Latinoamérica nuevamente pintada de izquierda, sin referentes ni apoyo internacional
Comunicación Política, Hemeroteca

Latinoamérica nuevamente pintada de izquierda, sin referentes ni apoyo internacional

Axel Velázquez Yáñez*

Luego de triunfos significativos para la izquierda como el de Gabriel Boric en Chile a finales de 2021 o el de Gustavo Petro en Colombia a mediados de 2022, fue común observar en medios de comunicación tradicionales y en las redes sociodigitales, imágenes que mostraban a buena parte de Latinoamérica pintada de rojo –o algún otro color llamativo– para ilustrar lo que se ha presentado como una segunda oleada de gobiernos de izquierda en la región, luego de la que tuvo lugar en la década de los 2000 con los triunfos de Hugo Chávez en Venezuela, Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, Néstor Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador, entre otros.

Tal resurgimiento del progresismo en la región tuvo el significativo referente de la victoria en 2018 de Andrés Manuel López Obrador en México, donde la izquierda electoral nunca había alcanzado el poder. Luego de ello, Argentina, Bolivia, Perú y Honduras vivieron escenarios similares. A partir de enero de 2023, Brasil también se ubicará a la izquierda con el regreso de Luiz Inácio Lula da Silva a la presidencia de tal país. No obstante, a diferencia de la primera ola, en esta ocasión hay menos disposición a crear un proyecto en común para la región, incluso, en algunos casos, hay un desmarque explícito de Cuba, Nicaragua o Venezuela.

Hay diversidad en el origen político y social de los líderes de los distintos países, tanto como en los procesos locales que los llevaron al poder. En algunos casos, su triunfo dependió del descontento en sociedades que pueden virar ideológicamente de un momento a otro sin mayor reparo en el proyecto político. Lo anterior deriva en la necesidad de cuestionar en qué consiste el proyecto de la izquierda en el poder en este momento y en esta región.

En el marco de una economía globalizada en la que si a los grandes capitales no se les facilitan las condiciones necesarias para su ganancia, éstos se pueden mover libremente a otro punto geográfico, es comprensible el pragmatismo por el que optan buena parte de los líderes políticos al llegar al poder. A ello hay que sumar el complicado panorama económico al que se enfrenta el mundo luego de la pandemia que inició en 2020. Así, por ejemplo, hay consciencia de que, aunque discursivamente se decrete el fin del neoliberalismo –como ocurrió en México–, las prácticas neoliberales continúan.

La falta de referentes claros para los gobiernos de izquierda, impide que éstos construyan símbolos coherentes que deriven en la creación de una base social con una reserva discursiva para respaldar el programa político y hacer frente a los intereses creados que se oponen tanto a los liderazgos populares como al mínimo esfuerzo de redistribución de la riqueza. No es el caso de México, pues el liderazgo del presidente López Obrador se construyó a lo largo de décadas de trabajo de base recorriendo el país y con el establecimiento de alianzas estratégicas una vez en el poder.

No obstante, en el caso de la prisión provisional dictada al hasta hace poco presidente en funciones de Perú, Pedro Castillo, a partir de la información disponible son notorias dos carencias: un programa político claro con una base social que lo sostuviera y el apoyo internacional de sus pares a partir de la afinidad político-ideológica. A pesar de ello, de manera espontánea han ocurrido manifestaciones multitudinarias en contra de su deposición, al mismo tiempo, el presidente mexicano, casi de manera solitaria, ha mostrado un decidido apoyo a Castillo y ha manifestado la abierta solicitud de asilarlo.

Si bien los análisis de corresponsales y especialistas no tardaron en señalar la poca habilidad política del peruano y lo contraproducente que sería mostrar apoyo a quien osó atentar contra la democracia. La pregunta de fondo sería a qué se apela cuando se habla de institucionalidad y por qué hay una versión única en la mayor parte de los medios de comunicación internacionales que no habla de la represión que se vive en el país luego de la captura de Pedro Castillo ni difunde con el mismo ímpetu las ocasiones en que en los medios peruanos se ha colado el descontento social hacia esa versión mediática.

Frente a un congreso que no le permitió gobernar, el mandatario depuesto apeló a una figura existente en la legalidad peruana que es la disolución de dicho poder y la convocatoria a un nuevo constituyente. Si bien es cierto que también es posible destituir al ejecutivo por incapacidad moral, tal como lo hicieron, lo que se revela es la inclinación de la comunidad internacional, y de los principales medios, en favor de la desaparición de los liderazgos populares y la reinstauración del orden previamente establecido.

En el caso de los medios de comunicación mexicanos, llama la atención que las declaraciones del presidente López Obrador en favor de la libertad de Pedro Castillo sean enmarcadas como intervencionismo. Incluso se recurre a entrevistar especialistas peruanos para preguntarles qué opinan sobre esa actitud del mandatario mexicano. Lo que hace falta en esa cobertura internacional es lo mismo que se echa de menos en buena parte de las discusiones políticas locales: apertura para discutir el statu quo. Ir más allá de las afinidades ideológicas y los prejuicios sobre las formas para tener discusiones de fondo.

Del lado de los gobiernos de izquierda, se notan al menos dos grandes problemas estratégicos. De entrada, la falta de programas compartidos resta legitimidad a la defensa de los proyectos políticos que encabezan los líderes populares. Luego, la anteposición de las diferencias a las afinidades entre gobiernos progresistas, da por sentado el hecho de que los intereses creados, nacionales e internacionales, que temen a la justicia social por mínima que ésta sea, lo mismo se pueden organizar en un país que en otro. Es un error voltear la vista hacia otro lado, en espera de que el colaboracionismo derive en estabilidad política a nivel local.

*Doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM

@avelazquezy

4 de enero de 2023