WikiLeaks exhibe el Cablegate y EU emprende feroz embestida
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WikiLeaks exhibe el Cablegate y EU emprende feroz embestida

Los cables que se dieron a conocer en el portal de Julian Assange ofrecen una mirada sobre cómo realmente Washington obtiene información en todas las regiones del mundo, ante la colaboración sumisa de sus aliados, como sucedió durante el Colonialismo.

Demócratas y republicanos reclaman la captura de Julian Assange, quien ya espera la sentencia que se prepara desde Washington. En este texto de nuestro corresponsal en Estados Unidos se revela que, más allá de la frivolidad de algunas filtraciones, también se documentan crímenes y conspiraciones reales que nada tienen que ver con una guerra de ciencia ficción y sí con el derecho de los pueblos a saber la verdad.

Naief Yehya / Corresponsal en Estados Unidos

Nueva York.- No parecía ser así. Durante meses corrían rumores y declaraciones de que la organización pro transparencia WikiLeaks tenía un auténtico tesoro de información, que pudo extraerse de servidores del Departamento de Estado y que mencionan a Bradley Manning, un soldado y hacker estadunidense frustrado por las guerras. En las primeras imágenes captadas a través de un helicóptero “Apache”, se observa a personas inermes en una calle de Bagdad.

Julian Assange capturó la atención del mundo: en los diarios de Irak y Afganistán se informaba de una guerra brutal, fracasada e imposible de ganar, aunque el ‘golpe maestro’ estaba por venir: la publicación gradual a partir del 28 de noviembre de 2010 de 251 mil 287 cables (15 mil 652 secretos, 101 mil 748 confidenciales y 133 mil 887 no clasificados), fechados entre el 28 de diciembre de 1966 y el 28 de febrero de 2010, que documentan comunicados de 274 embajadas, consulados y misiones diplomáticas, además de el Departamento de Estado. Ésta es la filtración pública de documentos oficiales más grande de la historia; se transparenta el poder estadunidense, sin maquillaje.

Dosis de información

La página de WikiLeaks informó que se publicaron 220 documentos, luego fue víctima de un ciberatataque; el sitio Amazon.com los expulsaría de sus servidores; el banco Swiss Postfinance congelaría las cuentas de Assange (lo que no sucede en casos de narcotraficantes, asesinos o genocidas) o que empresas PayPal, MasterCard y Visa anularían sus cuentas.

Estas agresiones e intentos de censura fueron en gran medida en vano ya que no se impediría el flujo de información, y sólo polarizaron más la discusión (numerosos usuarios cerraron sus cuentas) al tiempo que provocaron reacciones de revancha por parte de incontables hackers, quienes a su vez lanzaron ataques contra las páginas de la web de esas y otras organizaciones antagónicas a WikiLeaks. Por su diversidad geopolítica e importancia, Assange decidió publicar los cables en partes. Consideró que la información se dosificaría durante los siguientes meses para no restarle importancia y así dar tiempo a que se asimilara, lo cual llevaría a que WikiLeaks se fragmentase.

Los disidentes estaban incómodos con el estilo de Assange, a quien llamaron autoritario y dictatorial, además de que cuestionaron la forma en que se había convertido en una figura pública; una especie de súper estrella mediática y en gran medida en el centro de la noticia, por lo que formaron Openleaks. Esta nueva organización pretende continuar con el trabajo de WikiLeaks pero sin el “drama” ni el protagonismo. En este momento, la disputa se da entre WikiLeaks y sus excolaboradores, y mientras unos llaman a los otros ‘primadonnas’ los otros aseguran que la nueva organización es financiada por la CIA.

Las cifras en los círculos azules indican el número de documentos
filtrados por país. Tomado de The Guardian.

El material de este megaleak ofrece un vistazo a la cruel candidez de los sucios manejos del imperio, a la manera en que los emisarios de Estados Unidos dan órdenes y directivas a los países “aliados”, a la condescendencia que tienen hacia los gobiernos del mundo, a los métodos de espionaje, los recursos de presión, chantaje, corrupción, imposición y saqueo de las naciones que se aplican de manera cotidiana. Los cables refieren una gran variedad de temas y tonos.

