¿Tiene el presidente López Obrador derecho de réplica?
Comunicación Política, Hemeroteca

¿Tiene el presidente López Obrador derecho de réplica?

Ivonne Acuña Murillo

El ejercicio o sección “Quién es quién en las mentiras de la semana” que se presenta en las conferencias de prensa (“Las Mañaneras”) desde el miércoles 30 de junio, ha desatado acalorados debates en torno a si el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), debe utilizar la mayor tribuna de la nación para evidenciar y desmentir a los medios y comunicadores que, desde su punto de vista, publican noticias falsas (fake news).

La discusión se abre en varias direcciones. Por un lado, se cuestiona si esta acción presidencial vulnera la libertad de expresión, si al nombrar a medios y comunicadores el primer mandatario coloca en su espalda una señal para que estos sean atacados por los youtubers, influencers y seguidores que le apoyan. Si López Obrador debe engrosar la piel y aceptar sin chistar la crítica de los medios pues al final todo servidor público será cuestionado.

Por otro lado, se pregunta si el presidente de la República tiene derecho de réplica. Si son “Las Mañaneras” el espacio idóneo para este ejercicio; si el presidente exagera y ve enemigos donde no los hay a partir de su conspiranoide visión de México y el mundo, o si el primer mandatario abusa de su poder en contra de medios, periodistas, comunicadores e intelectuales que no están en la posición privilegiada que él ocupa. Y otros temas más.

Es objetivo de esta colaboración ofrecer argumentos que permitan fijar una postura clara en torno a los principales tópicos de este debate, en particular sobre si el presidente López Obrador tiene o no derecho de réplica y, en su caso, cómo y desde dónde debe ejercerlo.

Antes de entrar en materia, se debe precisar en qué consiste la sección “Quién es quién en las mentiras de la semana”.

A decir del propio presidente, este segmento de “Las Mañaneras” busca ser un mecanismo de réplica que permita a su gobierno exhibir “noticias falsas”, lo cual no supone dejar fuera a aquellos medios, periodistas o comunicadores mencionados, ya que se aceptará la contrarréplica y los aludidos pueden hacer llegar sus respuestas por las redes sociales o acudir a “La Mañanera”. Enfatizó que: “Ojalá nadie se sienta ofendido y que se continúe el debate sobre estos temas para que se vaya enriqueciendo la vida pública”.

Como responsable de esta sección, el presidente designó a Ana Elizabeth García Vilchis, directora de Redes de la Coordinación General de Comunicación Social y Vocería de Presidencia. La funcionaria estudió la Licenciatura en Antropología Social en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (2007-2012) y desde julio de 2011 se desempeña como coordinadora de Contenido Web en la Jornada de Oriente, de acuerdo con su perfil de LinkedIn. Además, aparece como candidata suplente a una diputación plurinominal en Puebla (“¿Quién es Ana Elizabeth García Vilchis, encargada de ‘Quién es quién en las mentiras de la semana’?”, El Universal, 30 de junio).

De acuerdo con García Vilchis, «Quién es quién en las mentiras» será como una plaza pública donde se discutirá libremente sobre el material que los medios de comunicación publican a diario. Aclaró que: “Ante el uso doloso y negligente de la información, la respuesta del gobierno de la República de ninguna manera será perseguir ni censurar a periodistas y medios, por el contrario, se trata de informar con la verdad para que el pueblo de México pueda ejercer su derecho al acceso a la información que le permita formar un criterio con certidumbres”.

No es objetivo de este escrito criticar la forma como ese ejercicio se realiza, por lo que lo único que se dirá es que este debe mostrar un nivel mayor de profesionalización (“sin Pinochos”, “nado sincronizado”, “ni premios de la semana”), respondiendo aquello que se considere una mentira o noticia falsa ofreciendo datos duros irrefutables y evidencia concreta suficiente y no descalificaciones o ridiculización de personas o medios. Una vez aclarado el punto, entremos en materia.

Por principio, es un exceso decir que con este ejercicio el presidente de la República vulnera la libertad de expresión propia de una democracia. Teóricamente hablando, toda persona que ha obtenido la calidad ciudadana tiene derecho a participar en las discusiones relacionadas con el interés general. Cabe preguntarse entonces ¿es acaso que el primer mandatario no es un ciudadano en pleno uso de sus derechos políticos?

Se responderá que sí, pero que no es cualquier ciudadano. Es el hombre más poderoso del sistema político y quien personaliza a la principal institución de la República con relación al poder Ejecutivo, la presidencia. Esto lo inviste de un gran poder, especialmente cuando México continúa bajo un régimen presidencialista.

Así visto, es factible afirmar que el primer mandatario se excede cuando señala a algún medio o periodista por publicar noticias falsas. El argumento válido es que no hay medio o profesional del periodismo que tenga el mismo poder que el Presidente, quien entraría al juego del gato y el ratón con aquel disminuido personaje que sufra la desgracia de “caer en sus garras”. Sin embargo, por mirar el árbol no se observa “el bosque”.

