El escandaloso caso del plagio de la tesis de Yasmín Esquivel Mossa. Un recuento de los daños
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El escandaloso caso del plagio de la tesis de Yasmín Esquivel Mossa. Un recuento de los daños

Manuel Tejeda Reyes*

El pasado 21 de diciembre de 2022, en pleno receso por las vacaciones decembrinas, el articulista, escritor y académico de la UNAM Guillermo Sheridan, publicó un texto en el portal Latinus que contenía un misil dirigido directamente a la línea de flotación de la candidatura de la ministra Yasmín Esquivel Mossa a presidir la Suprema Corte de Justicia de la Nación: la tesis de licenciatura que presentó para titularse, en la entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales Aragón de la UNAM, en el año 1987, fue copia de otra sustentada un año antes por un alumno de nombre Édgar Ulises Báez Gutiérrez, quien la presentó en julio de 1986 en la Facultad de Derecho de la misma UNAM.

En septiembre de 1987, Esquivel Mossa defendió la tesis denominada: “Inoperancia de los sindicatos en los trabajadores de confianza del Artículo 123 Apartado A”, pero gracias a la investigación de Guillermo Sheridan se pudo saber que ese texto es en realidad el plagio de un trabajo de titulación previo, cuyo título es: “Inoperancia del sindicato de los trabajadores de confianza del Artículo 123 Constitucional Apartado A”, es decir, la misma tesis, casi el mismo título, el mismo índice y las mismas conclusiones. Salvo un apartado que contiene una investigación de campo en el trabajo que fue presentado y defendido por Édgar Ulises Báez, en julio de 1986, un año dos meses antes de que Esquivel presentara de nueva cuenta y como si fuera de su autoría ese mismo texto, a simple vista resulta que las tesis son iguales.

La primera respuesta de Esquivel Mossa al trabajo de Sheridan fue alegar que todo era falso. Mediante un mensaje publicado en su cuenta de Twitter el mismo día en el que salió la investigación que la implicaba, presentó una carta de quien fue su asesora de tesis, la licenciada Martha Rodríguez Ortiz, en la cual se afirmó que la profesora había asesorado más de 500 tesis de licenciatura; que el trabajo de titulación de Esquivel es original, que no hubo plagio y que lo publicado por Sheridan era falaz. Junto con la publicación de la carta, Esquivel lanzó un desafío y escribió: “Totalmente falso el reportaje de Latinus. Ahora ¿qué más van a inventar?”.

Luego, ese mismo 21 de diciembre, publicó otra carta de Javier Carreón Hernández, quien fue sinodal en su examen profesional, y al día siguiente hizo lo mismo con una carta del doctor José Antonio Núñez Ochoa, que dirigió su tesis de doctorado en la Universidad Anáhuac, y otra del doctor Hugo Ítalo Morales, quien fue director del Seminario de Derecho del Trabajo en la Facultad de Derecho de la UNAM, no en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales Aragón, en la que Esquivel Mossa cursó su licenciatura.

Considerando que el sinodal Carreón Hernández no fue asesor de la tesis sobre la que pesa la acusación de plagio; que el doctor José Antonio Núñez Ochoa dirigió su tesis de doctorado y no la controvertida de su licenciatura y que el director del Seminario de Derecho del Trabajo en la Facultad de Derecho de la UNAM, no tuvo nada que ver en la supuesta elaboración del texto de investigación de Esquivel para obtener su título, en realidad estas cartas sólo sirvieron para dar fe de que Esquivel presentó un examen profesional; que fue “asesorada” por Rodríguez Ortiz y que habría escrito una tesis de doctorado; pero con ellas no se probó que la tesis de licenciatura haya sido original y no producto de un plagio.

El 25 de diciembre la ministra cambió su estrategia de defensa y afirmó en su cuenta de Twitter: “Nada que ocultar. Comparto mi posicionamiento sobre la campaña emprendida en mi contra”. Escribió que el trabajo de tesis es original, de acuerdo con los testimonios citados, aunque en realidad y salvo el de la asesora Martha Rodríguez Ortiz, los restantes no especificaron tal cuestión; también aseguró que ella empezó a escribir la tesis desde 1985, un año antes que Édgar Ulises Báez Gutiérrez presentara su examen profesional; señaló que ya había denunciado “ante la fiscalía correspondiente, el supuesto plagio de mi proyecto de tesis” y que el objetivo de lo que calificó como “difamaciones”, era intervenir en el proceso de elección de presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Posteriormente, la UNAM anunció que había dado inicio una investigación sobre el caso del plagio denunciado; que se habían encontrado “evidentes coincidencias” en la comparación de amblas tesis y que el Comité de Integridad Académica y Científica de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón emitiría una determinación al respecto.

Por medio de un comunicado que hizo público el 30 de diciembre de 2022, la ministra Esquivel señaló que había presentado en tiempo y forma, ante la FES Aragón, cinco medios de prueba para demostrar que ella es la víctima de plagio.

