Que no le digan…
Periodismo

Que no le digan…

Se pasaron

Mario A. Medina

Un despropósito “no santo”, por decir lo menos, han sido las afirmaciones de diversos analistas, de varios observadores de la política nacional sobre distintos temas que en los últimos días se han sucedido.

Luego del acuerdo que emitió el presidente Andrés Manuel López Obrador para blindar todas sus obras insignia como el Aeropuerto Felipe Ángeles y el Tren Maya, es decir, evitar que, a través de diversos recursos legales o legaloides, frenen o echen abajo estos trabajos. La analista Denise Dresser calificó la publicación del acuerdo de “un golpe de Estado blando”.

Sergio Aguayo ha equiparado el problema que se está dando en el CIDE, como lo ocurrido en aquel movimiento estudiantil de 1968, cuando Gustavo Díaz Ordaz reprimió a decenas de estudiantes y a todo aquel que se atrevía a expresar su oposición a su régimen y que derivó en la matanza de estudiantes.

Javier Sicilia ha comparado a López Obrador con Adolfo Hitler. Escribió: “Guardando sus debidas proporciones, lo que vimos durante el tercer informe de gobierno de AMLO es una lógica semejante a la de Hitler”.

Es claro que se puede estar en desacuerdo con el presidente; disgustarnos sus formas, no coincidir para nada con sus puntos de vista, preocuparnos sus críticas a periodistas, luego de que antes les aplaudía y les levantaba nichos; nos puede sorprender de mala manera mucho de él, pero de allí a equiparlo con Gustavo Díaz Ordaz, con Hitler o asegurar que en México estamos viviendo “un golpe de Estado”, es todo un despropósito.

Retomo algunos aspectos de un análisis de Julio Hernández López sobre la crítica a estos tres personajes: Efectivamente, “el mensaje de la académica (Denise Dresser) ha sido resultado de una condición fallida absoluta y evidentemente”. No existen, para nada, condiciones en el México de hoy, en el gobierno de la 4T, medidas ordenadas por el Ejecutivo federal que busquen desaparecer las garantías individuales, las garantías constitucionales; mucho menos la libertad de escribir, de expresión. Tan es así que estos tres personajes han expresado de diferentes maneras y por diversos canales sus desacuerdos con el mandatario.

Coincido con el astillero que en México estamos presenciando una fuerte batalla entre dos frentes, entre dos visiones, tal vez otros puntos de vista más, pero básicamente entre quien hoy gobierna y quienes dejaron de ser beneficiarios de “un sistema tradicional que ha implicado injusticias, corrupción, abuso, frivolidad e impunidad”.

“A estos tres personajes -me dirán- no los puedes meter en la misma bolsa de esos beneficiarios del pasado, de la corrupción y del chayoterismo”. Sí, efectivamente. He coincidido, he aplaudido varios de sus análisis, de sus críticas a los gobiernos anteriores y al de hoy, pero en esta ocasión, no les puedo festejar sus escritos.

Creo, como ha señalado en su editorial Julio Hernández, sus opiniones son una “exageración”. Digo yo, en buena medida, sus opiniones que traigo aquí, puede que tengan que ver con la lamentable descalificación presidencial de última hora a la periodista Carmen Aristegui, quien a Dresser como Aguayo, les ha brindado su espacio noticioso para expresar sus puntos de vista.

También, desde luego, estas opiniones, las de Sicilia, como las de muchos, son una exageración, digo también, “no santas”. Tienen algo de diabólicas, y por lo mismo tienen un claro propósito, la del golpeteo, la descalificación que provoque rechazo, repugnancia hacia un gobierno al que se le quiere hacer pasar como un “peligro para México”, pero que, en última instancia, sí, es “un peligro” pero para los intereses de quienes fueron beneficiarios de la corrupción, del compadrazgo, de la asociación con los gobiernos panistas y priistas.

En México, necesitamos de la crítica certera, de argumentos sólidos, sin sesgos tramposos, democrática. Es claro que hay puntos de vista diversos, y qué bueno que los haya. Necesitamos de ellos, de los análisis serios, de Dresser, de Aguayo, de Sicilia y de muchos, pero que enriquezcan, que hablen, sí del “abuso del poder”, pero que ellos no abusen del poder de sus plumas, de sus firmas, de sus “prestigios” para meternos a la cabeza sus “análisis despechados”.

Que no nos digan que en México estamos viviendo una suerte de “golpe de Estado”, de una administración de corte diazordacista, militar-represor y controlador de medios de comunicación y de periodistas, de un gobierno priista chayotero. No, en verdad que no.

Bien vale la pena echarles un ojo a las propuestas del candidato presidencial chileno, del ultraconservador José Antonio Kast, quien se enfrentará al exdirigente estudiantil de izquierda Gabriel Boric, quienes se medirán en una segunda vuelta en las elecciones presidenciales de aquel país.

Kast es un admirador de golpista Augusto Pinochet, y por ello propone regresar a aquel tiempo donde reinó la represión social, la censura a los medios, de la contención a la diversidad, es contrario a las manifestaciones. Se opone a la redacción de una nueva Constitución que ya está en ciernes, pero que dejaría sin efecto la Constitución pinochetista, amén de que se le ha acusado de estar financiado por el ultraderechista partido español Vox y por la derecha estadunidense.

Ha prometido mano dura al conflicto indígena mapuche en el sur del país, pues equipara sus demandas como “terrorismo”, se opone al aborto -en Chile sólo se permite en ciertas causales-; y ha dicho que en vez de levantar un muro al estilo Trump, ha afirmado construirá una “zanja” para frenar la inmigración ilegal. Al aspirante del Pacto Frente Social Cristiano se le ha comparado con el brasileño Jair Bolsonaro.

Sí, podremos estar en desacuerdo con el presidente Andrés Manuel López en muchas de sus decisiones, en su estilo de gobernar, de su visión de las cosas, de sus desatinos. Ello es normal y sano; bienvenida la crítica, pero no se vale retorcer los argumentos para crear un clima falso y tratar de demostrar, para apuntalar que el inquilino de Palacio Nacional “es un peligro para México”. En verdad, se pasaron.

Que le cuenten…

Cuando en estos días el dirigente de facto de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, se ufanaba de presumir que su partido es el que debe gobernar a México para el 2024, que sus hombres y mujeres son los que merecemos los mexicanos, ¡zas!, el periodista Ricardo Ravelo le vació una tina de agua hirviendo. Un testigo en EU proporcionó información en aquel país que gobernador estrella emecista, y uno de sus posibles candidatos a la Presidencia, Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, tiene nexos con el crimen organizado, con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). ¡Tómala!

18 de diciembre de 2021