El árbol en esta metáfora sería el medio o el periodista. “El bosque”, por su parte, toda la estructura político-económico-empresarial y red de medios que sostienen el aparentemente solitario esfuerzo del ratón. Ignorar el bosque es afirmar que López Obrador, el gato, se enfrenta, con todo el poder de la presidencia y desde la poderosa tribuna que representan “Las Mañaneras”, al ratón “Juan Pérez”, quien no tiene manera de defenderse.

Si se ignora “el bosque”, cosa que de manera recurrente e interesada hacen los adversarios de AMLO y la 4T, López Obrador estaría, efectivamente, abusando de su poder y de la tribuna mediática que ha construido. Pero, si se tiene en cuenta “el bosque”, el presidente de la República enfrenta un poder mucho muy superior al de “Juan Pérez” (por no decir Loret de Mola, Brozo, Joaquín López, Aguilar Camín, Enrique Krauze, Javier Tejado, Reforma, El Universal, The New York Times…) o al de un solo árbol. Este poder se ha ido construyendo a lo largo de décadas, aún antes de él y su carrera por la presidencia, y une poder político, económico, mediático y otros más, en una vigorosísima red de intereses, recursos, influencias, pactos, complicidades, protecciones, pervivencias.

Desde este poder se ha echado a andar un dispositivo de poder, como he escrito en otros textos*, primero para impedir el arribo a la presidencia de López Obrador y después para procurar el fracaso de su proyecto de gobierno y de país, o en su defecto, para negar todo aquello que se haga bien y para deslegitimar todo avance.

Ahora, dirigir todos los ataques en contra de AMLO desvía la atención en torno a lo que se oculta al interior del “bosque” y sus alrededores. La contraposición entre dos tipos de intereses: los de las élites que forman “el bosque” y los de las grandes mayorías que, desde fuera del “bosque”, intentan sobrevivir a los proyectos predatorios, corruptos, violentos y rapaces de esas élites.

Este es el contexto en que tiene lugar el “Quién es quién en las mentiras de la semana” y que, de tenerse en cuenta, derrumba la falsa idea de que en esta administración no existen contrapesos. “El bosque” es el contrapeso de AMLO y él, a su vez, es el contrapeso contra “el bosque” al representar a las grandes mayorías que no fueron invitadas al festín de la arboleda.

Si se admite el argumento anterior, no existe tal desproporción entre el Presidente y los medios de comunicación y sus enviados, tampoco atentados contra la libertad de expresión sino una lucha democrática por las percepciones.

Con imprecisiones, desinformación, rumores, filtraciones, medias verdades, abiertas mentiras y fake news buscan, quienes forman “el bosque”, presentar a la actual administración como ineficiente, corrupta, escasamente preparada y destructora de México y al Presidente de la República como un autócrata, como un comunista (por anacrónico y ridículo que suene) que no ve más allá de sí mismo; en resumen, como un “peligro para México”.

Para que, como gota de agua que cae continuamente hasta hacer un hoyo, se vaya formando en la gente la percepción del rotundo fracaso de este gobierno. Como complemento, se busca limitar el derecho de réplica del primer mandatario, quien se debería contener y aguantar la crítica (mentirosa) sin utilizar los recursos a su alcance para responder y combatir la falsa percepción que sus enemigos pretenden imponer, finalidad última de “Quién es quién en las mentiras de la semana”.

“Quien calla, otorga”, se afirma. El silencio gubernamental en torno a que la Guardia Nacional tomó las instalaciones de la Universidad de las Américas Puebla, los supuestos espionajes a periodistas y ataques a la libertad de expresión, entre otros temas, llevaría a suponer una aceptación tácita de que tales acusaciones son verdaderas. De aquí la necesidad de que, desde la actual administración, se desmientan los supuestos datos que apuntan al ejercicio de un mal gobierno. Y por qué no hacerlo desde “Las Mañaneras”, centro de la estrategia de comunicación política a través de la cual López Obrador ha resistido al doble poder de los medios, a saber: ser arena donde se debaten los asuntos públicos y actores políticos con capacidad para imponer los temas de la agenda y a los interlocutores que han de debatirlos (Leonardo Curzio “Los medios y la democracia”, en Democracia y medios de comunicación, México, IEDF, 2004, p. 63).

Si el ejercicio y metodología de “Quién es quién en las mentiras de la semana” son idóneos o no, o si estos debiesen estar acompañados de otras estrategias son tema de otra discusión. Pero de que debe hacerse, debe hacerse.

Se pretende que las aclaraciones y desmentidos por parte del Presidente y su vocera en esta encomienda deforman el debate público, pero no se hace la misma advertencia sobre quienes, desde “el bosque”, lanzan acusaciones falsas sin ofrecer espacio para la contrarréplica, como sí lo hace el primer mandatario. Habría que preguntar por qué solo de un lado existe el riesgo de tal deformación. ¿Qué no en una democracia ambas partes tienen el mismo derecho a presentar sus puntos de vista?

De todo lo anterior, se desprende una respuesta positiva a la pregunta planteada en el título de esta colaboración.

* “Andrés Manuel: el presidente respondón y el dispositivo de poder”

“Sociedad dividida”

https://www.academia.edu/1232775/_Sociedad_dividida_

*Académica de la Universidad Iberoamericana y analista política.

28 de diciembre de 2021