La destrucción de la buena imagen de personalidades en las redes sociodigitales, es tan frecuente como la difusión de noticias falsas, y los periodistas son blanco frecuente de esos nuevos “tribunales de la Inquisición digitalizada”, cargados de fobias politizadas y calumnias aberrantes.
La arremetida en contra de la periodista independiente Carmen Aristegui y de otros analistas después de haber publicado la investigación: “Directiva de Notimex ataca periodistas y organiza campañas de desprestigio en redes sociales”, es el botón más reciente y visible de esa práctica deleznable, que está lejos de prefigurar el ejercicio del derecho a la libertad de expresión.
Semanas y meses atrás, la directora de Notimex, Sanjuana Martínez también había recibido cascadas de insultos y campañas de desacreditación por su gestión al frente de la agencia.
La pregunta no debiera ser quién sigue, sino qué harán instancias como el congreso y la Secretaría de Gobernación para ponerle límites al libertinaje que practican personas o bots para calumniar, ofender o deshonrar a personajes públicos. Las redes sociodigitales no fueron creadas para eso.
No se trata de censurar la libertad de expresión, pero esa libertad, tiene sus límites en la normatividad nacional e internacional. Bienvenida, la crítica y la deliberación, ¿pero la ofensa y la intromisión en la vida privada de cuentas o bots, reales o ficticios, escondidas en el anonimato, debe tolerarse?
El daño moral y el derecho a la propia imagen están normados para la radiodifusión y la prensa escrita ¿por qué no para los medios digitales o las redes sociodigitales? Interrogante a debatir.
Si ya son vigentes, cotos legales como la Ley Olimpia que tipifica como delito la cibervenganza, el ciberporno y el ciberacoso; el ciberacoso sexual infantil o Grooming; el fraude cibernético, la clonación de tarjetas o el robo de identidad, ¿por qué no la calumnia en contra de personas?
Evitemos más “acribillamientos” masivos, como calificó Carmen Aristegui a los ataques personales en su contra, pero tampoco para nadie.