La histórica lucha por el reconocimiento de la radiodifusión comunitaria e indígena
Radio y TV

La histórica lucha por el reconocimiento de la radiodifusión comunitaria e indígena

La Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC), forma parte de un movimiento internacional que busca el reconocimiento y desarrollo de las radios comunitarias en el mundo. Surge en Canadá en 1983 para el intercambio, coordinación, cooperación, promoción y asesoría al servicio de las radios comunitarias, con el objetivo de promover, proteger y respetar el derecho a la libertad de expresión.

AMARC articula al movimiento de radios comunita­rias en Europa, Asia, Oceanía, América del Norte, África y América Latina. Su sede está en Montreal, Canadá y la regiones tienen vicepresidencias y coordinaciones regionales, las primeras son representaciones políticas y las segundas son cargos ejecutivos.

La constitución de AMARC-México inicia en 1992 en el marco de la Quinta Asamblea Mundial de AMARC, con­vocado en la ciudad de Oaxtepec, Morelos. Se reunieron 450 delegados de 55 países los cuales representaban a emisoras de radio bajo distintos nombres “de acuerdo a la región y a su propia definición” (Lamas, 1994, p. 91). En este encuentro mundial “se abordaron discusiones sobre experiencias de comunicación alternativa y so­bre el concepto mismo de ‘comunicación alternativa’” (Lamas, 1994).

La realización de la Quinta Asamblea en México fue gracias a la participación de las radios indigenis­tas mexicanas en la Asamblea de Managua de 1988. También es preciso destacar que otra de la relevancia de este encuentro fue la consolidación de la Red Inter­nacional de Mujeres, que había sido propuesta en la Cuarta Asamblea Mundial celebrada en Dublín 1990, que tuvo como tema central el concepto del Derecho a la Comunicación y “un grupo de mujeres propuso la creación de una red internacional de las mujeres trabajadoras en el sector de la radio comunitaria” (Calleja y Solís, 2007 p.51).

El libro Con permiso, la radio comunitaria en México de Calleja  y Solís (2007) es el primero en abordar la irrupción de las radios comunitarias e indígenas de México y cómo se configuró la estructura organizativa de AMARC-México. Es decir, cuáles fueron sus primeras líneas de trabajo e incidencia política y el papel relevante que tuvieron para delinear una estrategia jurídica en colaboración con la Asociación Mexicana de Derecho a la Informa­ción (AMEDI), en la que se integraron 10 expedientes de solicitud de frecuencia FM.

Los permisos tuvieron una autorización por 7 años para que las comunidades indígenas comunitarias ope­raran su propia estación en los estados de Jalisco, Oaxaca, Estado de México, Sonora, Michoacán y Veracruz.

Las emisoras que obtuvieron su permiso con fre­cuencia FM y potencia autorizada fueron: Radio Ca­lenda de Ocotlán Oaxaca 107.9 FM, con 1000 watts, autorizada en 2005; Radio Jen Poj 107.9 FM de Santa María Tlahuitoltepec, Mixe, Oaxaca con 1000 watts autorizada en 2004; Radio Nandía 107.9 FM de Mazatlán Villa de Flores, Oaxaca, con 370 watts, autorizada en 2004; Radio Uandarhi 107.9 FM del municipio de Urua­pan, Michoacán, con 200 watts, autorizada en 2004; Radio Erandi 107.9 FM del municipio de Tangancícuaro, Michoacán, con 500 watts, autorizada en 2005; Radio Cultural FM 107.9 FM con 300 watts, autorizada en 2004; Radio Bemba 95.5 FM del municipio de Hermosillo, Sonora, con 4000 watts, autorizada en 2005; Radio Ecos de Manantlán 107.9 FM en el municipio de Zapotitlán de Vadillo, Jalisco, con 39 watts, autorizada en 2004; y la Voladora Radio 97.3 FM del municipio de Amecameca, Edomex, con 300 watts, autorizada en 2005.

