JO Tokio 2020, entre la Katana y la pared
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JO Tokio 2020, entre la Katana y la pared

Jorge Sepúlveda Marín

Los de Tokio 2020 serán, sin duda, los Juegos Olímpicos más sui generis de la historia, ya que además de haberse pospuesto un año para realizarlos -lo que sucederá este año-, serán los primeros a efectuarse ante miles de butacas vacías; sin público ni esas grandes y sonoras muestras de admiración de los aficionados deportivos.

La pandemia que sigue girando por el mundo y que aún no tiene fecha para ser controlada -varios científicos anticipan que será el azote de la humanidad durante varios años-, ha puesto al orbe en una situación alarmante y de permanente vigilia, y esto le costará demasiado caro. Ya le está costando.

Los 11 mil mejores deportistas del planeta se darán cita en Tokio a partir del 23 de julio, pero nada será igual a lo que han vivido los más veteranos de estas lides, pues el desfile inaugural estará acotado, como prácticamente toda su estancia durante la justa veraniega a las estrictas medidas sanitarias impuestas por el COVID-19, pero instrumentadas por las autoridades sanitarias locales.

Si bien aún está latente la posibilidad de cancelar la realización de la máxima fiesta del deporte mundial, como lo ha dejado entrever Shingeru Omi, especialista del panel gubernamental de Japón de expertos sobre la pandemia, lo cierto es que los intereses económicos seguramente se impondrán por encima de la salud, como suele ocurrir en casi todo el planeta.

Y no es para menos, ya que de acuerdo con diferentes cálculos, las pérdidas mayores -que se cifran en varios millones de dólares-, serán para las pequeñas y medianas empresas, que en gran medida dependen de un alto volumen de ventas minoristas, ya que dejarán de tener las, muchas veces, abultadas ganancias en estas épocas.

No así Japón, que tiene firmados contratos con el Comité Olímpico Internacional (COI) y con otras empresas e instituciones, que en el clausulado se estipula la posposición y eventual cancelación “por causas especiales”, lo que no evita las pérdidas financieras, que sin duda serán controlables, ya que si bien son cuantiosas -han invertido 15 millones de dólares-, no se salen de control.

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De la misma forma, el COI tampoco vería afectadas sus finanzas ya que ha firmado millonarias pólizas, ante la eventualidad de la cancelación, igualmente por causas de fuerza mayor, que el COVID-19, protagoniza mejor que nada este nada deseable escenario.

Otra variable a tomar en cuenta, en la decisión final que deberán atender los organizadores del certamen deportivo, es la creciente postura opositora a esos Juegos, de los habitantes de la ciudad anfitriona, que si bien el año anterior era minoritaria, ahora ha crecido en consonancia con la pandemia mundial. El 39 por ciento no aprueba la realización y el 32 por ciento, opina que deben ser pospuestos una vez más.

La preocupación de los japoneses está sustentada en evitar a toda costa el aumento de los contagios, que no han podido ser controlados en el país del Sol Naciente, como lo dejó en claro el periódico Asahi, uno de los principales diarios locales: “Es momento de detener nuestras pérdidas y cancelar los Juegos”, señalaba un editorial publicado en abril pasado, ya que tachaba como “irreales” los planes del Gobierno de “redirigir” a los atletas olímpicos, los “ya insuficientes recursos sanitarios” nacionales.

Y es que las vacunas contra el SARS-CoV-2, no han llegado a toda la población nipona, casi 126 y medio millones de habitantes. Los especialistas consideran que para el inicio de los Juegos, 23 de julio, no todos los habitantes estarán vacunados.

Por si lo anterior no fuera suficiente, Japón sufrió en abril anterior un “tercer estado de emergencia” para contener la cuarta ola de contagios que se dio en Tokio, Osaka, Kioto y Hyogo, en días previos al periodo vacacional que se inició en mayo, por lo que de nueva cuenta se hizo un llamado a la población a “evitar los desplazamientos no necesarios” y reanudar la vigencia de las medidas sanitarias para reducir los contagios.

El ministro de salud de Japón, Norihisa Tamura, advirtió en abril acerca del incremento de contagios del coronavirus en el país y en particular en las mencionadas prefecturas, que tienen solo en la capital un acumulado de 123 mil 350 casos y, al menos a Hyogo y Miyagi, “al borde del estado de emergencia”, foco amarillo que coincidió con el anuncio del Corea del Norte de no enviar a su delegación por temor al contagio.

Japón, como muchas naciones del orbe, están, para decirlo en su idioma, entre la “katana” y la pared, ya que tienen un estrecho margen de maniobra impuesto por la pandemia y aunque es un país que ha demostrado salir airosa y fortalecida de cuantas crisis ha padecido, esta parece ser no será una nueva batalla por enfrentar, porque la mejor solución es evitarla.

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Quien parece tener un especial y aislado interés sólo en lo económico deportivo, es Thomas Bach, el titular del COI, quien insiste en la realización de la justa olímpica, al repetir frases de libros de “superación humana”, como:

“nunca ha habido una ciudad mejor preparada que Tokio”,

durante su participación en la reunión virtual de la organización en abril pasado. Alrededor del mundo, las competencias de clasificación se han reactivado y/o ajustado a la nueva realidad que impone la pandemia.

Las sonrisas, los gritos de alegría, las caras de euforia, los gratos pensamientos y los planes de los competidores se regeneran de nuevo. La esperanza de triunfo ante los ojos virtuales del mundo está intacta.

Nadie piensa en que sus ahora cinco años de preparación, los atletas se queden sin su prueba final, sin escuchar las rítmicas estrofas de sus himnos nacionales acompañadas del ondear de su lábaro patrio en lo más alto de los mástiles. Acaso dejar escapar una lágrima de alegría. Acaso pensar en sus seres queridos en la distancia.

Aunque no son las únicas restricciones, en los manuales (Play Book) que ha difundido la organización nipona, con el aval del COI, se establecen medidas y controles para todos los asistentes, atletas, delegaciones y la prensa en todas sus modalidades.

Además se buscará colocar a los deportistas extranjeros, a los representantes de los medios de comunicación, dispositivos para evitar que amplíen demasiado la ruta de su zona de alojamiento a las áreas de competencia.

A la par de exigirles que lleguen a Japón vacunados desde sus países y someterse a las pruebas de evaluación previa a las competencias propias o que deban cubrir para sus medios, respectivamente.

Inclusive a los dirigentes, se les creará una agenda de recorridos por diferentes escenarios deportivos y de reuniones presenciales, en caso de ser aprobarlas, ya que se colocarán pantallas para que sigan a distancia las competencias de los deportistas de sus naciones.

Igualmente el protocolo de las ceremonias de premiación cambiará radicalmente, así como la transportación, ya que esta sólo podrá hacerse en los vehículos adaptados para este servicio.

Una vez más, el país el Sol Naciente está ante un nuevo reto. El gobierno y la ciudadanía buscan el mejor camino para transitar sin complicaciones, de llevar a buen término el compromiso deportivo que adquirieron sin saber lo que le ocurriría al mundo.

Nos sorprenderán con una salida ingeniosa, declinarán tan alto honor. Al tiempo lo agradeceremos, sea cual sea la definición última.

*Académico y periodista

17 de junio de 2021