Sobre la igualdad de género
Perspectiva de género, Principales

Sobre la igualdad de género

Ana Francis Mor*

Según la UNESCO, “la igualdad de género es ‘la igualdad de derechos, responsabilidades y oportunidades de las mujeres y los hombres, y las niñas y los niños’. La igualdad no significa que las mujeres y los hombres sean lo mismo, sino que los derechos, las responsabilidades y las oportunidades no dependen del sexo con el que nacieron. La igualdad de género supone que se tengan en cuenta los intereses, las necesidades y las prioridades tanto de las mujeres como de los hombres, reconociéndose la diversidad de los diferentes grupos de mujeres y de hombres”.

El reconocimiento de la igualdad de género ha sido una conquista histórica de las mujeres. No hace mucho, plantear la igualdad de derechos para mujeres y hombres, era algo inconcebible, porque se consideraba a las mujeres inferiores a los hombres.

Por otro lado, las feministas ilustradas, demandaban los mismos derechos otorgados a los hombres, sin embargo eso, no es suficiente.

Porque no basta con decretar la igualdad en la ley si en la realidad no es un hecho. La igualdad debe traducirse en oportunidades reales y efectivas para estudiar, contar con un trabajo, contar con servicios de salud cálidos y de calidad y seguridad social; competir por puestos o cargos de representación popular; poder elegir pareja, conformar la familia que deseamos y participar en los asuntos de nuestras comunidades, organizaciones y partidos políticos.

Con la definición arriba mencionada de la UNESCO, hablar de igualdad me remite a pensar en mí como niña y en general en las niñas de nuestro país.

Me pregunto a qué deberían dedicarse las niñas cuando son niñas, cuáles deberían ser sus preocupaciones, qué significa ser niña y sobre todo, por qué tiene que ser tan distinto a ser niño.

¿Es en los primeros años cuando se decide que tenemos menos derechos? ¿Quién lo decide? ¿Por qué lo decide?

Ser una niña no debería determinar las oportunidades de una persona para tener acceso a la salud, educación y protección. Cuidar a las niñas de cualquier comunidad debería ser una de las labores más importantes de esa comunidad.

En México existen más de 9 millones de niñas en situación de pobreza, lo que representa el 49% de las niñas entre los 0 y los 17 años, en el espacio público 32.8% de las adolescentes entre 15 y 17 años ha vivido alguna forma de violencia sexual, a nivel primaria el 99% de las niñas acceden a la educación, sin embargo a nivel secundaria 3% dejan sus estudios y a nivel medio superior 17.5% desertan.

Hay que cambiar la cultura para que las niñas cada vez más estos índices cambien y mejoren las condiciones para todas ellas.

De esta manera, hay que mencionar la importancia de la CEDAW (Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer), adoptada en forma unánime por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 18 de diciembre de 1979 y entró en vigor en 1981, considerada como la carta internacional de derechos de la mujer que además provee un marco obligatorio de cumplimiento para los países que la han ratificado para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, y que fue ratificada por nuestro país en 1980.

Y como para que la igualdad sea una realidad sabemos que no basta con la acción de los gobiernos. La ciudadanía también debe activarse y apropiarse de los derechos y la capacidad para hacerlos valer.

Por ello, cuando una se hace feminista, y ya eres mencionada como la loca de la cuadra, de la escuela, del ensayo, de tu ambiente, es entonces cuando hay que tomar decisiones, es decir, si de todos modos soy la loca, pues no debo perder el tiempo. Debo tomar al toro por los cuernos, porque yo le debo a mi madre una mejor vida que la que ella y mi abuela tuvieron. En todas las familias hay historias muy violentas, por lo que les debemos a nuestras ancestras: hacer con nuestras vidas lo que se nos da la gana y ayudar y procurar que las demás que hagan lo propio.

Desde hace ya varios años desde mi trabajo en la cultura, específicamente en el Cabaret, formulé mi propio desafío que es cambiar el mundo, trabajar para construir una sociedad más igualitaria, una sociedad donde quepamos todas, todos y todes.

Como me dijo una feminista: el feminismo no se trata de tener la rebanada más grande del pastel, sino de cambiar la receta. Ese comentario me tronó la cabeza. El desafío es cómo hacerlo en la vida cotidiana, cuando tenemos un panorama tan adverso.

Para quienes somos feministas esta es una pregunta constante. Porque queremos jugar otro juego, en el que ganen todas las personas, toda la población.

La democracia no la construimos las mujeres, apenas vamos llegando a ese tren en movimiento. Las mujeres debemos llegar a más espacios de poder y reflexionar para qué llegamos y con qué agendas. Porque la agenda feminista es cambiar el mundo, es decir, entender que no es lo mismo si eres blanca, si eres indígena, si eres mujer, si eres lesbiana, si vives en Tláhuac, si vives en Coyoacán, no es lo mismo ni normal que haya gente millonaria en el poniente de la ciudad que nunca trabajó o que no trabaja. Ahí hay un componente de justicia social. Esto ha estado muy ausente en la discusión práctica feminista, porque quienes lo hacíamos teníamos asegurado el trabajo, el techo y el estudio.

Que lleguemos las mujeres a los espacios de toma de decisiones, es importante, y hay que cuestionarnos con qué poder llegamos.

No sólo venimos a pelear por nuestro pañuelo verde o morado, sino por cambiar el mundo. El feminismo nos motiva a colocarnos en el lugar de la incomodidad, incomodar a nuestras propias bancadas, nuestros partidos políticos, a nuestras juntas de coordinación política.

El feminismo y mi activismo por los derechos humanos, me ha llevado también a nombrar lo que no se nombra en todos los espacios. Así, mi ser lesbiana lo nombro y lo reivindico, no sólo por mí, sino por todas las lesbianas que tienen que seguir resguardándose en un clóset. Yo decidí nombrar la lesbofobia, por ejemplo, porque al nombrarla, nombro que las lesbianas existen y que debemos erradicar la discriminación. De la misma manera nombro, que el trabajo de cuidados debe ser una responsabilidad colectiva y no sólo de unas cuantas, de la misma manera que nombro el papel de las mujeres en la cultura y las desigualdades a las que nos enfrentamos.

La igualdad es una aspiración que debe combinarse con equidad y respeto a la diversidad.

Porque las desigualdades entre hombres y mujeres; y entre las mujeres mismas, es muy grande.

*Diputada local de la CDMX. Presidenta de la Comisión de Igualdad

18 de mayo de 2022