Estas primeras emisoras comunitarias que obtuvieron sus permisos entre los años 2004 y 2005 corresponden a una etapa muy importante para AMARC-México de acompañamiento para las radios e incidencia política en las instituciones federales como la Secre­taría de Gobernación y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes quienes finalmente fueron las que ejecutaron los permisos, dado que para esas fechas no existía un órgano regulador autónomo para la regulación de la radiodifusión y las telecomunicaciones.

El fenómeno comunicacional de las radios comunitarias y la propia Amarc- México lograron tener visibilidad frente al gobierno y sus instituciones, como tam­bién de otras organizaciones dedicadas a la defensa y protección de DDHH y de la libertad de expresión y en la esfera cultural, intelectual y académica del país.

Una organización de carácter supra­nacional como AMARC y en su vertien­te continental como AMARC América Latina con sedes en México, Argentina, Uruguay, Brasil, Perú, Chile y Guatemala lograron junto con otras organizaciones de radios comunitarias visibilizar a un sector que había sido ignorado y no re­conocido constitucionalmente.

En el caso de México las primeras experiencias de radios comunitarias las encontramos en Veracruz con Radio Teocelo y Radio Huayacocotla quienes obtuvieron permiso para la radiodifu­sión sonora en 1965. La primera en AM y la segunda en Onda Corta, este permiso fue otorgado por parte de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. Am­bas estaciones fueron fundadoras de AMARC- México en 1992.

El incipiente movimiento de medios libres en la Ciudad de México y zona metropolitana

En la Ciudad de México a finales de 1994, año convulso por el surgimiento del movimiento zapatista, la crisis política y económica del país y un duopolio televisivo que dominaba la opinión pública, tergiversando los conflictos sociales del momento, surgieron tres alternativas informativas por radio: Tele Verdad, que no tenía permiso legal, transmitía por el 89.1 FM y en las mismas fechas en los meses de octubre y noviembre, iniciaron transmisiones Radio Pirata en Co­yoacán y Radio Vampiro en la Con­desa. Las tres estaban ancladas al proyecto estratégico de un peque­ño sector de la sociedad civil de la Asamblea de Barrios; su acción se limitó al barrio o a la comunidad elegida como público.

Estas experiencias no lograron su permanencia y tuvieron muy cor­ta existencia pues les confiscaron sus equipos y sufrieron constantes agresiones por altos funcionarios de la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión CIRT, de tal manera que el objetivo de crear un sistema alternativo de comunicación ciudadana se vio frustrado.

En el caso de la zona metropolita­na surgieron dos radios: Radio Inter­ferencia en San Juanico y Radio Neza, en Ciudad Nezahualcoyotl, la cual surgió a principios de la década de los 90 y que obtuvo su concesión en 2018 y es asociada de AMARC-México, ahora bajo el nombre EnNezaRadio. Ambas estaciones se independizaron de la Asamblea de Barrios y fueron operadas por grupos ciudadanos,

A finales de la década de los no­venta, particularmente el año 1999, que marcó el inicio de la huelga más larga de la UNAM, no sólo prevale­cieron las demandas de mantener la gratuidad de la educación en el nivel superior, sino también colocar nuevamente en la discusión nacional la manipulación mediática por parte del duopolio televisivo, las Asambleas no fueron cubiertas por los medios comerciales por lo que se creó la Ke­Huelga, La Pirámide, Radio Zapote y muchos otros en diversas partes del país. Estas experiencias radiofónicas que también convergieron con la apa­rición de Internet detonaron la germinación de proyectos de radios comunitarias en Oaxaca, Michoacán, Chiapas y Estado de México.

A pesar de que la década de los noventa tuvo in­tentos valiosos por impulsar radios comunitarias y alternativas, sería hasta los años 2004 y 2005 que este sector iría formalizando su inserción en el espectro radioeléctrico bajo la figura del permiso, pues no con­taba con una legislación secundaria que reconociera su especificidad. Una deuda pendiente de la reforma constitucional del artículo 2° donde se reconocía que los pueblos originarios podían operar sus propios medios de comunicación, a pesar de la debilidad del mecanismo jurídico dio para obtener permisos y en 2010 se otorgaron 6 permisos más: Radio Tierra y Libertad en Monterrey, Evolución Radio y Radio Aro en Estado de México, Radio Tepoztlán en Morelos, Radio Xalli en Puebla y Radio Zaachila en Oaxaca.

