Una mirada a la participación de José Luis Pineyro en los medios impresos
Comunicación

Una mirada a la participación de José Luis Pineyro en los medios impresos

María Eugenia Valdés Vega*

Una mirada a la participación de José Luis Pineyro en los medios impresos

Presentación

Fallecido el 22 de julio de 2014, José Luis Piñeyro era un profesor investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco y este trabajo tiene como objetivo mostrar su papel como un intelectual dedicado al estudio y divulgación de temas militares en México. Para ello se revisaron y analizaron algunas de las entrevistas que concedió a periodistas de diferentes medios escritos que buscaban su opinión sobre los temas del momento en la materia que dominaba y que, por desgracia, durante los últimos años de su vida se convirtió en asunto central de la vida del país.

Se realizó un análisis cuantitativo muy simple que consistió en el conteo de los periodistas y medios que lo entrevistaron y divulgaron sus puntos de vista en los siete años comprendidos entre 2006 y 2012. Hay que aclarar que esas entrevistas fueron solamente las halladas en una búsqueda en Internet y no se contó con ninguna de las innumerables entrevistas radiofónicas, televisivas y telefónicas que se le hicieron a lo largo de su trayectoria académica y profesional, por lo cual es un estudio muy limitado. Posteriormente, se hizo el análisis cualitativo solo de las entrevistas concedidas en los últimos años de los sexenios presidenciales encabezados, respectivamente, por Vicente Fox Quesada (el año 2006) y Felipe Calderón Hinojosa (el año 2012); este análisis tuvo como propósitos en primer lugar comparar la consistencia de las opiniones expresadas por José Luis Piñeyro alrededor de algunos aspectos, y en segundo lugar utilizarlas para hacer una especie de balance de los dos sexenios panistas en la lucha contra el narcotráfico.

El intelectual 

Como escribió Gabriel Zaid en un memorable artículo, fue evidente que la verdad pública no está sujeta a la verdad oficial desde que Emile Zola intervino en el caso Dreyfus a fines del siglo XIX.[1] Al publicar su carta abierta al presidente de la república francesa el 13 de enero de 1898 en el diario L’Aurore, el famoso novelista autor de Nana y Germinal puso en evidencia que hay tribunales de la conciencia pública donde la sociedad civil ejerce su autonomía frente a las autoridades de todo tipo ya sean militares, políticas, eclesiásticas o incluso académicas. Con él se mostraba la aparición de un cuarto poder, el de la prensa, frente a los poderes del Estado (legislativo, ejecutivo y judicial). Hizo ver que las cosas de interés público –como el antisemitismo en el caso Dreyfus- no pueden reducirse a un interés, competencia o jurisdicción; Zaid señaló correctamente “que la guerra es demasiado importante para dejarla en manos militares, el derecho demasiado importante para dejarlo en manos de abogados”[2] y, podría añadirse, la política es demasiado importante para dejarla en manos de los políticos.

Nació entonces, a fines del siglo XIX, el sustantivo intelectual para nombrar a quienes como escritores, artistas o científicos opinan “en cosas de interés público con autoridad moral entre las elites”. Esta definición surgió con el desarrollo de “la conciencia liberal, el mercado del libro y la prensa masiva; cuando ser ciudadano y ser lector convergen en la imprenta; cuando la página toma el lugar del púlpito y el ágora: se convierte en el centro de la vida pública”.[3] Desde su posición como intelectual escribió y habló siempre José Luis Piñeyro, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, Premio Nacional de Periodismo 2004 por artículo de fondo, graduado en El Colegio de México y en la Universidad de Roma.[4]

Análisis cuantitativo

No se cuenta con datos de años anteriores a los que están comprendidos en este análisis, pero puede suponerse que se incrementó el número de entrevistas durante el sexenio presidencial encabezado por Felipe Calderón Hinojosa ya que él explícitamente declaró una guerra cuando lanzó la Operación Conjunta Michoacán el 11 de diciembre de 2006, apenas unos días después de su toma de posesión del cargo como presidente de la República y jefe del poder ejecutivo federal. Esa operación militar -“que movilizó a 6 mil 954 elementos, entre policías, marinos y militares”- fue determinante para que a partir de entonces aumentara el interés de los medios por buscar la opinión de los estudiosos sobre el tema, y desde luego la de José Luis Piñeyro.[5]

         Resalta como cuestión interesante la notoria disminución de entrevistas durante los años de elecciones federales. Una posible explicación sería que en esos períodos se enfoca la atención de los medios y la opinión pública en las contiendas entre candidatos y partidos. Pero implícitamente José Luis Piñeyro lo atribuía asimismo a que en México nunca había existido un debate público sobre seguridad nacional (que proponía impulsar) caracterizado por ser “abierto, plural, interdisciplinario, interuniversitario y político sobre el tema, como en Estados Unidos” y a que la conducta de los candidatos presidenciales al soslayar el abordaje profundo al respecto y sobre la política a seguir en relación con las fuerzas armadas obedecía “a una vieja costumbre política” en nuestro país.[6] No debe descartarse, sin embargo, que en esos períodos también realmente hubiera una disminución de los enfrentamientos armados (cuadro 1).         

