La insospechada sonoridad del viento
Radio y TV

La insospechada sonoridad del viento

Gilberto Vargas Arana*

(Primera de cuatro partes)

Crónica del nacimiento de la radio en México

En torno al origen venturoso de la radio, la historia deviene como insistencia para poner punto de partida al gran acontecimiento. La búsqueda de evidencias para responder a la interrogante, básica por su disposición, pero esencial porque determina el cómo examinar el suceso. Discurre llana la pregunta, ¿Cuándo nació la radio en México?

El invento arribó durante el periodo histórico de conformación del nuevo Estado Mexicano, procedente de la revolución social de 1910, para construir su propia revolución tecnológica y cultural y, en una de sus con­secuencias, erigirse como el medio de comunicación de la Revolución mexicana.

El año 2021 deviene conmemorativo del centenario de las primeras pruebas radiofónicas, de telefonía inalám­brica, radiotelefonía o telefonía sin hilos, como entonces le nombraron a la transmisión de mensajes sin el uso de cables, que resultaban indispensables para los otros medios de comunicación como el telégrafo y el teléfono.

Las noticias preliminares sobre pruebas de telefonía sin hilos, publicadas por los diarios El Demócrata, del 26 de septiembre de 1921: “Un teléfono inalámbrico unirá Chapul­tepec con la exposición”, y El Heraldo de México, del 27 de septiembre del mismo año: “Hoy se efectuarán las pruebas de telefonía inalámbrica”, revelaron el punto de partida de un medio indispensable para la comunicación de la sociedad mexicana: la radio. El escritor José Juan Tablada pronto reconoció la fuerza inven­tiva con que se dejó escuchar el nuevo medio, “Ningún descubrimiento tuvo un desarrollo tan acelerado como el Radio, ni otro alguno ha sido tan pródigo en realizar milagros”. 1

La insospechada sonoridad del viento suena a bús­queda de “milagros” sobre su origen; en otros términos, a indagación sobre sus avatares, de cómo sucedieron las primeras transmisiones. De los días de sus apari­ciones en la vida política y sociocultural de la capital mexicana, la Ciudad de México, que albergó el mayor esfuerzo para su nacimiento y desarrollo, aunque no fue exclusivo, pues sucedieron experiencias en Chihuahua y Nuevo León, por esos días de finales de septiembre y principios de octubre de 1921.

El principio de la radio estuvo inmerso dentro de las tareas que por entonces el general Álvaro Obregón, como presidente de la República, atendió para construir un gobierno que: ofreciera estabilidad económica y política al país, tras una lucha armada de la que él mismo fue participe; que tuviera el reconocimiento internacional, en particular de Estados Unidos, y mantuviera el poder político en manos del grupo sonorense, triunfante con el levantamiento del Plan de Agua Prieta en 1920.

Obregón alentó el invento desde sus pruebas ex­perimentales, lo hizo a través de la Dirección General de Telégrafos, que orquestó las pruebas del 27 de sep­tiembre, y en su proyecto militar, con la Escuela Nacional de Aviación, que organizó las pruebas llevadas a cabo en los Campos de Balbuena el 28 de septiembre.

El dilatado y sinuoso camino de la ilusión

La búsqueda de La insospechada sonoridad del viento partió de la re­flexión crítica sobre lo historiado en torno a los orígenes de la radiodifu­sión mexicana. La advertencia de una deuda de investiga­ción sobre el acontecer de este medio de comu­nicación, pero también, la oportunidad de revisar obras previas, discrimi­nar fuentes inéditas e in­terpretar el tema desde la historia, pues los acerca­mientos al tema son, en su mayoría, a partir del periodismo y ciencia de la comunicación. Fernando Curiel lo enfatizó en su aproximación a la radio con ¡dispara margot, dispara! Un reportaje justiciero de la radio mexicana, al decir que: “La historia de la radio mexicana no sólo está por escribirse; también está por refutarse”.2  Curiel escribió sobre la necesidad de historiar la radio en 1987, a 64 años de la inaugural sección periodística dedicada a la radio, publicada por el periódico El Mundo de Martín Luis Guzmán el 6 de febrero de 1923, y de la primera revista con edición especial a la telefonía sin hilos, El Universal Ilustrado del 5 de abril del mismo año. A 57 años de que Excélsior hizo el inédito recuen­to histórico de los primeros años de la radio en una edición exclusiva el 11 de noviembre de 1930. A medio siglo de que apareció el primer Bosquejo histórico de la radiodifusión en México. Su influencia en la educación del pueblo y su importancia como fuente de trabajo, del músico Manuel Barajas y publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en 1937. A 15 años de que apareció Historia de la radio y t.v. en México (1972) de Jorge Prieto.

La Crónica del nacimiento de la radio en México advierte una abierta y franca auscultación, la tarea de historiar sobre los orí­genes de la radio mexicana, para contar cómo sucedieron las pri­meras transmisiones y quiénes le promovieron. Indaga sobre nuevas evidencias documentales, discri­minadas y examinadas, más allá de las obras canónicas. En 2021 discurre el Centenario de la radio, y todavía hay mucho qué decir de su aparición en el país. Las nuevas fuentes revelaron un origen redi­mensionado, 1921 y los años de experimentación que siguieron hasta la construcción del primer cuadrante radio­fónico.

La dinámica que im­pregnó el nuevo medio de comunicación posibi­litó una serie de cruces con otros instrumentos de expresión, lo hizo con la prensa, que le difundió en sus páginas y alentó al establecer sus propias estaciones transmisoras. Las planas de periódico torna­ron en la principal evidencia y fuente para su estudio.