Los desafíos para la radiodifusión comunitaria e in­dígena en México

Los objetivos de AMARC-México en consonancia con el movimiento internacional han estado orientados para hacer incidencia política y transformar el marco legal de las telecomunicaciones y la radiodifusión para el pleno reconocimiento del derecho a la liber­tad de expresión de todas las personas, pueblos y comunidades indígenas, así como los sectores más vulnerables del campo y de la ciudad. Con la Reforma Telecom de 2013 y la LFTyR por fin se reconoció la existencia de los medios comunitarios e indígenas y se estableció que tendrían derecho a recibir el 1% de publicidad oficial y la reserva del 10% del espectro radioeléctrico.

Actualmente, el sector social, comunitario e indígena cuenta con 238 concesiones sociales, 104 concesiones comunitarias y 20 indígenas. Ahora, la AMARC México se conforma por 62 colectivos originarios de 18 estados del país, de los cuales 53 son radios concesionadas de uso social comunitario, 5 concesiones de uso social indígena y 4 concesiones de uso social.

Los cambios legislativos de 2013 y 2014 orillaron a que las radios, sociales, comunitarias e indígenas re­quieran de acompañamiento jurídico, administrativo y organizativo para que puedan ejercer los recursos económicos que las dependencias federales están destinadas a otorgar con el 1% de publicidad oficial y/o tramitar sus concesiones ante el IFT, y esas labores de gestión que propició que la AMARC-México creara nuevas coordinaciones (Publicidad Oficial, Jurídico y Administrativo) para ejecutar con profesionalismo las diversas tareas que requiere el nuevo sector mediático. Y por ende seguir fomentando la formación de sus comunicadores comunitarios para profesionalizar a las y los radialistas.

Actualmente, la Ciudad de México tiene una radio comunitaria conocida como Violeta Radio en el 106.1 MHz. XHCDMX-FM un proyecto radiofónico feminis­ta comunitario y asociado a AMARC-México, la cual obtuvo su concesión en 2017, convirtiéndose en la primera radio comunitaria de la ciudad, trascendente e importante proyecto comunicacional. Sin embargo, que sea sólo una emisora para la metrópoli como Ciudad de México tan diversa y con una gran oferta cultural, refleja que todavía falta mucho para extender las radios comunitarias en la ciudad y en otras partes del país. Persiste una hegemonía de los medios de comunicación comerciales de este sector dado que se tiene un registro de 1395 concesiones frente a 334 concesiones de medios públicos; 238 sociales; 104 comunitarias y 20 indígenas.

Aunque ya se tenga un marco jurídico que genere las condiciones reales para obtener una concesión, el desafío es la sostenibilidad del medio, el artículo 89 otorga el 1% de publicidad gubernamental, pero es insu­ficiente frente a los montos de los medios comerciales, que son con fines de lucro y el sector social comunitario e indígena, se reconoce como sin fines de lucro.

Aumentar el porcentaje de publicidad oficial es una asignatura pendiente, como también lo es que el Instituto Federal de Telecomuni­caciones tenga una política pública más flexible con los trámites administrativos hacia este nuevo sector mediático y que esté acorde con los estándares de libertad de expresión para la radiodifusión libre e in­cluyente propuestos por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

La Mesa Nacional de Trabajo: Alejandro Cabral Por­chas, Francisca Deyadira González Pérez, Guadalupe Blanco Méndez, Haydeé Navarro González, María Euge­nia Chávez Fonseca, María Ríos Anducho Coordinación Ejecutiva: Mireille Campos Arzeta.

(AMARC-México)

30 de septiembre de 2021