Cuadro 1

Entrevistas a José Luis Piñeyro en medios impresos

AÑOSNÚMERO DE ENTREVISTAS
200616
200729
200825
200912
201020
201122
20128
TOTAL132

         En cuanto a los medios que entrevistaron a Piñeyro, lo único que cabe señalar es que la mayoría de los que se analizaron –muchos y muy variados, por lo demás- eran y continúan siendo los más importantes por su cobertura y seriedad periodística. Algunos de la casi treintena de periodistas que lo entrevistaron acudieron a él en varias ocasiones (cuadro 2).

Cuadro 2

Entrevistadores y medios realizadores de las entrevistas
MEDIOS (18)PERIODISTAS (28)
Agencia AP Agencia de Noticias Inter Press Service (IPS) Agencia EFE Diario de Chihuahua Diario de Yucatán Eficiencia Informativa El Economista El Financiero El Universal Excélsior Forum La Jornada La Voz del Interior Milenio Diario Notimex Organización Editorial Mexicana Proceso Reforma    Abel Barajas Alejandro Gutiérrez. Alfredo Méndez Ariane Díaz Armando Estrop Carolina Gómez Mena César Arellano César Solís Eduardo Portas Elizabeth Velasco Emir Olivares Enrique Méndez Érika Hernández Fernando Camacho Servín Gabriel León Zaragoza Gerardo Jiménez Gerardo Tena Gustavo Castillo García Jesús Aranda Jorge Carrasco Araizaga Laura Poy Solano Patricia Dávila Patricio Cortés Ricardo Ravelo Roberto Garduño Rolando Herrera Rubén Torres Víctor Ballinas Yáscara López

Análisis cualitativo

En una revisión de las entrevistas que concedió a periodistas que buscaban su opinión sobre los temas del momento en la materia que dominaba, José Luis Piñeyro expresaba didácticamente –esto es, enseñaba- los puntos de vista que eran producto de sus investigaciones. Pionero de los estudios sobre el ejército y las fuerzas armadas mexicanas (su primera publicación académica fue sobre ese tema en 1978),[7] otros de los temas que abordó como investigador universitario eran motivo de atracción para divulgarlos entre la opinión pública: las relaciones militares entre México y los Estados Unidos de América, la soberanía y la seguridad nacionales, la lucha contra el narcotráfico y la inseguridad pública.  

Los periodistas que cubrían esas fuentes pedían su opinión sobre temas controvertidos, tal como la despenalización del consumo de drogas. En abril de 2006, tras que el Senado aprobaran reformas que excluían penalizar la portación de ciertas cantidades de narcóticos en los casos de consumo para uso medicinal, por usos y costumbres en comunidades indígenas, o por adicción, José Luis Piñeyro señaló que eran un avance, pero que aún se tenían como faltantes que los adictos fueran rehabilitados no sólo dentro de la prisión, sino fuera de ella. Para controlar el uso de las sustancias con mayor rigor, opinaba, se debían implementar campañas permanentes más agresivas dirigidas a la prevención del consumo de drogas. «Lo que se está tratando de hacer –decía de esas medidas- es evitar abusos policiacos en términos de que antes no había cantidad específica de lo que se podía portar de manera legal. Al haber especificaciones más claras se puede evitar que haya cualquier tipo de chantaje o extorsión policiaca y también, por el otro lado, obligar al Ministerio Público a que actúe, pues […] en más de una ocasión los policías llevaban a los narcomenudistas ante el Ministerio y este los liberaba». [8]

Al finalizar el año 2006, cuando Felipe Calderón Hinojosa echó a andar la Operación Conjunta Michoacán contra el narcotráfico, José Luis Piñeyro juzgó que era una acción necesaria e impostergable debido a que de los 2,120 narco-ajusticiamientos en lo que iba del año, 524 de ellos habían sido en ese estado de la República. Empero, creía que esa operación –con una estrategia que descansaba en acciones de carácter coercitivo- era todavía insuficiente para combatir el problema social y proponía tres acciones tácticas para el combate al narcotráfico: una amplia y permanente campaña de prevención del delito y consumo de drogas; una campaña nacional de rehabilitación de drogadictos y, finalmente, medidas que atacaran a fondo el problema del desempleo y la pobreza.[9]