Por un lado están aquellos escandalosos, los que cada vez llaman más la atención de los medios masivos que se regodean con el sensacionalismo de ciertas confesiones candorosas: Sarkozy “es un emperador desnudo… e hipersensible”; Khaddafi “es raro” y siempre viaja con su voluptuosa enfermera ucraniana rubia; Putin es un “perro alfa… es Batman, mientras que Medvedev es Robin”; Hamid Karzai “es inestable y se deja llevar por la paranoia”; Ángela Merkel “evita todo riesgo… y es rara vez creativa”. Y por supuesto: ¿cómo pasar por alto que Hillary Clinton haya cuestionado la salud mental de Cristina Kirchner? No fueron pocos quienes dieron particular relevancia a las exigencias del Departamento de Estado (tanto bajo las órdenes de Condoleezza Rice como de Clinton) de espiar a los representantes de naciones aliadas y enemigas en la ONU (obtener passwords, números de tarjetas de crédito, de programas de viajero frecuente, horarios de trabajo y, en el caso de ciertos líderes de naciones africanas: información biométrica, incluyendo, huellas dactilares, imágenes faciales, escaneos del iris y muestras de ADN). ¿Cómo ignorar que el senil y ridículo rey Abdullah, de Arabia Saudita, opinó que la mejor manera de liberar a los presos de Guantánamo era insertándoles un “chip” como si fueran perros?

Verdaderos crímenes

Pero las revelaciones van mucho más allá de la frivolidad, o de la prosa derivativa del estilo literario de Graham Greene o Joseph Conrad, ya que también se documentan crímenes y conspiraciones reales. Sobresalen los esfuerzos del gobierno de Bush y Obama para sabotear procesos judiciales, como las negociaciones y presiones a jueces y autoridades para impedir que se investigue el asesinato del periodista español José Couso en Bagdad, a manos de soldados estadunidenses que dispararon una munición de 120 mm desde su tanque contra el hotel “Palestina” el 8 de abril de 2003.

En otro orden de ideas, el gobierno alemán realizó acciones para que no se llevara a cabo una investigación en el caso de Khaled al Masri, el vendedor de verduras de origen libanés a quien secuestró y torturó la CIA. Los críticos de WikiLeaks predicen que hay gente que puede morir o sufrir por culpa de estas filtraciones y no aprecian el inmenso valor de tener acceso a la documentación de los casos reales (no hipotéticos) de asesinatos, tortura y abusos brutales a manos de Estados Unidos y sus aliados.

Pruebas en blanco y negro

Se ha repetido el ‘mantra’ de que esta filtración es un tesoro para académicos e historiadores, eso es sin duda cierto, tomando en consideración que materiales semejantes usualmente tardan 30 o 40 años en ser desclasificados. Pero en otro nivel estos documentos son valiosísimos para los defensores de los derechos humanos, los activistas a favor de transparencia gubernamental y los abogados que se encuentran litigando casos en los tribunales del mundo en contra de Estados Unidos y sus aliados.

Es cierto que no es novedad que Estados Unidos espía a sus aliados, que se hacen de la vista gorda ante actos flagrantes de abuso de individuos y poblaciones, que pactan acuerdos secretos perjudiciales para los pueblos y que protegen los manejos turbios de las grandes corporaciones. Pero eso no hace redundantes a estos documentos sino que, por el contrario, sirven de evidencia incuestionable del funcionamiento de la maquinaria política, el día a día de las pequeñas y grandes conspiraciones que son cotidianas para el Departamento de Estado de Estados Unidos.

Los críticos de WikiLeaks predicen que hay gente que puede morir o sufrir por culpa de estas filtraciones y no aprecian el inmenso valor de tener acceso a la documentación de los casos reales (no hipotéticos) de asesinatos, tortura y abusos brutales a manos de Estados Unidos y sus aliados.

