Los latinoamericanos somos más proclives a la literatura real maravillosa: convivir la fantasía de manera permanente, casi normal
Periodismo

Los latinoamericanos somos más proclives a la literatura real maravillosa: convivir la fantasía de manera permanente, casi normal

Entrevista con Frida Varinia, en el marco de la IX Feria del Libro Independiente

Alicia Alarcón*

El ser humano está dividido entre dos mundos, el concreto-histórico y el de la fantasía. Estamos construyendo nuevas realidades que nos permiten sobrevivir y al mismo tiempo estimular la creatividad. Lo fantástico se hace para romper con una formación muy tradicional, así lo explica Frida Varinia, poeta y escritora, en entrevista a propósito de su libro Agonía de un instante. Los orígenes del cuento fantástico mexicano y una propuesta antológica, bajo el sello de Quadrivium Editores, que se presenta en la IX Feria del Libro Independiente.

Frida Varinia pertenece a una dinastía de escritores y artistas; su madre, la historiadora de arte Milena Koprivitza, y su padre, el poeta Raymundo Ramos. La conocí hace dos décadas en la escuela de escritores Ricardo Garibay, en Cuernavaca, Morelos. Siempre hemos coincidido en actividades culturales y nos hemos leído nuestros trabajos literarios y periodísticos. Hace dos meses me invitó a presentar su libro, y aquí estoy mostrándolo al público lector para que recorra sus páginas y se adentre en el estudio sobre la teoría literaria del cuento fantástico, y en la lectura de 24 relatos fantásticos mexicanos, que como rollo de papiro se desenvuelven en misteriosos eventos, creando complicidad en el lector.

El título de Agonía de un instante… refiere a un momento fantástico, como cuando el místico tiene una comunión con dios; es un instante, y habla de agonía porque es una especie como de vida o muerte. Su autora cuenta la historia de esta obra, la cual nació hace casi tres décadas. En un principio se trató de una investigación de tesis para recibirse en la licenciatura de literatura latinoamericana. En ese entonces su papá, el poeta Raymundo Ramos, quien fue su profesor, a la vez que director de tesis “honorífico” (por reglamento académico no puede fungir como tal), le dijo que, aunque no era importante saber de todo, sí lo era saber de México, y que investigara un tema que no estuviera estudiado a fondo, así que se especializó en literatura de cuento fantástico mexicano. Fue un trabajo doblemente cuidado porque estaba no nada más bajo la lupa del papá escritor sino del rigor que implica un trabajo de tesis. Después tuvo la inquietud de publicarlo, y en ese periplo conoció al que actualmente es su pareja de vida, Alfredo Castro. Así que con la primera edición de Agonía de un instante también nació Quadrivium Editores. Finalmente, se dio cuenta de la necesidad de teorizar, a fin de que los estudiosos del tema pudieran profundizar en este universo llamado fantástico bajo qué criterios y bajo qué marco teórico.

Aquí la entrevista

-¿A qué público va dirigido?

-Cuando salió la primera edición, yo pensaba nada más en un producto literario en que la gente pudiera leer estos cuentos que son muy conocidos, bajo la óptica de lo fantástico, así que al final de cada uno integré una ficha que muestra por qué son fantásticos. Al paso del tiempo sí me di cuenta que hay una necesidad de teorizar, a fin de que quien se dedique a esto profundice en el tema; a qué le estamos llamando fantástico, bajo qué criterios y bajo qué marco teórico. Este libro puede tener dos tipos de público: el especializado que le interesa el análisis y la teoría literaria y, por otro lado, vuelve a ser un público general que deguste estos cuentos. El público puede elegir qué le interesar leer, la parte teórica o los cuentos, o ambos. Se trata de un doble propósito y ahora se complementa.

-Actualmente, ¿qué importancia tiene el cuento fantástico?

