Mesa de redacción
Las empresas mediáticas decidieron por motu proprio convertirse en otro actor político, en la disputa electoral de junio por el congreso, cuando su lugar debiera ser el de observador y facilitador del debate plural y de diálogo entre los contendientes políticos.
Tradicionalmente, los medios privados han jugado del lado del ganador,
cuando éste como partido en el poder, llenaba sexenalmente las cuentas
bancarias de los empresarios, a través de contratos de publicidad para evitar la imagen del político corrupto; el audio de la revelación compro metedora o la nota en primera plana de las pifias gubernamentales.
El silencio valía oro para esas empresas.
Pero desde 2019, la historia en este país cambió drásticamente desde
que arribo a la Presidencia el primer luchador social que llega al máximo
cargo político del país, Andrés Manuel López Obrador. La compra de voces
y plumas terminó, al eliminarse las enormes partidas presupuestales
destinadas a los varones de la industria informativa.
Esa transformación no fue tolerada por esas empresas porque les
fue cortado el suministro económico publicitario, pero también porque
fueron, y son, exhibidas sus complicidades con los anteriores gobiernos.
Decenas de empresas y periodistas que aparecen todos los días en los medios figuran en listas ya publicadas. Ambos desafíos, fueron demasiados, y el vaso “se derramó”.
Ya sin el apoyo del ogro filantrópico, los empresarios decidieron quitar se la máscara de pluralidad, y desde 2019 juegan a la oposición, como si
fueran partidos políticos, y disputan o rebaten cotidianamente la agenda
pública al gobierno de la 4T.
En 2018, esas mismas empresas, perdieron estrepitosamente, al igual
que los partidos de la oposición. Un tsunami electoral de 30 millones
de votos, convirtieron en cenizas el discurso visceral y tergiversado de
aquellos informadores.
Ahora, en la contienda electoral de 2021, tres años después de aquel
2018, las mismas empresas y sus empleados vuelven a jugar la carta de la oposición. Estará en el electorado, si aquellos varones del dinero, olvidando la tarea social de informar, son nuevamente derrotados o regresan
a la placidez de antaño.