Las metas originales y la prensa

Al principio WikiLeaks operaría al estilo de la Wikipedia, es decir, si alguien presentara una filtración de información, la comunidad intervendría para verificar la información, editar el contenido con el fin de no afectar a terceros y presionar para que se ejerciera la ley. Sin embargo, esta red ciudadana no funcionó como esperaban ya que prácticamente nadie participó en el proceso. Por lo tanto, Assange decidió convocar a los medios de difusión para involucrarlos y ofreció a varios diarios, como The New York Times, The Guardian, El País, Der Spiegel y Le Monde, editar, verificar y publicar las partes que desearan de los documentos liberados. De esta forma Assange buscaba a la vez proteger a su organización, emplear los recursos de algunos de los diarios más poderosos del mundo y dar mayor difusión a la información. La estrategia fue exitosa porque una vez que las filtraciones aparecían en las páginas de esos periódicos no era posible ignorarlas.

Cobertura selective

La cobertura del Times es quizá la más conservadora y curiosa: lo que resulta inquietante es el enfoque que se da en temas que obviamente deberían favorecer a los sectores conservadores de Estados Unidos. En la primera plana de la revista del lunes 29 de noviembre se destacan dos informaciones: un cable acusaba al gobierno sirio de dar armas a Hezbolá (se ilustra con una siniestra foto entre sombras del presidente sirio Bashar el Assad estrechando la mano de otro individuo no identificado, difícilmente se podría implicar algo más sospechoso…) y “para árabes e israelíes, aguda preocupación al respecto de un Irán nuclear.” Resulta completamente revelador que los editores hayan elegido de entre todos los temas abordados uno que favorece la política actual de la Casa Blanca y al gobierno israelí. Entre tanto, los sondeos de opinión en Medio Oriente determinan que la mayoría de la población considera que sería positivo que Irán adquiriera una bomba atómica debido a que traería un equilibrio de poder a una región donde sólo Israel y Pakistán tienen armas nucleares.

Esto es claro en el estudio 2010 Arab Public Opinion Poll de la Brookings Institution (que no es precisamente un think tank liberal) El sitio (http://www.brookings.edu/reports/2010/0805_ arab_opinion_poll_telhami.aspx) indica que más de 57 por ciento de la población árabe desea que Irán tenga una bomba atómica, lo cual crea controversia: en el periódico The New York Times se ignoraron los matices y datos, y se optó por confundir la opinión y los intereses de algunos jeques, títeres y déspotas de la zona, claro, con la voluntad popular.

Las acusaciones de violación

Después de hacer públicos los diarios de la guerra, Assange -quien lleva años viviendo como nómada- viajó a Suecia con la intención de obtener la residencia en ese país debido a que cuenta con una de las leyes más escrupulosas de protección para la prensa. Su llegada a esa nación provocó un estrepitoso fenómeno mediático. Entre los numerosos eventos públicos que organizaron para él, se le implicó en sostener relaciones sexuales con dos mujeres. Una de ellas le ofreció hospedarlo en su casa y supuestamente durante el acto el condón se rompió y él se negó a detenerse.

Al día siguiente conoció a la otra mujer y aparentemente también tuvo relaciones sin condón con ella. Dos días más tarde las mujeres, quienes supuestamente no se conocían, entraron en contacto y decidieron acudir a la policía a “pedir asesoría” ya que habían tenido relaciones sin protección con el mismo hombre. La policía interpretó los cargos como una violación a la primera mujer y abuso sexual de la segunda, bajo un estatuto que determina que el “sexo por sorpresa o inesperado” es un crimen. Una de las presuntas víctimas había anunciado su conquista en Twitter y declaró que Assange nunca había sido agresivo ni la había intimidado.

La otra dijo que Assange tenía problemas con las mujeres ya que le había puesto más atención a su computadora que a ella. De acuerdo con algunos, una de ellas, Anna Ardin, tiene el perfil ideal para ser agente de la CIA, ya que ha sido vinculada con grupos anticastristas que reciben financiamiento estadunidense.