-Cuando estuve investigando descubrí que el ser humano está dividido tajantemente, entre el mundo concreto-histórico al que nosotros pertenecemos y el mundo de la fantasía, de ensueño, digamos en la literatura, metafórico, lleno de fantasías. Lo fantástico para mí es el equivalente a la capacidad creativa del ser humano. Sin embargo, para cumplir como género literario debe tener ciertas características porque se presta a ser demasiado amplio; qué se considera fantástico y qué no, o bien, cuáles son las fronteras que va tocando: lo real maravilloso, lo sobrenatural, lo folclórico, las leyendas, el mito. Todos son ámbitos que se tocan y a veces una misma historia, por su tratamiento, puede ser una leyenda tradicional, pero al mismo tiempo puede ser un cuento fantástico. Por ejemplo, La llorona; todos sabemos que procede de una tradición oral, de leyendas míticas de nuestro país, y que ha tenido muchos tratamientos con diferentes autores, pero la que yo propongo de Artemio del Valle Arizpe cumple como un cuento fantástico, por su construcción literaria porque el autor recrea la historia y nos la da con otra visión y la inscribe dentro del género

-Muchos especialistas teóricos literarios señalan que el cuento fantástico nace en el siglo XIX con Hoffman, y su cuento El hombre de arena, ¿coincides con ellos?

-Yo me fui más con la idea de quién inaugura no tanto lo fantástico, pero sí el preámbulo, el antecedente del cuento moderno. Yo me voy más con Edgar Allan Poe, él escribía cuento de todo, pero al final de su vida escribió más cuento de horror. Sin embargo, él fue el primero que caracterizó al cuento fantástico moderno; fue el primero que delimitó que fuera breve, que se pudiera leer de una sola sentada, que tuviera una serie de pistas para el lector, ir descubriendo el misterio que encierra el cuento, y que tuviera una estructura: una introducción, un clímax, un desenlace.

-En el capítulo tres, el cual señalas como el núcleo del estudio, afirmas que lo fantástico se convierte en el sujeto y en el objeto. ¿Puedes explicárnoslo?

-Lo fantástico es un fenómeno que desborda cualquier anécdota. La literatura está diseñada para tener una anécdota que el escritor recrea con su propio estilo y la da a conocer a su propio lector. En lo fantástico es todo un tratamiento que involucra no nada más a los personajes y a la anécdota que está contando, sino que sabe que hay un lector cómplice porque intuye o da a entender que está detrás de esa historia que va a juzgar si esto es o no fantástico. Por una sencilla razón que describe Umberto Eco, cuando nos dice toda su teoría sobre la obra abierta: el escritor propone, pero el lector dispone. El lector se queda con la respuesta final de quién tiene la razón, si esto es verdadero o es falso porque lo fantástico está cimbrado en una historia inexplicable. Sin embargo, desde la teoría de Todorov el autor no da elementos para que se explique el cuento, sino que lo deja en suspenso. Ese suspenso ya es fantástico, y como lector acabas de completar la lectura. De esta forma, puedes quedarte con la idea de que fue sobrenatural, fue una fumada, una locura, un milagro, yo lector me quedo expectante, lo asumo, lo gozo, lo padezco, me quedo con la verosimilitud de cómo me lo está narrando el autor. Ejemplos como los cuentos de Elena Garro (¿Qué hora es?) y Carlos Fuentes (Chac Mool), está de más que te da pistas para obtener una respuesta coherente de qué es lo que sucedió ahí.

Borges por eso es maravilloso al decir “yo no creo en las brujas, pero me dan miedo”. Y es un poco este asunto, a lo mejor desde el mundo de lo racional muchas cosas se van cayendo si tú quieres darle seguimiento desde la razón; hay un montón de cosas que están fuera de lo racional, de lo real, y que van teniendo una realidad literaria en donde empieza el autor a jugar con el lector. En este sentido yo trato de decir que el objeto y el sujeto son la misma cosa, están relacionados de forma dialéctica, ya que uno no puede estar o vivir sin el otro.

El que escribe y el que lee, son una especie interactiva. Se reactiva permanentemente con los ojos de los lectores.

En la Antología del cuento fantástico mexicano no incluiste a Juan Rulfo, ¿por qué?

