

Las limitaciones de la ley no han sido obstáculos para que Iglesias tengan diversas difusoras de radio, sea piratas o bajo prestanombres. La Iglesia católica maneja estaciones religiosas a través de asociaciones civiles en apariencia entidades no religiosas. En el sureste hay docenas de radios evangélicas que operan de manera irregular. En la televisión de paga se difunden decenas de canales religiosos cuya producción se origina desde otros países. Valdría la pena preguntarse por qué los distintos gobiernos han tolerado la notoria violación a la ley y a la laicidad mexicana. En el portal de María Visión, un canal católico que opera desde el Estado de México, Jalisco y Ciudad de México, se lee: “A tres meses de haber salido al aire el 11 febrero de 1994, día de Nuestra Señora de Lourdes, nos convertimos en una señal satelital trasmitiendo a través del Sa­télite Morelos II con un potencial en señal abierta de 4.5 millones de tele hogares en el ámbito nacional y 1.5 millones a nivel internacional”. Cabe notar que gran parte de la oferta religiosa en el espectro radioeléctrico goza de muy baja audiencia.

Hay muchísimos más ejemplos en toda la República. Otra modalidad son los acuerdos y convenios entre estaciones comerciales y asociaciones religiosas.  Los concesionarios comerciales venden sus espacios al aire a programas de contenidos religiosos de corte proselitista que viola la equidad que debe garantizar el Estado. Además de Televisa y TV Azteca, destacan la radios de alcance nacional como Radio Fórmula, otras como Radio 620. Insistimos: ¿Se viola la ley? ¿La Secretaría de Gobernación hace la vista gorda en cientos de emisiones difundidas en todo el país? ¿Los prestanombres son salidas leguleyas? El tema toral aquí no es el acceso, sino la posesión formal de espacios mediáticos, es decir, la pertenencia y administración de estaciones de radio y televisión. Ante casi nueve mil registros de asociaciones re­ligiosas, ¿El Estado podrá responder con equidad para que los mensajes morales sean transmitidos bajo principios de igualdad? No, por supuesto. Si la Cuarta Transformación concede medios de comuni­cación a algunas iglesias, favorecerá a la inequidad. Diversas minorías se verían discriminadas ¿Dónde quedarán los Testigos de Jehová, los budistas, judíos, musulmanes u otras denominaciones evangélicas como La Iglesia Luz del Mundo, por ejemplo? ¿Y las Iglesias históricas protestantes?

El riesgo es retroceder en el carácter laico del Estado. Las emisiones moralizantes de iglesias conservado­ras que se miran en otros países, podrían trasgredir y provocar fisuras a los cimientos de pluralidad y diversidad mexicanos. El peligro es que desde los medios de información se posicione una agenda conservadora que inhiba derechos, que quebran­te libertades y confine autonomías. Además, como se ha visto en Brasil, puede haber un riego político grave. Las Iglesias pentecostales apoyaron a Lula y dos procesos después a su antípoda: Jair Bolsonaro. Lejos de moralizar a la sociedad, se estaría ante el riesgo de una confesionalización tradicionalista de contenidos.

 Que se censuren los derechos sexuales y reproductivos, así como años de lucha de las mujeres y los homosexuales. Que se intente imponer una concepción tradicional de familia y regresar a una noción antediluviana del rol de la mujer. La iniciativa y provocación del pastor Farela es una extraordinaria oportunidad para discutir la pertinencia juarista de la laicidad del Estado. No sólo reducirla a la separación histórica entre las Iglesias y el Estado moderno, ni la diferenciación entre política y religión. Sería quedarse en las coordenadas del siglo XIX.

Más allá de los medios está en riesgo la laicidad

En diversas entrevistas, el pastor Arturo Farela (Confraternice), fue más lejos que la concesión de medios. Por un lado, ofrece la construcción de un instrumento de propaganda religiosa de la Cuarta Transformación tendiente a moralizar el país. Un proyecto espiritual de gran envergadura, tendiente a promover los valores éticos y reforzar la Cons­titución Moral que emitirá próximamente. AMLO, dice Farela, es un presidente cristiano, su proyecto es no solo político sino también moral. El riesgo es que grupos religiosos conservadores, se sientan tentados desde los medios y la operación política a imponer sus creencias a la sociedad. Socavando los principios de pluralidad y diversidad social.

El fanatismo se agita, retumba acechante, sin tomar en cuenta los argumentos divergentes. Por su parte, AMLO y Morena son un misterio. ¿Defienden la laicidad? O, más dramático, ¿entienden lo que está en juego en el Estado laico? AMLO, Cordero y el propio Farela exaltan la libertad religiosa como la esencia de la laicidad pero minimizan la his­tórica separación entre lo político y lo religioso. Y se evapora la responsabilidad de la equidad que el Estado debe proteger al resto de las minorías religiosas y seculares.

El debate no se constriñe sólo en la concesión de los medios sino está en juego la cultura política del país. Habrá que defender la laicidad del Estado frente a las amenazas que se presentan retrógra­das. Hay que distinguir la política del gobierno que persigue fines mediatos y la verdadera política de Estado. Un peligro es subordinar la laicidad a fines políticos mediatos. ¿Sumar a la Iglesias evangélicas a la Cuarta Transformación? ¡Sería una pesadilla! El reto hoy, es repensar a la laicidad del Estado como instrumento jurídico de convivencia entre diversos. El desafío central es la relación entre laicidad y los cambios culturales del México actual. Es decir, la relación entre la laicidad y la secularidad del México contemporáneo. Si la laicidad se subordina a un moralismo campestre, México se expone política­mente a un retroceso lamentable.

Publicado en la edición #231 de revista Zócalo (mayo 2019).

1 de mayo de 2019