Hoy conversé con un auténtico cristiano: López Obrador
Comunicación Política, Religión

Hoy conversé con un auténtico cristiano: López Obrador

Eduardo González Silva

El 31 de octubre, tristemente dejo de existir a los 94 años de edad, Arturo Lona Reyes, conocido como “El obispo de los pobres” de Tehuantepec, Oaxaca.

Entre la década de los 70 y 80, formó parte del pequeño grupo de obispos mexicanos conocido como la Pastoral del Pacífico Sur, integrada por Fray Bartolomé Carrasco Briseño en Oaxaca, Sergio Méndez Arceo, Cuernavaca, y Samuel Ruiz García, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, además de José Alberto Llaguno Farías, que aunque Obispo-Vicario apostólico de la Tarahumara de 1975 a 1992, en Chihuahua, practicaron la opción preferencial por los pobres.

Esta opción surgida en América Latina fue conocida como la Teología de la Liberación de la que destacaron Elder Cámara y Paulo Freire en Brasil, así como Óscar Arnulfo Romero en El Salvador, Ernesto Cardenal en Nicaragua, y otros más de Guatemala, Honduras, Costa Rica, Venezuela y Colombia.

Sus tareas fueron dedicadas a la promoción humana, producto de los Documentos de Medellín de 1968, que impulso el Papa Paulo VI, durante su visita a Colombia, encomienda basada en la Biblia como parte de la Doctrina Social Cristiana de anunciar el Evangelio y denunciar las injusticias bajo el método de “ver, juzgar y actuar”, expresión católica ratificada por Juan Pablo II en Puebla, durante su impactante primera estancia en México en 1979.

El hidrocálido Arturo Lona, junto con los obispos mencionados fueron incómodos no solo para el Alto Clero latinoamericano, sino para el poder político y económico, en una región del mundo caracterizada por los “gorilatos” las dictaduras militares de la época en casi todo el subcontinente, desde el Río Bravo hasta la Patagonia.

Perteneció al Grupo de Obispos Amigos (GOA), que se opusieron a los poderosos, y al interior de la Iglesia Católica fueron blanco de las sospechas. En México la jerarquía católica históricamente aliada al poder, descalificó a la Teología de la Liberación, a la que acusó de impulsar a grupos guerrilleros y subversivos.

El llamado Padre Obispo, fue acusado por el controvertido nuncio apostólico Girolamo Prigione de apoyar desde el Seminario Regional del Sureste, la formación de sacerdotes y clero nativo de esa zona del país, por lo que se le responsabilizó de estar apartado de la correcta doctrina católica. Lona Reyes, tuvo como lema “los pobres me evangelizan”, y en su labor preferencial por los pobres fue víctima de seis atentados. Fue vicario en Huejutla en la huasteca del estado de Hidalgo, donde trabajó por los derechos de los pueblos indígenas.

El Papa Pablo VI lo designó obispo de la diócesis de Tehuantepec, Oaxaca en 1972, donde reconoció la enorme brecha de desigualdad social en los habitantes de la región. Desde ese año y meses antes de su muerte su prédica la acompañó con trabajo en la creación de cooperativas, empleo y producción. Su obra educativa quedó plasmada con la fundación de 15 bachilleratos maristas y la Universidad Indígena, en la zona mixe de la región Istmo.

Semanas antes de fallecer, ingresó al hospital por problemas de columna; aunque días después se le realizó la prueba COVID-19, y resultó positivo.

El obispo emérito de Tehuantepec, fue recibido el 26 de febrero en Palacio Nacional por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien en su cuenta de Twitter escribió: “Hoy tuve una conversación con un auténtico cristiano, el obispo católico del Istmo de Tehuanpetec, Arturo Lona”.

Asesoró y acompañó a los pueblos indígenas, en especial a los que expresan su resistencia con la llegada de megaproyectos mineros y eólicos al Istmo, y también a la tala inmoderada del pueblo zoque de los Chimalapas (frontera caliente entre los estados de Oaxaca y Chiapas).

Descanse en paz monseñor Arturo Lona Reyes.

Publicado en la edición #251 de revista Zócalo (enero 2021).
15 de enero de 2021