-Ese fue de los primeros retos que tuve. Por más que le di la vuelta estamos con fronteras muy cercanos a otros géneros como lo real maravilloso. En el caso de Rulfo pone como cómplice al lector; aquí sí se vale que los muertos hablen, aquí sí se vale ver fantasmas, aquí estamos compartiendo casi una idiosincrasia, una forma de ver el mundo en la que no está reservada, desactiva la parte de la sorpresa. No causa problema ni conflicto al contexto de los cuentos, es algo normalizado. En cambio, en lo fantástico no se permite normalizar el hecho insólito porque en ese momento se rompe. Todorov lo llama dubitativo, estamos dudando de lo que estoy presenciando, es verdad, mentira, y cuando estoy en esa confusión, la historia desaparece, concluye. El texto no te permite la convivencia ni la familiaridad con el fantasma porque en el momento que crees aceptarlo se rompe la lógica, la realidad.

-La antología incluye sólo a tres escritoras: Elena Garro, Amparo Dávila y Leonora Carrington, ¿estas diferencias de género están disminuyendo?

-Hace treinta años no lo vi con esta intención de género. Estaba muy acuciosa en la búsqueda del cuento fantástico. Quizás ahora sí me gustaría ingresar más mujeres del siglo XXI porque mi antología termina en el siglo xx. En la actualidad estamos aún rezagadas, pero es un buen tema de investigar a escritoras mexicanas modernas afiliadas al género de lo fantástico.

-¿Cuál era tu sentir con Borges? ¿Por qué al principio tenías tus reservas, no sé si al autor o a la persona, y al final muestras una gran empatía con su obra? A qué se debe que escribiste esta anécdota, y por qué este cambio.

-En la década de los ochenta ubicaba a Borges como un autor del poder. Tenía reticencia a conocerlo porque me molestaba que había personas que trataban a los escritores como estrellas de rock. Realmente preponderaba más el prejuicio que haberlo leído a cabalidad. Cuando vino a México, yo estaba leyendo Siete noches, un libro de ensayos maravilloso. Cuando empiezo a hacer la investigación mucho del trabajo de campo está en lo que él hizo con Bioy Casares.

Finalmente, cuenta que asistió a una conferencia de prensa en la antigua Cineteca, donde presentaron un documental de Borges. Frida dice que ese acto se le hizo cruel, puesto que Borges no iba a poder verlo, ya que estaba ciego. Al terminar la proyección empezaron las preguntas, e ingenuamente ella cuestionó al escritor argentino con qué era lo fantástico. “Lo fantástico es tan vasto como la propia vida”, le dijo a la escritora en ciernes. En ese momento se dio cuenta de su ingenuidad e ignorancia sobre el tema. Sin embargo, como es muy empecinada todavía se acercó a saludarlo. “¿Tú quién eres?”, le pregunto Borges, y al momento le recitó un poema de aves y flores, es decir del que no recuerda nada. Fue la oportunidad de empezar a conocer su obra.

“Entendí también que la fama de los escritores es un producto que ellos no siempre promueven. Por eso me atreví a integrar en el libro esta anécdota al final del libro, y que se titula CODA”.

Frida Varinia Ramos Koprivitza estudió literatura latinoamericana en la Universidad Iberoamericana, y Filosofía en el Colegio de Morelos. Ha impartido cátedra en la Universidad Nacional Autónoma de México, en la del estado de Guerrero y actualmente en la del estado de Morelos. Tiene dos premios nacionales de poesía y un premio iberoamericano de ensayo otorgado por un organismo intitulado Documentación y Estudios de la Mujer, AC. Ha publicado poesía, narrativa y ensayo, entre las que destacan el poemario Sitio de voces, expresiones por la paz (2015), y los cuentos Placer de dioses, historias peregrinas (2017).

*Titulada en Ciencias de la Comunicación, UNAM. Egresada de la Sogem. Ejerce el periodismo narrativo a través de ensayos personales, entrevistas, testimonios y relatos, y especialista en promoción a la lectura.
6 de octubre de 2021