Rumbo a la reforma energética: algunos elementos sobre el litio
Comunicación, Hemeroteca

Rumbo a la reforma energética: algunos elementos sobre el litio

Violeta Núñez Rodríguez

Introducción

Frente a la crisis climática global, la transición energética es inminente. Y en este proceso que durará varios años, la demanda de diversos minerales se incrementará de forma exponencial. De acuerdo con el Banco Mundial, el crecimiento para minerales como el grafito, el litio y el cobalto llegará a ser casi de 500 por ciento.

En parte, este crecimiento de los minerales se pronostica se deberá al aumento de la producción de algunas mercancías que pasarán a tener un papel protagónico, como es el caso de los vehículos eléctricos, que se proponen como parte de la solución a la crisis, ya que se argumenta que los autos de gasolina y diésel son de los mayores responsables de las emisiones de dióxido de carbono CO2 (emisiones responsables del calentamiento del planeta).

Los requerimientos de estos minerales que se volverán estratégicos, y otros minerales como el indio, vanadio, níquel, plata, neodimio, plomo, molibdeno, aluminio, zinc, cobre, manganeso, cromo, hierro y titanio, serán inmensos ya que para producir tan sólo un vehículo eléctrico se necesita (para algunos modelos) 10 mil veces más de litio que un teléfono inteligente. Por su parte, de grafito se requieren 20 gramos para la batería de un teléfono inteligente, y 70 kilogramos para las baterías de un auto eléctrico (Méndez, et. al.: 2018). Esto muestra las enormes cantidades que serán necesarias, sobre todo considerando que se proyecta que la producción de este tipo de automóviles pasará de alrededor de siete millones a 60 millones en unos cuantos años. No obstante, podría ser que la cifra sea mayor debido a que el mundo entero se propone transitar a la venta de la electromovilidad.

Frente a esto, surgen diversos cuestionamientos. El primero es qué pasará con los territorios donde se encuentran disponibles estos minerales. No está de más decir que el capital ya tiene la mira sobre ellos. En este sentido, qué ocurrirá con los pueblos y comunidades, con sus tierras y modos de vida y con los posibles daños ambientales, considerando una minería a cielo abierto como la que está implicada en el caso del litio, o con el uso y contaminación del agua, o con la explotación despiadada para la extracción del cobalto (no olvidar el terrible caso de la República del Congo).

El segundo cuestionamiento surge en torno al gran e inmenso negocio que hay alrededor de la venta de vehículos eléctricos, como es el caso de Tesla, cuyo dueño ya es el hombre más rico del planeta, precisamente por estos autos. En este sentido la duda, que no será respondida aquí, es si más allá de la transición energética, lo que está de fondo es el ansia por la ganancia y la ganancia extraordinaria que está implicada en el desarrollo tecnológico (en la innovación) y en la venta inicial y masiva de este tipo de mercancía.

El escenario mundial frente a la transición y reforma energética

El Banco Mundial (2020) pronostica que la demanda de algunos minerales, entre ellos el grafito, el litio, el cobalto, se incrementará casi hasta un 500 por ciento (véase Gráfica 1). Esto ocurrirá así debido a que estos minerales son los que se utilizarán en la transición de lo que se llaman las “energías limpias”. Es en este sentido que se indica que: “Demand for Minerals by 2050 from Energy Technologies… if we want to keep warning below 2ºC” (véase Gráfica 1). Es decir, para mantener la temperatura por debajo de los 2ºC, parece que el crecimiento de estos minerales, es inminente.

En este contexto, los datos del Servicio Geológico Estadounidense evidencian la creciente demanda de los minerales que se utilizarán (que ya se utilizan) de manera intensa en la transición energética (véanse gráficas 2, 3 y 4).

Es decir, todavía sin el inicio de la intensificación de la transición energética, ya vemos una extracción minera de grandes magnitudes. Al respecto, de acuerdo con los datos de las gráficas, en 1994 la extracción del litio a escala mundial era de seis mil 100 toneladas, y para el año 2018 era de 95 mil toneladas, lo que implica que el crecimiento ha sido de más de 1457 por ciento. Por su parte, en 1994 la producción mundial de cobalto era de 18 mil 500 toneladas, y en 2018 la producción era de 148 mil toneladas, lo que significa un crecimiento de 700 por ciento. En cuanto al grafito, en 1994 la extracción era de 719 mil toneladas, y para 2020 de 1 100 000 toneladas, que representan un crecimiento de 53 por ciento.

Sin embargo, insisto, la transición energética está en proceso de intensificarse. Por ejemplo, como observamos en la Gráfica 5, la venta de autos eléctricos de manera intensa, mercancía que se propone como parte de las salidas para la reducción de gases de efecto invernadero, apenas está por iniciar. De un poco más de siete millones para 2021, pasaremos a casi 60 millones de venta de autos eléctricos para el año 2040.

Sin embargo, no está demás decir que la intensificación de la transición energética emergerá en un contexto de una gran crisis climática. Para el mundo entero es conocida la agudización de esta crisis que estamos viviendo, una crisis que ha dado pauta a diversos autores a expresar que estamos inmersos en una crisis de orden civilizatorio, crisis civilizatoria, crisis epocal, del sistema mundo, en donde la crisis medioambiental es una de las grandes características. Al respecto, Edgardo Lander señala que:

“Centenares de millones de personas viven a diario los impactos de estas severas transformaciones: sequías, inundaciones, reducción de la disponibilidad de agua, pérdida de la diversidad genética, calores extremos, pérdidas masivas de cosechas, etcétera. No obstante la abundante evidencia sobre el estado del planeta, persisten los argumentos corporativos que resguardan la producción/consumo de combustibles fósiles, al igual que las posiciones de los centros de pensamiento de derecha (think tanks), que defienden el fundamentalismo del libre mercado y sus expresiones políticas (sobre todo en Estados Unidos). (Lander, 2015: 31).