Primero dijo que la directora de tesis presentó el testimonio del otro alumno de la UNAM, Édgar Ulises Báez Gutiérrez, mismo que habría rendido ante notario público. De acuerdo con esta aseveración, Báez Gutiérrez habría reconocido por escrito que él plagió el proyecto de tesis de Esquivel. Cabe resaltar que esa supuesta confesión está contenida en una carta en la que supuestamente Báez reconoce tal hecho. Y esa carta apareció de pronto, así nada más, en el buzón de la asesora Martha Rodríguez Ortiz. Muy gelatinosa la versión, desde mi perspectiva mal construida simplemente porque suena inverosímil.

También afirmó que ella comenzó a hacer el trabajo en 1985 y que el proyecto estaba en manos de la asesora; aseveró que contaba con tres dictámenes periciales que concluyeron que su tesis se cargó en el sistema TESIUNAM antes que la de Báez Gutiérrez, lo cual no estaba a discusión, y que el archivo que contiene la suya fue “indebidamente y de forma ilegal” modificado el 22 de diciembre de 2022, esto último en seguimiento a la especulación que en algunos medios y en redes sociales sostenían quienes la apoyaban, cuando alegaban que “la derecha” y “los conservadores” habían modificado los archivos para sustentar la acusación de plagio. Pero el argumento no duró mucho, porque fue la propia Universidad la que recordó que en la década de los ochenta la UNAM microfilmaba las tesis presentadas por sus estudiantes y que fue hasta después del año 2000 cuando se inició la digitalización de esas mismas tesis, para convertirlas en archivos PDF.

Cuando se hizo la comparación de los archivos PDF de las tesis involucradas, fue que notaron que faltaban ocho páginas en el archivo de la tesis presentada por Esquivel, por lo tanto, se realizó la modificación para agregar las páginas faltantes en el sistema TESIUNAM. En otras palabras, fue posible concluir que no hubo alteración del archivo que contiene la tesis que presentó Esquivel Mossa para hacer aparecer un plagio, lo que echó por tierra lo manifestado por la ministra.

Esquivel también presentó dictámenes que, supuestamente, determinan que ella comenzó a hacer su trabajo en 1985 y las declaraciones de los maestros que participaron en su proceso de titulación.

No obstante, el Comité de Integridad Académica y Científica de la FES Aragón aseveró que esa instancia también encontró evidentes coincidencias entre ambas tesis; pidió a los involucrados que presentaran las pruebas que consideraran pertinentes para darle cauce al proceso y anunció, el 31 de diciembre de 2022, que aún no contaba con elementos suficientes para tomar una determinación; que continuaría con el análisis del caso y que sería hasta después de que concluyera el periodo de vacaciones y consecuentemente también después de que tuviera lugar la votación en la Suprema Corte de Justicia de la Nación para elegir a su presidente, que se emitiría la decisión sobre la denuncia de plagio.

El 31 de diciembre de 2022, Eje Central publicó que había logrado localizar al abogado Édgar Ulises Báez Gutiérrez, quien presentó la tesis antes que Esquivel Mossa. En entrevista con ese medio, el otro involucrado afirmó que el texto original es el suyo y que él nunca había declarado nada ante ningún notario público ni ante alguna otra persona; afirmó que había estado recuperándose de una neumonía y de una cirugía, pero que nadie lo había buscado para formular una declaración respecto al escándalo.

El 2 de enero de 2023, día de la votación para elegir al presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el periódico El Universal publicó en su encabezado que la Fiscalía de la Ciudad de México había concluido que la ministra era inocente de cometer plagio. Por increíble que parezca, la Fiscalía de la Ciudad, luego de una amplia, seria y profunda investigación de sólo seis días, que además fueron feriados, determinó que Esquivel no copió la tesis de Báez Gutiérrez y que fue él quien cometió el plagió, aunque su trabajo se haya presentado un año antes y aunque ese delito esté tipificado en el fuero federal y por lo tanto no le corresponda indagar a la Fiscalía de la Ciudad, sino a la Fiscalía General de la República.

Luego del escándalo que provocó la conclusión de la Fiscalía de la Ciudad de México, las autoridades de esa institución tuvieron que salir a decir que siempre no era cierto lo que se había publicado y se vieron en la necesidad de reconocer que las “investigaciones” que en seis días les habían permitido concluir que la ministra no era plagiaria, en realidad no habían terminado y que tampoco había conclusiones sobre un caso cuya investigación, además, y eso lo sostengo yo, no es de su competencia.

“…la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México desconoce el documento, de tipo comunicado, que circula por diferentes medios y redes sociales, donde se hace referencia, a nombre de esta institución, de supuestas conclusiones sobre la referida denuncia”, se pudo leer en la publicación de la Fiscalía capitalina. En otras palabras, la instancia de procuración de justicia de la Ciudad al servicio de Yasmín Esquivel, o para decirlo en breve, el ridículo total.

Posteriormente, para seguir dejando muy deteriorada la credibilidad de la Fiscalía de la Ciudad de México, por medio de un comunicado, el Comité de Integridad Académica y Científica de la FES Aragón determinó que la tesis elaborada en 1987, es decir la de Esquivel, es copia de la original que se presentó en 1986 por un exalumno de la Facultad de Derecho, es decir, la presentada por Édgar Ulises Báez.

