La crisis de los medios
Comunicación

La crisis de los medios

Mario A. Medina

Las nuevas tecnologías de la información y comunicación, es decir, internet tabletas y celulares, a través de Twitter, Facebook, Instagram, han provocado serias crisis en los medios comunicación, ya que alejaron a las audiencias de la radio y de la televisión y medios impresos. Los portales informativos de youtubers, se convirtieron espacios que poco a poco ganaron seguidores, generando grandes pérdidas económicas a las empresas radiofónicas y televisivas.

Esta situación no es nueva, lleva más de una década, originando que muchos medios, se actualizaran, aunque no muchos se han repuesto ni económica ni políticamente.

Esta crisis tiene que ver con las nuevas tecnologías de la información, y con la “crisis ideológica” particularmente en América Latina, con el ascenso de  gobiernos de izquierda, que fueron mal vistos por fuertes intereses económicos, propietarios de medios o aliados naturales de grandes corporaciones nacionales e internacionales, que se sintieron afectados, ya que dejaron de ser “consentidos”, como ocurría con los regímenes de centro-derecha.

Esto sucedió en Argentina en los gobiernos del Presidente Néstor Kirchner y Cristina Fernández, cuando se enfrentaron al Grupo Clarín, medio de comunicación poderosísimo, representante de la derecha de aquel país, que a raíz de las políticas de gobierno que dejaron de favorecer a los intereses empresariales, se dedicó a golpear al kirchnerismo, como rechazo a la publicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en esos años.

En México, la llegada de Andrés Manuel López Obrador provocó también crisis entre los medios, al dejar de favorecer a un puñado de empresas con publicidad oficial con miles de millones de pesos de ingresos, que recibían de gobiernos priístas y panistas.

Las audiencias empezaron a apagar sus radios y televisores, dejaron de comprar diarios y empezaron a informarse a través de las redes sociales. El periodismo tradicional dejó de jugar un rol destacado, debilitándose como “único generador de información”, lo que ha redituó a favor de internautas, ciudadanos que ahora se dedican a comunicar u opinar tan sólo con su teléfono celular.

Como ya señalaba, la nueva realidad incide lo ideológico y político. Ahora, las empresas de radio, televisión y medios impresos, convirtieron esos espacios en plataformas utilizadas para golpear con severidad al Presidente Andrés Manuel López Obrador como nunca lo hicieron. Esto, es un punto que llama la atención y genera enojo entre buena parte de sus audiencias, televidentes y lectores.

La llegada en varios países latinoamericanos de gobiernos de la centro-izquierda, significó un freno al modelo neoliberal que provocó estallidos sociales y represión contra la población cuya fuerza, a partir de marcos democráticos constitucionales -hay que reconocerlo-, fue gracias al respeto al voto, pero al mismo tiempo se empezaron a fraguar “golpes de Estado silenciosos”, de desgaste para echar cuanto antes a esos gobiernos.

En México, los medios de comunicación, los conductores de los noticieros o los articulistas han perdido dramáticamente credibilidad. Los ratings de éstos han caído, lo mismo que las simpatías de los conductores más “afamados”, quiense han dejado de ser líderes de opinión para convertirse en personajes “detestables”. Sus noticieros se han transformado en espacios poco o nada confiables, pues se antepone a la información plural los intereses de grupos a quienes antes se les pagaba para que “no pegaran”. Una llamada bastaba para que “se comportaran” o para ordenar, “se callaran” porque incomodaban al poder, económico o político. 

Salvo uno o dos noticieros de los llamados nacionales, y algunos regionales, en el resto, sus puntos de ratings producen pena. Destacan muchas veces por su “mala leche”, más que notoria en sus comentarios o por la desinformación que producen, incluso noticias falsas, que nada tiene que ver con la esencia y razón del periodismo.

Para la presidenta de Amedi Jalisco de la Universidad de Guadalajara quien dirigió el Centro de Formación en Periodismo Digital y coordinó la Maestría en Periodismo, Rosalía Orozco Murillo, “la crisis de credibilidad y pérdida de confianza que vive la industria del periodismo radica más bien en una combinación de causas hasta cierto punto perversas. Por un lado, algunos medios informativos operan sin aplicar o tomar en cuenta valores éticos y estándares deontológico-profesionales”, ha señalado la académica.

Frente a esto, por fortuna, hay comunicadores que se han ganado el reconocimiento y respeto de sus audiencias y/o lectores. Allí están el caso de Carmen Aristegui quien ha destacado por su pluralidad informativa. Hoy hace enojar a quienes antes la aplaudían cuando “desnudaba” a los gobiernos priístas y panistas. Lamentablemente muchos seguidores del Presidente López Obrador creen que la obligación de la comunicadora es la de adulador a éste y no criticarlo. Se equivocan.

También destacan, Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela, quienes hasta hace unos días transmitían desde La Octava, el programa informativo y de análisis “Los Periodistas”. Para la derecha empresarial y política se convirtieron en “dos tipos de cuidado” cuando de manera documentada han desnudado los intereses de los grupos empresariales y políticos que se sienten afectados por las políticas del gobierno actual.

Por eso llama la atención que Radio Centro haya provocado su salida de la Octava, cuando el 8.1 de la TV estaba levantando de manera destacada su audiencia. Sus niveles de rating se “derrumbaron de manera alarmante”, se reconoce casi en secreto en los pasillos del trébol Radio Centro, aunque su problema no sólo es la pérdida de puntos, sino el quebranto de la credibilidad que habían empezado a recuperar.

La crisis de los medios en el mundo y en México tiene que ver con la desinformación, con las llamadas “fake news”, el golpeteo político y desde luego con la percepción de que los periodistas en general son un “colectivo poco fiable, a la que se puede comprar o corromper con bastante facilidad, manipuladores”, pero también porque los propietarios de los medios anteponen sus intereses empresariales y políticos a su obligación de ofrecer: libertad de prensa e informar “con la verdad”. Han convertido a sus audiencias, en valor de mercado y un espacio de  “cobro de cuentas”. Pero para su desgracia, los públicos están claros de ello y por eso han decidido apagar sus radios, televisores y activar sus redes sociales.

Orozco Murillo ha citado un estudio de Digital News Report del Instituto Reuters y la Universidad de Oxford, realizado en el 2018 y aplicado en México y otros 27 países, “más del 50 por ciento de los usuarios de Internet se informa sobre asuntos de interés público a través de sus cuentas de redes sociales, principalmente de Facebook. El reporte también reveló que siete de cada diez personas consideran que los medios de comunicación están más preocupados por ganar audiencia y apoyar a grupos políticos que por informar con veracidad, profundidad e imparcialidad”.

Que no le cuenten…

Después de esto, cómo evitar que venga a la cabeza la imagen de alguno comunicadores que afirman que aquel reportaje de la red de prostitución en torno de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre es una fake news!, o cuando, con contundencia, se atreven a afirmar que “más allá del montaje televisivo” de un presunto secuestro que inventó Genaro García Luna, los culpables son los acusados del super policía de Felipe Calderón, con quien simpatiza de manera sobresaliente y deja en duda su profesionalismo, si lo tiene o incertidumbre, si es un asunto de negocios.

12 de abril de 2021