Hacer ajustes en el presupuesto y reorientar puestos de trabajo, es el código de ética post-covid
Laboral

Hacer ajustes en el presupuesto y reorientar puestos de trabajo, es el código de ética post-covid

Redacción

Mientras México se mantiene en semáforo epidemiológico naranja, el mayor desafío post-covid es la actuación ética de las empresas respecto a evitar mayores despidos y apoyar a los empleados a seguir medidas de salud para evitar un rebrote.

“Ética es cuidar el bienestar de las personas, pero resulta que 60% de las empresas ve la implementación de estos programas como algo a implementar por obligación, y no para mejorar la cultura interna y contribuir en que los colaboradores tengan un mejor ambiente de trabajo”, advirtió Fernando Senties, presidente de la consultoría en ética organizacional, AMITAI.

El autor de la obra La Ética en el combate a la corrupción detalló que las empresas tienen un nuevo compromiso con sus empleados y éste consiste en demostrar que el comportamiento ético “no solo está en un documento corporativo”. Ejemplificó que hacer ajustes en el presupuesto, reorientar puestos de trabajo con tal de evitar más despidos y reforzar el compromiso con las comunidades es el nuevo código de ética post-covid.

Entre las iniciativas que más han emprendido las organizaciones en la pandemia destacan las donaciones y los ajustes de costos en la empresa, pero en opinión de Senties un comportamiento ético empieza desde aspectos tan básicos, como regular la carga de trabajo en los colaboradores, trabajando de manera remota, y con un líder que comunica continuamente sobre las medidas para cuidar la salud.

“El comportamiento que hemos visto en muchos líderes es actuar por impulso y arrebato, apresurando despidos o pidiendo a la gente que dedique más horas al trabajo para reactivar la economía”, comentó Senties.

En su opinión, esto atenta contra un ambiente y un código ético, en particular en épocas de crisis donde el costo mayor es la pérdida de vidas.

ABC de la ética post-covid

El también presidente de la Asociación de Profesionales de Ética y Cumplimiento (AMPEC) explicó que un programa de ética retoma valores que son universales para las empresas, por ejemplo, apoyar a un proveedor en situación de crisis económica, como se vive en el escenario actual. Entonces, más allá de pensar en un desembolso financiero para diseñar el programa, la clave es la actitud de los jefes y directores para implementarlo.

“Hay que predicar con el ejemplo, si la promesa post-covid es no generar despidos masivos, lo primero como organización es limitar los gastos, por ejemplo, viajes de negocios innecesarios, para generar un ahorro y dedicar ese recurso a los empleados. Es un asunto de cultura y muchas empresas no quieren hacer ese cambio de mindset”, precisó el consultor.

Advirtió que los principios y valores con los que los empleados conviven en su entorno familiar hoy están concentrados en tener salud e ingresos para las familias. Si eso no lo entiende el jefe e invita a todos a alinearse en ese objetivo, el empleado pierde total vinculación con la empresa y no hay código de ética que cambie esa actitud.

El contenido de un programa de este tipo -agregó- debe ser de fácil comprensión y delimitar los resultados que se esperan de los trabajadores. Además, es recomendable su actualización al menos cada dos años para monitorear los comportamientos éticos.

Fernando Senties puntualizó que en plena pandemia existen organizaciones que siguen pensando que el único fin de la empresa es generar ingresos sin importar la forma en que los consiguen, yéndose por un camino relativamente sencillo como rescindir de empleados. No obstante, “las empresas que sobrevivan son aquellas que entiendan que contar con una cultura ética permite crear esos ingresos, pero con una actitud de respeto y entrega laboral por parte del empleado”, detalló el presidente de AMITAI.

7 de septiembre de 2020