En coincidencia con otros analistas, José Luis Piñeyro afirmaba que con la declaración de guerra contra el narco Felipe Calderón trataba “de hacer efectiva una promesa de campaña: garantizar la seguridad pública», pero para él la medida tenía “una alta dosis mediática y de espectacularidad» que indicaba que el presidente solo buscaba la legitimidad que no había logrado en las elecciones del 2 de julio de 2006.[10] Según Piñeyro, el Operativo Conjunto Michoacán no terminaría con el narco porque faltaba una campaña sistemática contra el consumo de drogas y el gobierno carecía de mecanismos de apoyo social.[11]

         Al iniciar el último año de la presidencia calderonista ya era claro que los costos de la guerra contra el narcotráfico eran muy altos. La Procuraduría General de la República (PGR) dio a conocer estadísticas que apuntaban 47 mil asesinatos ocurridos en la «guerra», pero José Luis Piñeyro afirmaba que esa «cifra macabra» había minimizado el número de fallecimientos, que de acuerdo con  organizaciones no gubernamentales llegaban a más de 60 mil. Y lo  más importante, abundaba, era que las autoridades no consideraban los daños humanos y sociales dejados por esa lucha ya que no consideraban entre 10 y 15 mil desaparecidos ni tampoco los más de 120 mil descendientes (huérfanos y viudas) afectados por esas muertes ni los miles de heridos.[12]

         Más adelante, en marzo de 2012, Piñeyro destacó que los millones de pesos que el gobierno de Calderón dedicó a combatir militarmente a los grupos de la delincuencia organizada, en vez de invertirlos en educación y salud, había dado pie a un fenómeno no visible de desintegración social, en el cual las principales víctimas eran los jóvenes. Según su punto de vista, que reiteraba consistentemente lo que muchas veces expresó, para comenzar a revertir tal situación era fundamental lo siguiente: a) hacer una reforma penal para dejar en libertad a quienes han cometido delitos menores por primera vez, lo cual permitiría desahogar el sistema carcelario del país; b) se necesitaba golpear el «nervio económico» de los criminales que se encuentra en el lavado de dinero; c) instrumentar programas de rehabilitación para drogadictos y d) combatir la pobreza estructuralmente, mediante la creación de empleos y el otorgamiento de derechos sociales mínimos que le den condiciones de vida decorosas a la mayoría de la población. [13]

         Para finalizar este recuento, se debe mencionar que José Luis Piñeyro estuvo a favor del mando único policíaco cuando fue propuesto por el entonces secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna. Opinó entonces que sería más efectiva la lucha anticrimen en el tiempo y en el espacio territorial ya que contar con un mando único incidiría “en tres aspectos fundamentales: la prevención del delito, la persecución de los delincuentes y el combate a la delincuencia”, además que “se terminaría la separación entre la labor preventiva, ejecutiva y operativa, ya que en adelante se haría de forma conjunta pese a que se trate de unidades diferenciadas”.[14] No obstante, hizo énfasis en la necesidad de vigilar estrechamente que no se infiltrara el narcotráfico ni el crimen organizado en el mando unificado y por esa razón propuso dos medidas: 1) deberían especificarse los mecanismos de control gubernamental y social que vigilaran su funcionamiento y 2) verificar que su desempeño se realizara conforme al respeto a los derechos humanos.[15]

Casi seis años después, ante la propuesta de una gendarmería nacional hecha por Enrique Peña Nieto como presidente electo, José Luis Piñeyro dijo cautelosamente que debía ser expuesta para saber sus características pues aunque tenía aspectos positivos, existían altos riesgos al centralizar el mando.[16] Destacó que lo positivo en caso de que la gendarmería o policía nacional centralizara el mando sería la reducción de las infiltraciones del crimen organizado, lo que frenaría la filtración de investigaciones o acciones preparadas por el Estado contra esos grupos. Él señalaba la existencia de un riesgo político “porque las organizaciones criminales, en caso de centralizar el mando sin la existencia de mecanismos de control de confianza, provocaría cooptar a los mandos policiacos”. Además de que la creación de esa corporación implicaría incrementar el número de elementos de la Policía Federal con un costo económico muy alto, más del invertido en la última década, Piñeyro hizo énfasis en que durante los últimos años la delincuencia organizada había comprado “a casi todas las corporaciones policiacas, principalmente a la tropa [una] infiltración desde abajo y no como se hacía antes, desde arriba”. [17]

Nota final

De ninguna manera es una tautología decir que los intelectuales son los escritores seguidos como intelectuales por un público determinado. Como dice Gabriel Zaid, lo que hace al intelectual es la recepción de su discurso, más que su discurso; así, cuando su visión de las realidades o los sueños de la sociedad llaman la atención de la propia sociedad, empieza a ser leído como intelectual. Ellos, los intelectuales, “construyen espejos de interés para la sociedad: para distanciarse de sí misma, desdoblarse, contemplarse, comprenderse, criticarse, fantasear”.

