Los marchistas y Heberto Castillo
Comunicación Política

Los marchistas y Heberto Castillo

Que no le digan…

Mario A. Medina

En la tribuna de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, a propósito del fraude electoral en 1991 en contra de Salvador Nava Martínez candidato del PAN, el ingeniero Heberto Castillo Martínez, inventor de la tridilosa, preso político del 68 y diputado del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), dijo: “mal haríamos como partido político que cree en la democracia que sólo creemos en la democracia cuando nos conviene”.

La historia de los fraudes electorales en nuestro país no parte de 1988, cuando el priísta Carlos Salinas de Gortari le robó la Presidencia de la República al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. El PAN había sido víctima antes de muchos fraudes en su contra. Luis H. Álvarez en 1986, en Chihuahua, por ejemplo.

El 18 de agosto de 1991 se enfrentaron por la gubernatura de Guanajuato, Ramón Aguirre por el PRI; Vicente Fox por el PAN y Porfirio Muñoz Ledo por el PRD. La victoria, según las autoridades electorales de esa entidad, fue para el priísta (53.1%); el panista obtuvo (35.5%); en tanto el perredista quedó en el tercer lugar. Vicente Fox acusó fraude electoral.

El 29 agosto el Colegio Electoral de la legislatura local, declaró gobernador electo a Ramón Aguirre; pocos minutos después renunció de manera “irrevocable” al triunfo. Un día después esa misma legislatura, con mayoría priísta, declaró gobernador interino al panista Carlos Medina Plascencia. Medina llegó a gobernar como parte de las negociaciones entre el PRI de Carlos Salinas y el PAN de Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez y Felipe Calderón.

Salinas había sido legitimado en el poder a cambio de algunas reformas que el PAN consideraba estratégicas para el país: la apertura económica, la desaparición del ejido, el restablecimiento de las relaciones del Estado con la Iglesia, la ciudadanización de los órganos electorales y la reprivatización de la banca. Salinas cumpliría al pie de la letra su compromiso. Fue la génesis de lo que hoy conocemos como el PRIAN.

De aquella demanda de “ciudadanización” de los órganos electorales, nació el Instituto Federal Electoral (IFE), producto de la “concertacesión” entre el PRI y el PAN. La institución nació viciada, corrupta, mañosa. Al organismo no se le puede negar avances importantes que hoy deben de prevalecer.

A la llegada al poder cuando Vicente Fox asumió la Presidencia de la República, el partido albiazul recurrió a las mismas prácticas priístas: estafas, imposiciones, alianzas oscuras; el fraude cibernético, todo en medio de hechos de represión, corrupción donde PRI y PAN acordaron aquella máxima de “tapaos los unos con los otros”.

Algunos personajes de la izquierda llegaron a la Presidencia del Instituto Federal Electoral (IFE) como José Woldenberg (1996-2003), quien fue militante del PSUM y PMS, o Leonardo Valdés Zurita (2008-2014) del PMT. Este último en su calidad de consejero ciudadano fue acusado de ser parte de quienes fraguaron el fraude electoral contra Andrés Manuel López Obrador en 2006.

Además de López Obrador, desde luego, lo hicieron, al menos, dos personajes perredistas que anunciaron que marcharán el domingo para defender al INE: Jesús Zambrano y Guadalupe Acosta Naranjo.

El representante del PRD ante el IFE en aquel momento, Camerino Márquez, criticó el uso de las encuestas como material propagandístico para favorecer al candidato Felipe Calderón. Su propósito, acusó, era generar entre la ciudadanía la convicción de que el panista iba a ganar.

En septiembre de 2011, en declaraciones al diario El economista, el expresidente del IFE Luis Carlos Ugalde (2003-2007) reconoció que el 2 de julio de 2006 recibió presiones ríspidas de Vicente Fox y hasta agresiones verbales de panistas que lo obligaron a declarar ganador a Felipe Calderón, a pesar de que “los resultados preliminares hablaban de una elección cerrada con Andrés Manuel López Obrador”.

En estos días, previo a la marcha de este domingo, en lo que llaman en “defensa de la democracia”, participará seguramente un importante número de personas identificadas con la derecha de este país, con el conservadurismo; incluso lo harán quienes hasta hace poco se definían de izquierda, y hoy se dicen socialdemócratas.

Están en todo su derecho a marchar y a expresar su descontento contra la iniciativa presidencial que reformaría varios aspectos de la vida electoral de nuestro país. Como señalé en mi entrega pasada, “hay aspectos de la propuesta presidencial con los que difiero” pero es necesario que este INE sufra una reforma a fondo, que sea un órgano verdaderamente autónomo e independiente.

Muchos de quienes van a marchar, ciudadanos comunes, están convencidos de que el INE no se debe tocar y que debe continuar tal como está; se les olvida, por falta de memoria o por conveniencia, que el organismo encubrió no sólo los fraudes electorales “famosos” contra López Obrador y Cárdenas Solórzano, incluso contra de Manuel J. Clouthier. Ha habido cientos de fraudes contra quienes aspiraron a ser diputados, presidentes municipales o gobernadores, quienes se vieron trampeados.

Este domingo marcha la derecha que en sí misma se constituye en una forma de pensar, a partir de una aspiración: (su) estabilidad sobre el deseo del cambio de la sociedad y, desde luego, su propósito es defender proyectos que sólo beneficien a un reducido grupo de individuos que ven, en la reforma, peligrar su status quo político y económico.

En la invitación a participar en su manifestación, los marchistas convocantes, principalmente los identificados con el PAN y organizaciones afines a este mismo partido, han llamado a participar a quienes son izquierda o a los “morenos”. Apuestan a nuestro olvido, a que no recordemos las vergonzantes historias del IFE y del INE.

Dice el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, que desde que existe el INE como tal, los fraudes electorales fueron erradicados. Una gran mentira. Se le olvida la corrupción que prevalece en los llamados Organismos Públicos Locales Electorales (OPLES) o en el Consejo General para favorecer a quienes los pusieron allí, además de un infinito etcétera.

Los abajo convocantes no llegarán al Zócalo; seguro porque saben que su convocatoria no tendrá más eco que en ellos mismos. El ejemplo de Heberto Castillo les queda enorme. Sólo creen en la democracia cuando les conviene.

Que no le cuenten…

Era el 20 de julio de 2012. “Tenemos la certeza de que existen aquí evidencias fuertes, contundentes del manejo ilegal de recursos durante esta campaña», señaló el presidente del Partido Acción Nacional (PAN), Gustavo Madero. En tanto, el dirigente del PRD, Jesús Zambrano, dijo que “espera que el Tribunal Electoral tome en cuenta los señalamientos y evidencias que sustentan nuestros dichos», ambos se referían a la compra de votos mediantes las tarjetas Monex, Soriana, Aurrerá, Chedraui, Walmart. ¿Se acuerdan o ya se les olvidó?

11 de noviembre de 2022