En 1992, la compañía Productora e Importadora de Papel, S.A, (PIPSA) publicó México en cien reportajes, que consideró como uno de esos momentos exclusi­vos, el episodio narrado por el entonces denominado redactor de Excélsior, Arnulfo Rodríguez, sobre las pruebas de telefonía inalámbrica ocurridas el mítico día 27 de septiembre de 1921, escrituradas como el momento del sonido preciso que reveló el nacimiento a la radiodifusión mexicana.3

México hizo del día conmemorativo del Centenario de la Consumación de la Independencia de México un acto de origen. Ningún otro país que le antecediera en la irrupción de la radio como medio de comunicación, cuenta con la coincidencia de tener tan significativa fecha. Estados Unidos puso como arranque de la radio el 20 de agosto de 1920; Argentina el 27 de agosto de 1920. Así, un año y un mes después, México.

Del Salón de los pasos rotos a la magia del inalámbrico

Cuando ocurrieron, casi imper­ceptibles y poco pretenciosos, los ruidos de la asonada convocada por Francisco I. Madero para el 20 de noviembre de 1910, el Presiden­te Porfirio Díaz colocó la prime­ra piedra del proyectado edificio magno del poder legislativo, el 23 de noviembre. Era el sueño del régimen porfirista y de su arqui­tecto Émile Bénard, pero quedó en ello, en sueño interrumpido, que dejó en la realidad, un andamiaje esquelético.

Alcanzó tiempo y recursos para levantar una enorme es­tructura de metal. Era la radiografía de un sueño. El gigante de hierro se vio asediado por todos los vientos posibles, sin contenerlos sin entenderlos, pero la historia lo puso como el escenario donde hubo de ser posible la magia del inalámbrico, que pronto se denominó con simpleza de singular, radio.

La tradición cuenta que el centro de la estructura había sido visualizado como el Salón de los pasos, pensado como el escenario de conexión entre los actores que parlamentarían sobre la vida del país. La historia le tenía deparado otro destino. Al menos en el venturoso día del 27 de septiembre de 1927 (1?), estuvo convertido en el Salón de los murmu­llos, estructurado como el espacio de transmisión radiofónica que desde entonces no dejaría de asediar los aires nacionales.

México vivió su revolución intempestiva, abrupta y casi sin freno, pero llegado el momento, templó la tarea de restaurar. La Constitución de 1917 se convirtió en punto de partida, aunque las faccio­nes no dejaban de batallar y los caudillos seguían cayendo. Cuando hubo de cumplir el Centenario de la Consumación de Independencia, el gobierno en turno, el del general Álvaro Obregón, diseñó un programa empeñado en oponerse a la manera en que años atrás, el régimen porfirista celebró el Centenario de la Independencia, señalada como fastuosa y con miramientos de pompa y presunción por sus logros.

Las expresiones fueron diversas, pero la Exposi­ción Comercial Internacional del Centenario devino como una de las tenidas con mayores expectativas, que tomó como sede precisamente el sueño inte­rrumpido del poder legislativo. Le pusieron material concreto e imaginación.

La fiesta del Centenario

Los empresarios mexicanos organizaron la Gran Ex­posición Comercial Internacional del Centenario S.A., como oportunidad para trascender el festejo del siglo de la Consumación de la Independencia de México. Tras­tocado el comercio nacional por la revolución armada reciente, dispusieron la convocatoria para que durante los meses de septiembre, octubre y noviembre de 1921, tuviera lugar la exposición del comercio mexicano en la estructura que el régimen porfirista ideó para levantar el Palacio Legislativo.

La Gran Exposición Comercial Internacional del Centenario dispuso de un pabellón especial para la Dirección General de Telégrafos. Era una noticia que pasó de ser discreta en el periódico El Demócrata a la extraordinaria realidad de erigirse como el espacio donde tuvo lugar la primera transmisión de telefonía inalámbrica de México, la Telefonía Sin Hilos (TSH).

El Demócrata publicó la novedad por venir, aún sin miramiento del alcance que podría entonces tener la propuesta de la Dirección General de Telégrafos de “patrocinar una exposición de aparatos modernísimos de telegrafía inalámbrica y de telegrafía con hilos, para lo cual ha admitido las proposiciones de algunas casas extranjeras, productoras de dichos aparatos”.4

La comisión de la Exposición Comercial Internacional del Centenario anunció como nueva fecha de inaugu­ración el 25 de septiembre, ya no el 11 de septiembre como se previó al inicio, pero con el aliciente de que asistiría el presidente de la República Álvaro Obregón.

La exposición se pospuso para el domingo 26 de septiembre, pero tampoco prosperó la pretensión de los organizadores. Por fin ocurrió el 27 de sep­tiembre, el día del Centenario de la Consumación de Independencia, la fecha era más que sugerente, para no sólo inaugurar la gran exposición, sino para que sobreviniera la convergencia de otro inédito acon­tecimiento, el nacimiento de la radio mexicana.

*Maestro en Comunicación UNAM/FES Acatlán.

Referencias

(Imágenes proporcionadas por el autor de texto)

1 José Juan Tablada. “La parábola del radio”, El Universal, 17 de agosto de 1924, 1a. sec., p. 3

2 Fernando Curiel, ¡dispara margot, dispara! Un reportaje justiciero de la radio difusión mexicana, México: La red de Jonas, 1987, p. 13.

3 “2 estaciones de telefonía inalámbrica”, Excélsior, 28 de septiembre de 1921, 1a. sec., p. 1.

4 “Exposición de aparatos telegráficos en las fiestas patrias”. El Demócrata, 17 de agosto de 1921, p. 5.

28 de septiembre de 2021