Pero esta crisis de grandes dimensiones, una crisis planetaria, no fue detenida, y mucho menos revertida, en el contexto de la pandemia del COVID-19. Para algunos organismos como la Comisión Económica para América Latina: “La pandemia ha empeorado el estado ambiental por la caída en los presupuestos del sector, el debilitamiento financiero de los sistemas de transporte público, la retracción en la vigilancia de la explotación de los recursos naturales y la orientación poco favorable al medio ambiente de la mayor parte del gasto de respuesta y recuperación” (Cepal, 2021: 27). A esto se agrega el Informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), Cambio climático 2021: la base de la ciencia física, en el cual se indica que:

“Muchos de los cambios observados en el clima no tienen precedentes en miles, si no en cientos de miles de años, y algunos de los cambios que ya se han puesto en marcha, como el aumento continuo del nivel del mar, son irreversibles durante cientos o miles de años.

“Sin embargo, reducciones fuertes y sostenidas de las emisiones de dióxido de carbono (CO 2) y otros gases de efecto invernadero limitarían el cambio climático. Si bien los beneficios para la calidad del aire llegarían rápidamente, podrían pasar de 20 a 30 años para que las temperaturas globales se estabilicen…” (IPPC, 2021).

Así, pese los escenarios de alerta y alarma, que evidencian transformaciones irreversibles, los cambios climáticos que se prevén podrían limitarse si se reducen de manera intensa, fundamentalmente, las emisiones de CO2. En este sentido, el coche eléctrico se vuelve una mercancía estratégica para la reducción de estos gases de efecto invernadero.

En un tono similar, y con el mismo discurso, frente a la crisis ambiental, el gobierno estadounidense propone que para el año 2030, el 50 por ciento de los autos vendidos en Estados Unidos de América sean eléctricos o híbridos. Al respecto, en la Executive Order on Strengthening American Leadership in Clean Cars and Trucks, el presidente de EU expresa:

“Estados Unidos debe liderar el mundo en cuanto a coches y camiones limpios y eficientes. Eso significa reforzar nuestro mercado nacional estableciendo el objetivo de que el 50 por ciento de todos los carros de pasajeros y camiones ligeros nuevos que se vendan en 2030 sean vehículos de cero emisiones, incluyendo vehículos eléctricos de batería, híbridos enchufables o de pila de combustible” (Biden, 2021).

Sin embargo, también existen otros objetivos. Por ejemplo, el día que se emitió la disposición ejecutiva, la Casa Blanca indicó lo siguiente: “Hoy, el presidente anunciará un conjunto de nuevas acciones destinadas a promover estos objetivos y aumentar el impacto de sus inversiones propuestas en el programa Build Back Better, posicionando a Estados Unidos para impulsar el futuro de los vehículos eléctricos, superar a China y hacer frente a la crisis climática” (The White House, 2021)[1]. En este sentido, se enuncia que otro de los objetivos es “superar a China”.

Y aunque Estados Unidos no es el único país que ha planteado el impulso de la venta de autos eléctricos, y con esto perfilar el fin de la venta de autos de gasolina y diésel, hay que considerar que es la economía más grande del mundo, la cual pretende posicionarse como el líder mundial en la fabricación de estos autos, que se presentan como parte de la solución y la salvación del mundo, frente a la crisis ambiental generada por la emisión de dióxido de carbono (CO2).

No obstante, frente a los procesos de extracción, que sin lugar a dudas se intensificarán, porque ya está ocurriendo así (como lo hemos constatado en las gráficas 2-4), la pregunta es si para todas y todos representan tecnologías verdes y sobre todo, “energías limpias”. Es decir, qué ocurre, y ocurrirá, con los territorios de donde se realiza la extracción de los minerales, por ejemplo, en el caso de México que no tiene experiencia previa en la extracción de litio, sobre el cual como hemos visto, su demanda se incrementará, sin lugar a dudas.

En particular sobre el mineral de litio, sin haber iniciado todavía el proceso acelerado de extracción, ya se registran decenas de conflictos socioambientales en el mundo por la extracción, o posible extracción, de este mineral, como se constata en el Atlas de Justicia Ambiental (Ejatlas, 2021).

Frente a esto, el proyecto de decreto en materia energética, propuesto por el presidente de México, en el que se incluye al litio (y otros minerales que están por definirse), proponiéndolo como un mineral estratégico, que no puede ser concesionado por empresas privadas, quedando bajo el domino de la nación y bajo el control del Estado, se vuelve fundamental debido a que sin duda alguna, el territorio mexicano cuenta con un potencial minero de gran importancia mundial, y el litio no es la excepción. Al respecto, antes de iniciar el estudio de los 82 espacios con manifestaciones de litio a escala nacional por parte del Servicio Geológico Mexicano, el Servicio Geológico de Estados Unidos, ya nos coloca entre las primeras 10 naciones con los mayores recursos de litio en el mundo. De aquí, lo estratégico de la iniciativa de reforma constitucional.


[1] https://www.whitehouse.gov/briefing-room/statements-releases/2021/08/05/fact-sheet-president-biden-announces-steps-to-drive-american-leadership-forward-on-clean-cars-and-trucks/

6 de diciembre de 2021