[18] En las páginas que escriben, “crean experiencias especulativas, prácticas teóricas, ejercicios espirituales, donde la sociedad se reconoce como pensante, crítica, imaginativa, creadora, en movimiento”. Y por ese motivo “son vistos como la conciencia de la sociedad”, una conciencia pública “que habla a través del intelectual”.[19]

México es muy vulnerable por su dependencia de Estados Unidos, sostiene José  Luis Piñeyro, especialista de la UAM en narcotráfico, terrorismo | La  Crónica de Hoy

José Luis Piñeyro fue un profesor e investigador universitario que jugó un papel muy relevante en la divulgación de su quehacer como científico social. Pionero de un tema considerado muy difícil como es el de las fuerzas armadas, con su labor como uno de los intelectuales más destacados de nuestro país y dio brillo a la Universidad Autónoma Metropolitana, institución de la cual fue fundador.

* Departamento de Sociología

UAM-Iztapalapa


[1] El caso Dreyfus fue un escándalo político que dividió a Francia al fin del siglo XIX e inicios del XX. En 1894 fue condenado a cadena perpetua el capitán Alfred Dreyfus, un joven oficial de artillería francés de origen judío alsaciano, acusado de haber comunicado secretos militares a la embajada alemana en París; fue enviado a la colonia penal de la Isla del Diablo, en la Guayana francesa, donde pasó casi cinco años. Dos años más tarde se probó que un mayor del ejército llamado Ferdinand Walsin Esterhazy había sido el verdadero culpable, pero altos funcionarios militares suprimieron las nuevas pruebas y un tribunal militar lo absolvió por unanimidad mientras que, en lugar de exonerarlo, el ejército acusó a Dreyfus de cargos adicionales basados en documentos falsos. Fue entonces que Emile Zola, expresando a una parte de la opinión pública progresista en Francia que estaba al tanto de la injusticia cometida, publicó su vehemente carta abierta (“Yo acuso”) en enero de 1898. Al día siguiente, en las páginas del mismo periódico dirigido por George Clemenceau aparecía una lista de escritores, profesores y artistas ­ (Anatole France, André Gide, Marcel Proust y el pintor Monet entre otros), que cuestionaban la culpabilidad de Dreyfus y apoyaban la revisión de su caso en el que se conoció como el «Manifiesto de los intelectuales». Presionado, el gobierno tuvo que reabrir el caso y un año después Dreyfus fue indultado sin que esto supusiera la revisión de la condena. Su rehabilitación pública se logró hasta 1906, cuando regresó al ejército con el grado de jefe de batallón. (http://campodocs.com/articulos-utiles/article_123483.html y http://www.carpetashistoria.fahce.unlp.edu.ar/carpeta-1/notas/nota-7).

[2] Gabriel Zaid, “Intelectuales”, Vuelta, Núm. 261, agosto de 1998, p. 26.

[3] Ídem.

[4] Datos obtenidos de la entrevista “Fuerzas armadas, lejos de la defensa interior”, El Financiero, 30 de octubre de 2006.

[5] Ricardo Ravelo, “Operativo teatral”, Proceso, 19 de diciembre de 2006.

[6] “Experto lamenta el silencio de los candidatos sobre los temas militares”, Eficiencia informativa, 12 de junio de 2006.

[7] José Luis Piñeyro, “El potencial político del ejército mexicano”, Historia y Sociedad, Núm. 19, 1978, pp. 61-80.

[8] Eduardo Portas, “Dividen drogas a expertos”,  Reforma, 30 de abril de 2006.

[9] “Considera sociólogo aún insuficiente el operativo Michoacán”, Notimex, 12 de diciembre de 2006.

[10] Ricardo Ravelo, “Operativo teatral”, Proceso, 19 de diciembre de 2006.

[11] Ídem.

[12] Gustavo Castillo García y Fernando Camacho Servín, “’Macabra’, cifra de víctimas de la violencia admitida por el gobierno, sostiene experto”, La Jornada, 13 de enero de 2012.
[13] Fernando Camacho Servín, “Necesidades sociales básicas desatendidas, en el origen del actual clima de inseguridad”, La Jornada, 21 de marzo de 2012.
[14] “Una sola policía haría más efectiva la lucha anticrimen: investigador”, Notimex, 23 de diciembre de 2006.

[15] Ídem.

[16] Rubén Torres, “El riesgo está en centralizar a la policía”, El Economista, 19 de octubre de 2012.

[17] Ídem.

[18] Gabriel Zaid, Ibíd., p. 27.

[19] Ídem.

30 de julio de 2021