Racismo, clasismo y estereotipos en Hollywood y en cine mexicano: García Tsao
Cine

Racismo, clasismo y estereotipos en Hollywood y en cine mexicano: García Tsao

Carlos Padilla Ríos

Experto en el análisis de la cinematografía mundial, Leonardo García Tsao, identifica producciones racistas en la otrora meca del cine y en México. Aunque el desarrollo de los derechos humanos ha logrado superar aquella lacra social, la inclusión ahora es una realidad, sin embargo continúan reproduciéndose estereotipos en el cine y la televisión, advierte.

– Los historiadores y especialistas aseguran que el racismo está presente en todas las expresiones culturales y sociales por lo tanto el cine no sería una excepción, ¿Qué nos podría decir acerca del cine y el racismo, en Hollywood y en México.

– Nada menos que en la primera película narrativa importante que es El nacimiento de una nación (1915) hay un caso de flagrante racismo. En esa película, de David W. Griffith, los negros son los villanos de la historia. La película se sitúa en una perspectiva racista, donde se induce que la emancipación de los negros es algo no deseable. Al final, son los negros quienes amenazan con destruir a la familia protagónica, en una secuencia donde los miembros del Ku Klux Klan salvan a la familia. Incluso la película se estrenó en la Casa Blanca, en el gobierno de Woodrow Wilson.

La película provocó motines en el sur de Estados Unidos. Incluso muchos de los actores que aparecían no eran negros eran blancos pintados. Es la primera película madura en términos técnicos, pero no se olvida ese nado racista que tenía Griffith.

Entonces, creo que ese papel del negro en el cine norteamericano siempre ha estado presente, hasta esta época, aunque sea velado. Es decir, todas las películas de los 20, de los 30, 40, los únicos negros que salen son como limpiadores de calzado, porteros en el tren, sólo trabajos serviles. No hay una sola moción de un personaje negro que sea heroíco o importante en términos de la trama.

Otro caso, es la película Lo que el viento se llevó, de Víctor Fleming (1939) historia de la guerra de secesión en Estados Unidos, donde aparecen imágenes dedicadas a los sirvientes negros, exhibiéndolos estereotipados, como flojos, y no muy inteligentes. En el cine hollywoodense hay incontables ejemplos de racismo, que sólo cambió en la posguerra, al crecer la conciencia de los derechos humanos, con películas de Stanley Kramer, donde a los actores negros se les da protagónicos y se les adjudican valores. El actor Sidney Poitier fue el que encarnó a este negro ideal, un negro que tenía buena presencia, que incluso podía salir con una mujer blanca, en el caso de Adivinen quién viene a cenar (1967). Ha sido un progreso muy lento. Ahora, la corrección política implica actitudes hasta grotescas como que se debe ser inclusivos en todo. Si una película no tiene personajes hispanos, chinos, asiáticos, negros, la película no vale. Tampoco hay que exagerar tanto. La corrección política también es una forma de censura. Entonces, en Hollywood siempre se han bamboleado entre esos dos extremos, entre el liberalismo de decir bueno, ahora vamos a incluir a todos, y el racismo que esta presente, en la propia administración del presidente Trump. Evidentemente un presidente racista que lo promociona en todas sus acciones.

También en Fuga en Cadenas (1958), del mismo Kramer, se reivindica al personaje negro. Hay un documental de George Houston, llamado Hallan La Luz, donde se examina a los soldados que tuvieron traumas por la guerra, y entre ellos hay uno negro. Eso fue filtrando un poco la idea de que eran iguales, no seres inferiores. En otras cintas de drama bélico, participan actores negros, en la posguerra. Porque usted sabe, en la Segunda Guerra Mundial, los negros también fueron discriminados. No podían combatir al lado de soldados blancos, tenían que formar pelotones, brigadas negras.

– El cine estadunidense también discriminó a árabes, asiáticos, indígenas estadunidense y mexicanos.

– Se ve en cualquier película. Quienes interpretaron a los indios fueron todos blancos. Era muy rara la ocasión cuando contrataban a un verdadero indígena americano para interpretar ese papel. Todo lo que no fuera blanco o anglosajón o protestante era visto con ojos sospechosos y suspicaces. Los mexicanos desde luego fuimos villanos en muchos western fronterizos que fueron prohibidos en México porque nos pintaban como bárbaros.