Si bien es probable que las acusaciones de violación no hayan tenido nada que ver con el trabajo de Assange, es claro que ha habido un fuerte oportunismo de parte de aquellos que quieren desprestigiarlo y los que quieren detener su trabajo y eventualmente obtener su extradición a Estados Unidos. Nada se comprobó; paradójicamente, el caso volvió a los tribunales dos días después de conocerse que WikiLeaks tenía en posesión un disco duro con información de uno de los principales bancos estadunidenses. Inmediatamente comenzó a circular el rumor de que se trataba del Bank of America, lo cual provocó que sus acciones tuvieran una caída pasajera.

La acusación volvió a ponerse oportunamente sobre la mesa para perseguir a Assange, quien se ofreció voluntariamente para ser entrevistado por el tribunal pero éste rechazó la oferta y en cambio lanzó una orden de detención en más de 180 países, una acción aparentemente sin precedente para un caso semejante. Assange quiso beneficiarse de las peculiares leyes suecas que protegen a los informadores y terminó siendo víctima de las singulares leyes sexuales de ese país. ¿Quién se hubiera imaginado que los suecos se convertirían súbitamente al más férreo puritanismo anglosajón?

Estos documentos son valiosísimos para los defensores de los derechos humanos, los activistas a favor de transparencia gubernamental y los abogados que se encuentran litigando casos en los tribunales del mundo en contra de Estados Unidos.

Conexión Manning y Assange

Assange no ha violado ninguna ley estadunidense: es australiano y no se le puede acusar de traición. El gobierno de Obama modificaría las leyes para acusarlo de divulgar secretos de Estado que no robó. Si lo hace, habría consecuencias en el terreno de la libertad de expresión y pondría inmediatamente en el banquillo de los acusados a incontables editores, entre otros, al de The New York Times. El Departamento de Justicia se esmera en vincularlo con Manning, a quien mientras tanto encarcelaron, sin acceso a los medios de comunicación ni permiso para ejercitarse y bajo un régimen de antidepresivos. Se le detuvo en Kuwait y después en Virginia, donde aseguran que su salud mental se encuentra en franco deterioro.

Manning tiene 23 años y podría ser condenado a 52 años de prisión por un tribunal militar, o bien, puede ser abandonado en una celda de la marina sin cargos hasta su muerte. Manning trabajaba como analista de inteligencia para el ejército estadunidense en Irak, donde durante ocho meses tuvo acceso irrestricto a información clasificada y aparentemente pudo copiar esos documentos y sacarlos de una base militar ocultos en un CD de Lady Gaga. La acusación contra Manning se basa en supuestas sesiones de chat (censuradas) que mantuvo con un exhacker, Adrian Lamo. Manning había robado dicha información para WikiLeaks.

Lamo padeció por años de problemas emocionales y fue arrestado por accesar a datos de las computadoras de The New York Times, Yahoo! y Microsoft, entre otros, según denuncia el FBI. Assange asegura que no conoce a Manning y que el sistema de WikiLeaks está diseñado precisamente para no saber quién es la fuente de la información aludida.

Secretos para muchos

Cabe destacar que a estos cables confidenciales, secretos o sin clasificar tienen acceso seis millones de personas; revelaciones que no están a la altura de los súper secretos que sacuden la estabilidad del planeta. Al ponerse en el registro público se da un golpe brutal a la farsa diplomática y a la ilusión del control informativo de un Estado que no tiene respeto por la democracia ni la autodeterminación de las naciones. Sólo un ingenuo desconoce que la red de embajadas de los países poderosos (y no tan poderosos) opera como agencia de inteligencia y espionaje. Ninguna nación irá a la guerra porque se revelen los trapos sucios de sus negociaciones con el imperio, ni por que analistas de mediano nivel, ‘los pequeños Eichmans de la diplomacia’ (reciclo el término acuñado por el vilipendiado académico Ward Churchill), insulten y manipulen a los líderes de las naciones aliadas y hablen de crímenes con humor y sarcasmo.

10 de diciembre de 2021