Denuncia negligencia en pensión del IMSS
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Denuncia negligencia en pensión del IMSS

Carta Abierta al director general del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Mtro. Zoé Robledo Aburto, con atención al presidente de la República, Lic. Andrés Manuel López Obrador, y a la presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, la Mtra. Rosario Piedra Ibarra.

Señor director, le dirijo esta comunicación pidiendo su intervención para que le sea restablecida la pensión de ascendencia que dicha institución, el IMSS, otorgó a mi madre, Josefina Murillo Morales, por el fallecimiento de mi hermano, el trabajador, en 1996. Esta le fue suspendida desde el mes de agosto de 2022, pues no fue posible llevarla a realizar el trámite de la “Supervivencia”, mismo que fue interrumpido durante 2020 y 2021 en función de los riesgos que acarreó la pandemia de Covid-19, y que ella, por cuestión de edad, debía pasar cada 3 meses, pues desde el 14 de julio y hasta un mes después estuvo hospitalizada.

Como expliqué en el artículo “La burocracia de BBVA e IMSS opera en contra de las personas adultas mayores”, publicado el 7 de noviembre de 2022 en el Sitio de JulioAstillero.com (https://julioastillero.com/mirada-desencantada-la-burocracia-de-bbva-e-imss-opera-en-contra-de-las-personas-adultas-mayores-un-testimonio-personal/), mi madre es una mujer de 87 años postrada en cama desde el mes de julio. Aclaro que la postración y sus consecuencias no es el mayor de sus problemas. Un tumor cerebral de larga evolución la mantiene con una lesión activa de alrededor de 6 centímetros de diámetro en la sien izquierda lo que hace aún más riesgoso su traslado.

Una vez con mi madre en su casa y estabilizadas las rutinas de cuidado me di a la tarea de gestionar la restitución del pago de su pensión, para lo cual acudí a la Subdelegación 9 del IMSS Santa Anita, situada en Cafetal 749 Colonia Granjas México, Alcaldía Iztacalco, la mañana del 15 de septiembre encontrando las oficinas cerradas. Dos semanas después volví. Cabe aclarar que no me sobra el tiempo pues además de mi trabajo y mi casa, dedico 3 días a la semana a su cuidado ya que ella no puede hacer nada por sí misma y 12 horas para trasladarme a su domicilio. Y cuando digo “nada” no utilizo una figura retórica ni busco exagerar para crear un efecto que mueva a compasión, “nada” es “nada”, no puede sentarse, ni siquiera girarse levemente en la cama o sostener el peso de su cabeza, por lo que hay que atenderla desde lo más simple a lo más complicado. Imaginara usted la dificultad que supone sacarla de la cama para llevarla a donde quiera que sea a hacer un trámite.

Ante tantos obstáculos me pregunté si valía la pena tanto esfuerzo y no sería mejor dejarlo por la paz, a fin de cuentas mi madre no moriría de hambre ni sería arrojada de su casa al no recibir esa pensión y, para ser exacta, ni los médicos sabían entonces ni saben ahora cuánto tiempo le queda de vida: días, semanas, meses. Sin embargo, señor director, decidí que era un derecho adquirido y no tenía por qué renunciar a este.

Ya en las oficinas de la Subdelegación 9 del IMSS, cuarto piso, el jefe de sección Iván Marín me indicó, una vez planteado el problema, que debía acudir a la clínica más cercana al domicilio de mi madre para solicitar una visita para que un médico o médica redactara un documento (Nota médica) dando fe de que estaba viva y que no podía ser trasladada para pasar la “Supervivencia”. Lo hice así y unos días después llevé la Nota solicitada y una de las señoritas que atienden en ventanilla me dijo que en unos días uno de los jefes, únicos que pueden salir a hacer visita domiciliaria, llamaría por teléfono y acudiría a la casa de mi madre a realizar el trámite. Le pregunté si había una fecha precisa y me indico que la siguiente semana no sería posible pues tenían mucho trabajo. Tres semanas pasaron y nada, no llamaron y por supuesto no acudieron.

El viernes 4 de noviembre regresé a la subdelegación a preguntar qué había pasado y se me dijo que habían tenido mucho trabajo y por eso no habían acudido y que incluso tenían a otras cuatro personas en espera. Pregunté cuándo entonces y se me dijo: “La próxima semana no porque…, ni la otra porque…”. Ante mi insistencia, pues le dije a la señorita de la ventanilla que mi madre no recibe su pensión desde agosto, salió a hablar conmigo otro jefe, Adrián Hernández, quien se comprometió a hacer la visita el lunes siguiente si yo iba por él y lo regresaba.

Nuevamente los días pasaron y nunca se hizo la llamada ni la visita. Cabe aclarar que yo no les puedo llamar pues argumentan no tener teléfono en esas oficinas del IMSS.

Finalmente, un nieto de mi madre acudió nuevamente en la primera semana de diciembre y el señor Iván Marín se comprometió a acudir ese fin de semana a pasar la supervivencia. Es de llamar la atención que en esa ocasión le indicó que debía llevar la Nota Médica, misma que se le dijo ya estaba en poder de ellos, a lo que aclaró que su vigencia era tan solo de 3 días. ¡Vaya un contrasentido! Exigen un documento con vigencia de 3 días y dejan pasar semanas y meses sin acudir a pasar la Supervivencia al domicilio de una persona incapacitada de la tercera edad.

Cabe hacer notar también que Marín le dijo a mi sobrino que era raro que yo hubiera hablado con Adrián Hernández, pues llevaba dos meses de incapacidad, lo cual me resulta incomprensible a menos que se tratara de un holograma o un fantasma. En fin, el empleado dio su número de celular a mi familiar indicándole que si ese viernes a las 2 de la tarde no le había llamado, marcara él, lo cual hizo sin recibir respuesta hasta la fecha de esta carta.

No pretendo con esta queja que se destituya o sancione a los empleados mencionados, quienes a decir de ellos mismos requieren de la autorización de un superior para salir de la oficina a hacer las visitas domiciliarias, sino que se corrija una situación en la que, a mi entender, se trata de un problema administrativo y la falta de personal con la función expresa de atender a las personas que cursan por situaciones similares a la de mi madre.

Por lo anteriormente referido, solicito su intervención con la incertidumbre de saber si habrá tiempo para que le paguen a mi madre los 6 meses que la institución, que usted dirige, le adeuda, pues su condición es cada vez más delicada. Pero, sin importar lo que respecto de ella pueda pasar espero que este llamado de atención sirva para que a ningún anciano, anciana o persona en condición de discapacidad o incapacidad más se le escatime el pago de una pensión que, en la mayoría de los casos, se requiere para solventar las necesidades más apremiantes.

Se me preguntará por qué no ir gradualmente de funcionario en funcionario en lugar de dirigirme directamente a usted, el director general de la institución. La razón es simple. Mi madre está muriendo y su tiempo y mi paciencia se agotan.

Atentamente

Mtra. Ivonne Acuña Murillo

9 de enero de 2023

Correo personal: [email protected]

10 de enero de 2023