Tony Curtis y Sidney Poitier en Fuga en Cadenas, de Stanley Kramer (1958).

– ¿Cómo se refleja ese racismo en el cine mexicano. En la etapa de oro, algunos analistas señalan a películas como Janitzio, María Candelaria y Maclovia donde se reproducen estereotipos de lo indígena?

– Sí, pero hay un estereotipo idealizado. Es decir, no sólo estereotipos negativos sino que se idealiza un poco la figura del indígena, y se les da incluso valores poéticos. Lo que si es curioso es que siempre los actores no son indígenas quienes los interpretan. Ni Pedro Armendáriz, ni Dolores Del Río, ni María Félix eran indígenas y eso no obstaba para que interpretaran esos papeles que hablaban con un sonsonete que inventó el cine mexicano, porque los indígenas no hablan así. A veces se llega a casos grotescos como el caso de Tizoc, con Pedro Infante, donde Tizcoc es un ser infantiloide, en su pureza y en su inocencia acaban rebajándolo a una especie de niño-adulto, quien habla con sonsonete donde llama “niña” a la mujer blanca quien es María Félix. En fin, sí son estereotipos, pero no son estereotipos racistas, son estereotipos ingenuos.

– Otros analistas están convencidos de que en películas de la edad de oro del cine mexicano, como Janitzio, se reproduce racismo, y los indígenas aparecen como seres taimados, ladinos.

– Mira, en el caso de “El Indio” Fernández es muy interesante porque él era de origen indígena, al grado de que su apodo era “El Indio“. Él hizo películas consideradas clásicas donde hay indios malvados que no quieren a María Candelaria. Villanos, que son indígenas. No creo que llegue a ser racismo, sino simplemente un tratamiento dramático de decir quiénes son los buenos y quiénes son los malos. Sí son películas maniqueas, pero desde luego hay una idealización sobre todas las cosas del indígena puro, que es el protagónico.

Dolores del Río y Pedro Armendáriz en María Candelaria (1944).

– Entonces, ¿hay que seguirlas viendo?

– Sí, hay que tomarlas como lo que son, películas de su época, de su momento, pero si son buenas películas, que conmueven, a pesar de su estereotipación.

– El documental es el estilo cinematográfico que refleja mejor a lo indígena, ¿coincide con esto?

– El documental es el que se ha preocupado más por los indígenas mexicanos. Esta el caso, por ejemplo, de Mezquital, Notas de un Etnocidio, de Paul Leduc, que es un documental echo sobre la región de El Mezquital, donde se muestra como el indígena ha vivido siempre discriminado, explotado, abusado. Es un documental que no ha perdido vigencia porque las condiciones son exactamente las mismas sí no es que peores. El documental ha recuperado mucho mejor al indígena, que los largometrajes de ficción.

– ¿Identifica el racismo en películas mexicanas de factura reciente, quizá en las últimas décadas?

– No creo. Lo que hay en México si es clasismo, más que racismo. Los actores morenos vienen a representar a la clase trabajadora. Como ocurre en las telenovelas mexicanas, que parecería que se desarrollan en Suecia, porque son rubios, blancos, de ojo azul. En cambio las sirvientas, los choferes son los morenos y con características indígenas. Hay una especie de racismo casi involuntario.

– El actor Tenoch Huerta ha denunciado discriminación porque nada más le daban papeles de borracho o de obrero.

– Sí, ciertamente hay una estereotipación de los actores, por los cuales casi siempre se les condena a papeles iguales.

Yalitza Aparicio y Marco Graf en Roma (2018).

– ¿Qué le parece la película Roma?

– Muy compleja. Es una película que no es nostálgica a pesar de que se ubica en los años 60 del siglo XX. Se sitúa en una perspectiva de lo que pasaba en esos años, políticamente, socialmente, y lo que ocurría con las empleadas domésticas, como personajes queridos dentro del ámbito familiar, en ocasiones con los niños más afectuosas que las propias madres.

Publicado en la edición #251 de revista Zócalo (enero 2021).
12 de enero de 2021