La polarización política como factor de desinformación en un contexto de crisis #coronavirus
Salud

La polarización política como factor de desinformación en un contexto de crisis #coronavirus

César Augusto Rodríguez Cano

Han surgido diversos términos para aludir las calamidades informacionales relacionadas con la pandemia del Covid-19, quizá el más mencionado es infodemia. Se trata de un complejo fenómeno de interacción y distribución de contenidos relacionados en mayor medida con suspica­cias, intereses, emociones, creencias o sinrazones, que con información basada en datos o acontecimientos.

Por más esfuerzos en resaltar los faros que guían las indicaciones más enteradas, por ejemplo de la Orga­nización Mundial de la Salud (OMS) o las autoridades sanitarias en cada país, emerge cotidianamente una trama de información con diferentes coordenadas que se entrelazan y muchas veces enfrentan las versiones oficiales, con la particularidad de que tanto periodistas como actores políticos están involucrados. En este artículo, con el ejemplo de la llegada del coronavirus a México, se expone cómo la polarización política funciona como un factor de desinformación en las sociedades contemporáneas.

El fenómeno de la desinformación y las noticias falsas tiende a asociarse a intereses concretos difundidos me­diante portales falsos, así como a cuentas que esparcen rumores con la alevosía del anonimato. En sociedades con proclividad a creer en entramados de ánimo cons­piracionista, la socialidad en los espacios digitales en un escenario de alerta sanitaria, es un caldo de cultivo que rebasa cualquier esfuerzo de las mismas plataformas para encausar el sentido general de la emergencia. De hecho, una de las características de la desinformación en los tiempos de la posverdad es que la información científica y corroborada está disponible pero se queda a un clic de distancia.

Facebook, por ejemplo, al igual que Instagram, ante la búsqueda del término coronavirus arroja al principio el mensaje “Consulta la información más actualizada de la OMS para cuidarte y ayudar a evitar que el virus se propague”.

Al buscar la etiqueta #coronavirus en Twitter también privilegia un mensaje a otro de los faros de autoridad: “Asegúrese de tener la mejor información sobre el co­ronavirus (COVID-19). Conozca los recursos disponibles de la Organización Panamericana de la Salud (OPS)”. Los resultados del buscador Google, ante el término COVID-19, también toman como referencia a la OMS, además de un video sobre la manera correcta de lavarse las manos; en Google Académico han insertado en su interfaz principal una sección de artículos sobre el COVID-19, con liga a los principales divulgadores científicos: Lancet, Cell, Elsevier, Nature, MedRxiv, entre otros.

Y es que no todo lo que se comparte en redes es desinformación. Basta algunos ejemplos para poner atención a las posibilidades -que también deben exigirse ejercicios verificados- de la autocomunicación colabo­rativa. En primer lugar destaca el rol de los llamados, a falta de mejor término, datavizeros, diseñadores de información que muchas veces de manera volunta­ria establecen brigadas de creación de gráficas para otorgar sentido a las grandes cantidades de datos que se comparten en el día con día. Otro caso es el de los maperos, personas con conocimientos especializados en el uso de software para exponer los datos de manera geolocalizada.

Un tercer caso es el de los llamados hilos, que desde Twitter representan un flujo de información validada colectivamente, en visiones testimoniales o de expertos, para exponer un tema de interés rebasando los límites de la brevedad preestablecida. Se trata de géneros novedosos para encauzar y acompañar la sobreexposición informativa en los ambientes en línea.

Sin embargo, una cuestión intrincada en la información generada en el acontecer diario, ya no se diga respecto a una crisis de la magnitud del COVID-19, es la disputa político-partidista mediante la conversación pública escenificada en los medios periodísticos y los medios sociales de cualquier país, cuyo origen es una paradoja aparentemente sencilla. De un lado el encomiable y sano ambiente de pluralidad que supone una sociedad con diferentes puntos de vista, mientras que por el otro lado la discusión constante por atribuir malos o buenos manejos a la percepción del trabajo gubernamental, una desgastante disputa discursiva de por sí compleja que puede tener efectos en las decisiones de la población.

En Twitter, por ejemplo, una plataforma que reúne a los principales líderes de opinión, esta paradoja es evidente tanto en su dimensión enriquecedora como en la visión desgastante e incluso irresponsable -por ejemplo, la difu­sión de una primera muerte por el COVID-19, el día 15 de marzo, posteriormente desmentida.

Siguiendo el rastro a la discusión sobre el coronavirus en México, en particular a los tuits más influyentes -to­mando como base un mínimo de mil retuits-, el primer hallazgo es que destacan figuras públicas heterogéneas. El común denominador de la presencia de estos tuiteros pertenecientes a las altas esferas de la construcción de percepción pública, es la polarización política. El supues­to de partida, entonces, es el siguiente: la polarización político-partidista contribuye a la desinformación de la población en un contexto de crisis, como es el caso del arribo del COVID-19 a México, lo cual representa un riesgo al incrementar la incertidumbre en la población.

De la búsqueda realizada en un estudio de caso referente a cuentas opositoras, desde las primeras menciones al fenómeno sanitario hasta el 18 de mar­zo, día de la primera muerte comprobada por este coronavirus en México, se lograron identificar tres ideas ampliamente esparcidas: 1) el supuesto ocul­tamiento por parte del gobierno federal de casos de infección por este virus; 2) el intento de contagio de miedo respecto a lo relacionado con la epidemia, con el argumento de las debilidades de la infraestructura y la actuación gubernamental, y 3) en un ejemplo muy concreto, la denuncia de falta de controles evidentes en el aeropuerto de la ciudad de México, pese a que las autoridades manifestaron constantemente un enfoque de vigilancia con otros parámetros. A continuación se señalan los tuits encontrados:

Conclusiones:

Con un análisis exploratorio de la punta del iceberg en términos de construcción de opinión pública, a partir de los tuits más relevantes sobre la crisis del corona­virus en México, se encontró evidencia de la manera como la polarización política de un país (en este caso la intervención discursiva de opositores) contribuye a generar un clima de desinformación. Esto no quie­re decir que la actuación gubernamental deba estar exenta de cuestionamientos o críticas fundamenta­das, que afortunadamente existen, sino que supone el riesgo de que tanto ciudadanos, periodistas o líderes de opinión, desde su posición ideológica, lleguen al grado de acudir a enfoques conspiracionistas -como la denuncia por ocultamiento de casos-, impulsar contagios emocionales que pueden inducir pánico e incertidumbre, además de expresar puntos de vista alarmistas y maniqueos que desacreditan las medidas planteadas por los expertos en materia de salud del gobierno federal, en detrimento de posturas que ali­menten la complejidad, el derecho a estar informados y la certidumbre general.

Entre los actores que han contribuido a este clima de desinformación aparecen periodistas, políticos -el caso más significativo, el del ex Presidente Felipe Calderón- y cuentas militantes, entre otros usuarios no identificados con claridad.

Lejos estamos del país de una sola visión, un aspecto positivo en sí mismo; sin embargo, asuntos como la irresponsabilidad de los diferentes actores ante las visiones que difunden, sobre todo en coyunturas como la crisis global por la pandemia, además de la ausencia de un pacto político e informacional para resguardar la función pública de informar con certeza por parte de medios y periodistas, cobran factura en las defensas culturales de la población, ya de por sí asediada por la realidad del riesgo sanitario y las desigualdades socioeconómicas superpuestas.

Estas exigencias, claro está, debe hacerlas la ciuda­danía hacia los dos lados de la moneda.

*Profesor de la UAM-Cuajimalpa.

@CésarCano

19 de marzo de 2021