Iztacalco, lugar de resistencia desde tiempos prehispánicos, revela hallazgo
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Iztacalco, lugar de resistencia desde tiempos prehispánicos, revela hallazgo

A partir de obras de cimentación, el arqueólogo Omar Espinosa descubre que los mexicas llegaron a Iztacalco mucho antes de lo que se creía.

A raíz de obras de cimentación para construir un edificio habitacional en el predio con número 785 de Calzada de la Viga, Barrio Santiago Norte de la Alcaldía Iztacalco, se descubrieron vestigios de asentamientos que datan del siglo XIV y que demuestran que el pueblo mexica, último de los nahuatlacas en arribar al Valle de México, llegó a estas tierras mucho antes de lo que se creía y que acá se desarrolló un sistema de dragado y recuperación de tierras, a partir de los recursos lacustres, conocido como chinampeo, cuya ingeniería es distinta y mucho más encomiable que el utilizado en Xochimilco, por citar un ejemplo, donde utilizaban cajones hechos con tablas de ahuehuete y atados con lianas para luego vaciar en ellos la tierra extraída; en el caso de Iztacalco, se extraían grandes cantidades del fondo lacustre y se aplanaba creando vacíos que se rellenaban con el agua salada hasta formar canales que, después conectaron el resto de las vías pluviales extendidas por toda la región.

Esto quiere decir, de acuerdo con el arqueólogo Omar Espinosa Severino, que Iztacalco, junto con Chalco fue de los primeros asentamientos en los que se practicó la creación de chinampas y que no solo era un islote de carga y descarga de productos como el intercambio de hortalizas, flores y sal, que se producían precisamente aquí –de ahí el nombre de Iztacalco, “En la Casa de la Sal”–, sino que los hallazgos del predio 785 revelan que los mexica tuvieron que ocupar estas áreas y resistir al mismo tiempo el yugo de otro pueblo nahua, los tepanecas, quienes las señoreaban.

Al hacer una analogía con el presente, Omar Espinosa dijo que los mexicas habrían actuado como “paracaidistas” y ocupaban los terrenos a donde llegaban a lo largo de su peregrinaje, desde las míticas latitudes de Aztlán, que no se sabe con certeza su ubicación: “hoy se cree que Aztlán estaría entre Chihuahua, Sinaloa y Durango, aunque también hay quienes consideran que pudo ser lo que hoy es el estado de Hidalgo” –dijo–, aunque no siempre las cosas salían como hubieran querido”. Tal fue el caso del islote de Iztacalco. Los tepanecas les cobraban tributo por dejarlos vivir ahí y, al mismo tiempo, los aztecas tenían que establecer alianzas políticas y militares con ellos. Iztacalco se convierte así en tierra de resistencia desde tiempos prehispánicos.

El arqueólogo describió cómo, al visitar las obras de cimentación de predio de Calzada de la Viga 785 y que tuvo que ser separada en dos partes para su estudio, notó las vetas que revelaban, aproximadamente a un metro de profundidad, restos de basura, en especial plásticos, que son los materiales menos degradables que existen hoy en día, como envases de refrescos que, dijo, nos proporcionan información muy detallada respecto del consumo de los pueblos que habitaron en cada época en que se formaron esos sedimentos. Así, hoy sabemos que esa primera capa “como la cebolla de Shrek”, dijo, data de los años 90, pues abundan los llamados “zeppelin” de diversas marcas refresqueras. A mayor profundidad, aparece una delgada línea de cenizas que ya datan de unos siglos atrás y todavía más abajo, unos seis metros, asoman ya vestigios de la primera parte del siglo XIV como son cuchillas de obsidiana, piezas de cerámica y demás.

Durante su participación, la arqueóloga Tanya Anaya conversó sobre la importancia histórica del canal de Otenco número 82 para el desarrollo urbano de lo que ahora es la Ciudad de México y, en especial, la Alcaldía de Iztacalco, donde –dijo–, el dragado más importante da lugar al Canal de la Viga, cuya extensión se prolongaba hasta llegar a Xochimilco.

Por su parte, el arqueólogo Juan Carlos Campos Varela destacó la colaboración entre las autoridades de Iztacalco y el INAH, al mostrar cómo desde el siglo pasado se han establecido zonas protegidas como lo es el barrio de San Matías o La Asunción y muchos otros sitios, donde no se pueden realizar obras que impliquen excavaciones profundas sin previo aviso a esta institución, encargada de cuidar el patrimonio histórico y antropológico de México.

Ante una nutrida audiencia que se mantuvo atenta a lo largo de las casi dos horas que duró la conferencia y que participó activamente con una serie de preguntas al final, en la Casa de Cultura “7 Barrios”, en el Barrio La Asunción, los especialistas respondieron con un llamado a la población para que demanden a las autoridades una mayor atención a este tipo de eventos pues, dijeron, hacen falta más programas de divulgación cultural que estén asociados a un grupo en concreto: “Estamos un poco atados de manos porque si no hay presupuesto para la investigación, difícilmente podríamos estudiar y aprovechar toda la riqueza que nos pueden dejar los vestigios de las antiguas poblaciones”.

19 de diciembre de 2022