Por curiosidad ingresé al sistema TESIUNAM para medir el grado del plagio. Debe acercarse al 100%. Las consecuencias para quien plagia pueden ser graves, pero Yasmín Esquivel declaró que ella no tiene nada de qué avergonzarse y que tiene una carrera judicial “impecable”, cualquier cosa que el término signifique para ella. Quizá sería bueno referirle que Joe Biden, actual presidente de Estados Unidos, tuvo que abandonar su campaña presidencial de 1987 por haber pronunciado un discurso de la autoría de Neil Kinnock, el líder laborista inglés, a pesar de que el texto se lo proporcionó para su lectura en público uno de sus asesores.

La Rectoría de la Universidad aseveró que en la normatividad de la UNAM no existe la posibilidad de retirarle el título a la ministra. Para ello se apoyó en un documento emitido por el abogado general de la UNAM, que supuestamente explica por qué no se le puede quitar el título a Yasmín Esquivel.

Algunos colegas abogados dan por válidas las explicaciones del abogado general de la UNAM y se encogen de hombros ante la presunta imposibilidad de sancionar a la ministra. Otro grupo aún mantiene el optimismo de que Esquivel pierda su título y, por lo tanto, deje de ser integrante de la Suprema Corte. Y la mayoría de ellos y yo mismo pensamos que el rector Graue no ha estado a la altura de las circunstancias. No es Barros Sierra, me dijo un excompañero, y eso es muy cierto, está a años luz de él. Trabajé en un tribunal y sé que los abogados servimos para encontrar los argumentos de solución jurídica a las decisiones que pueden tener implicaciones sociales y políticas. Más o menos correcta, más o menos legal, si el rector le hubiera solicitado al abogado general que encontrara el sustento jurídico para retirarle el título a la ministra, dentro de la normatividad universitaria y sin exponerse a una controversia legal de la que le resultara imposible salir airoso, lo habría podido hacer, pero no se atrevió.

Me parece que el rector quiere quedar bien con todos y al final no está quedando bien con nadie. Ciertamente, no con los que pensamos que el plagio de Esquivel debe recibir un castigo que vaya más allá de su reputación, la cual está muy venida a menos y en el nivel del subsuelo, pero que como sanción final resulta insuficiente. Y es que el rector está privilegiando evitar enfrentarse con el presidente López Obrador en el año de sucesión en el mando de la Universidad. Entiendo la lógica de esa decisión, pero al final creo que lo único que va a conseguir es fastidiar la reputación de la UNAM.

Por otra parte y dentro de lo bueno que ha traído este caso, me sorprende que pasado un mes de la publicación de Guillermo Sheridan sobre el plagio de la tesis de licenciatura de la ministra Yasmín Esquivel, el tema siga vigente. Quizás ello obedezca a los errores colosales cometidos por la propia Esquivel Mossa a la hora de planificar su defensa; también a los que tuvo su directora de tesis en las entrevistas que concedió a diversos medios de comunicación; los de sus aliados y los que también cometieron los voceros del gobierno, que no quisieron aceptar lo evidente, es decir, que su candidata a presidir la Suprema Corte de Justicia era en realidad una plagiaria y que había mentido y, sobre todo, al hecho de que diversos medios de comunicación, articulistas, profesores, académicos, investigadores y periodistas, fueron coincidentes en no dejar pasar la cuestión.

Lo comenté con algunos amigos: era perfectamente posible que, a pesar de las evidencias, pero debido a las vacaciones navideñas y de año nuevo; por no meterse en problemas; para no agrietar los vínculos con la autoproclamada 4T; para no hacer enojar a la ministra ni a su marido, varios de los que trataron el tema hubieran preferido abstenerse de hacerlo, pero no fue el caso. El asunto se mantiene vivo e incluso sigue indignándonos a muchos.

Creo firmemente que la ministra debería ser sancionada por la obtención de un título universitario que alcanzó de manera ilegítima y obviamente debe retirársele el mismo, así como su pertenencia a la Suprema Corte. Eso tendría que pasar en un país en el que fuera realidad el proceso de transformación, en el que imperara la ley y el estado de derecho. Pero tratándose del caso de una ministra de la Suprema Corte de Justicia de México, propuesta por el presidente López Obrador, con los lazos acreditados de su marido con el propio presidente, me atrevo a augurar que eso no va a pasar. La UNAM no va a osar pelearse con el actual inquilino de Palacio Nacional, a pesar de que el rector Graue anunció que continuará con la investigación.

En el Poder Judicial federal se pensará que el objetivo se alcanzó al haber evitado que Esquivel fuera la sucesora de Zaldívar como presidenta de la Suprema Corte. La población seguirá burlándose de la ministra en las redes sociales, haciendo memes y chistes del tristemente célebre personaje, los caricaturistas tendrán material para recordar el estado comatoso en el que vegeta la “justicia” en México, pero el tema en sí mismo se irá agotando y será sustituido por los nuevos escándalos, omnipresentes en nuestro país, y como siempre, no habrá consecuencias. Ojalá me equivoque, pero no lo creo.

*Abogado y analista político

1 de febrero de 2023